Adiós a dos grandes referentes de la poesía argentina contemporánea: Javier Galarza y Susana Cabucci

Fallecieron poetas de accionar silencioso pero persistente que a fuerza de su trabajo con las palabras se ganaron el respeto de pares y lectores del género: Javier Galarza y Susana Cabucci,

Ellos, también se valoraban recíprocamente y cada tanto intercambiaban lecturas o pareceres del oficio, coincidieron también en la fecha de su muerte, que en ambos casos se produjo este martes de manera sorpresiva.

«¿Quién habla de triunfos? El resistir lo es todo’- dice el último verso que Rilke escribió en su Réquiem para un poeta suicida. Un cuerpo en proceso de textualización es un cuerpo que se dice a través de la escritura, un cuerpo en proceso de decir(se). La obra crea cuerpo. Un sueño o un síntoma son escritura en tanto metáfora, en tanto trabajo de creación», posteaba Galarza el pasado 22 de mayo en su perfil en Facebook, donde solía compartir pensamientos o lecturas que de algún modo lo habían impresionado.

Y proseguía el posteo: «Me interesa lo que del cuerpo escapa a lo capturable, las marcas previas a la devastación. A la larga, cuenta lo que nos transforme o desconozca, lo que nos extrañe, aleje o desinscriba, todo lo que el poder no pueda cooptar de nosotros. Los cuerpos sean. Las marcas del instinto y la lucha por sobre los cuerpos descartables de este poscapitalismo que muta junto a sus virus. «El resistir lo es todo… Gracias Javier!!», le devolvía entre los comentarios Susana Cabuchi.

Nueve semanas después, los dos acaban de morir, el mismo día y casi al mismo tiempo, y las redes que fueron canales para su trajinar poético, los despiden hoy con un aluvión de posteos que transitan la perplejidad, la tristeza y el impacto que sobrevino apenas conocida la noticia de sus muertes.

Javier Galarza, el poeta que escribía con deseo y furia sus imposibilidades

«Tengamos en cuenta que, en tanto estamos prometidos a la muerte, cosa que no es mayor problema, cualquier curación será momentánea. Entonces puedo afirmar que la escritura produce movimientos. (…) Sé que los pactos con la palabra producen nuevos emplazamientos y esto tiene incidencia en lo social. Y me permito una vuelta, no sin algo de misticismo, a esta pregunta. ¿La escritura salva? Porque yo busco mi redención, ‘karma police’, aun si no es posible. Quiero escribir mis imposibilidades con furia y deseo y un poco de amor en este mundo», apuntó alguna vez Galarza.

Preocupado porque no respondía a los llamados, sus amigos empezaron a conectarse entre sí y dieron el alerta que culminó con la inesperada constatación: lo encontraron muerto el martes en su casa en el barrio de San Telmo, donde alguna vez había vivido el periodista Enrique Symns, con quien trabajó en la revista Cerdos & Peces.

Galarza tenía 54 años. Hace unos días había lanzado su último libro, «La religión Hölderlin», publicado por la editorial Llantén. La presentación de este ensayo poético esta prevista para el próximo 19 de agosto.

Desde 2003, el autor se desempeñaba como profesor asociado de la Fundación Centro Psicoanalítico Argentino donde daba cursos sobre Hölderlin, Rilke y Paul Celan. Se dedicaba a la enseñanza y a la investigación literaria y había escrito notas y ensayos sobre Alejandra Pizarnik y Osip Mandelstam, entre otros. Actualmente estaba escribiendo un texto sobre Antonin Artaud.

Nacido en 1968, tenía una profusa obra publicada que incluye poemarios como «El silencio continente», «Reversión», «Refracción», «Lo atenuado», «La noche sagrada», «Für Alina», «La perfecta desnudez» (en coautoría con Leonardo Leibson y María Magdalena) y «Diez cuentos góticos».

En 2014 había editado junto a la autora bielorrusa Natalia Litvinova el libro «Cuerpos textualizados», donde sostenían una correspondencia dividida en tres zonas donde ponía en cuestión la potencia de la escritura, el deseo que la anima y la ausencia de respuestas definitivas que empuja a seguir con una práctica que carece de «utilidad y valor». El libro está formulado como una travesía espiritual que se hace de la mano de Rilke, Celan, Mandelstam, Miguel Angel Bustos, un linaje leído en clave singular.

Tres años después publicó «Chanson Babel», donde indaga la construcción ficcional de la identidad a través de recursos filosóficos, etimológicos y psicológicos que abordan la complejidad del lenguaje, la dificultad de la escritura y la naturaleza del yo a través de temas que conectan con la creación de Osip Mandelstam, Paul Celan, Friedrich Nietzsche, Angelus Silesius o Chuang Tzu.

«Si la filosofía se apropió del discurso poético, los poetas pueden, a su vez, reapropiarse del discurso filosófico. Y en el origen de todas las disciplinas está la poesía, sin ir más lejos cualquier libro de cualquier religión, todos son buenos poemas donde el único peligro es perder la metáfora», decía en diálogo con Télam a propósito de esta obra que explora con lírica filosófica formas del exilio, de la ausencia, estados de la conciencia y modos ficcionales de la memoria.

Susana Cabuchi, una poesía construida lejos del ruido y a golpes de silencio

Susana Cabuchi había presentado su más reciente libro el jueves pasado en la Biblioteca Popular Sarmiento de Jesús María (Córdoba) y tenía prevista una gira por Tucumán, Mendoza y Buenos Aires. No solo eso: el municipio de Jesús María le iba a erigir una estatua en virtud de su constante aporte al quehacer cultural de la localidad y de la provincia. Esa instancia redoblará ahora su condición de homenaje: la poeta murió el martes.

Había nacido en Jesús María (Córdoba) y estudiado la carrera de Letras Modernas. Escribió varios libros de poema entre los que se destacan «El Corazón de las Manzanas» (1978), «Patio Solo» (1986), «Álbum Familiar» (2000), «El Dulce País y otros poemas» (Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, 2004), «Detrás de las Máscaras» (2008), «Poética-1965-2010» (2010), «Album de famille – Livre CD» (Paris, Francia, 2015); «El Viajero»; (2018); «El Corazón de las Manzanas»; Edición homenaje 1978- 2018 (Alción Editora, 2018) y «Siria» (Barnacle, 2022).

«Todos venimos de algún lado. Sin embargo, no todos tenemos un vínculo con el lugar de donde provienen nuestros ancestros. A algunos nos importa menos; a otros, más. Este último es el caso de Susana Cabuchi, una de las mejores poetas argentinas actuales, que en silencio, discretamente, sustrayéndose de polémicas absurdas y sin alardes de ningún tipo, desde una Córdoba remota que no debe ser identificada con la ruidosa capital de esa provincia mediterránea, ha forjado una obra sólida», le definió el ensayista y traductor Jorge Fondebrider.

«Susana querida, poeta finísima, hermosa persona, amiga, que tristeza que tengo, que noticia tan amarga», se expresó en redes la poeta y escritora María Teresa Andruetto, también cordobesa como ella.

Textos de su autoría han sido incluidos en numerosas antologías argentinas, americanas, europeas y en ensayos y estudios críticos de poesía hispanoamericana y de literatura escrita por mujeres. Fue traducida al francés, italiano, portugués y árabe, y obtuvo por su escritura distinciones nacionales e internacionales.

Como gestora cultural organizó Ferias del Libro, Semanas de Cultura, Talleres y Jornadas de Animación y Promoción de la Lectura y la Escritura, Seminarios sobre Creación, Publicación, Crítica, y Traducción de Poesía, Concursos Literarios, Ciclos de Lectura, Debates, otros.

Actuó como Miembro de Jurado en diversos concursos nacionales de Poesía y Narrativa y como panelista y conferencista en Congresos, Encuentros, Festivales y Jornadas en su país y en el exterior.