El Carpe Diem de la afición argentina: «Necesitamos el fútbol para que la realidad no nos mate»

«Hiperbólicos» es «histriónicos», la intensidad de los seguidores vuelve a ser protagonista en un Mundial. El escritor Eduardo Sacheri y el director de teatro Jorge Eines analizan un fenómeno único.

El Cristo es Maradona o el Cristo es Messi en este procesionar albiceleste camino de estadios que no son el calvario. Todo lo contrario. Son lugares donde reunirse sin enfrentarse y donde sentir de la forma más intensa posible, experimentar el éxtasis, porque mañana se puede ir todo a la mierda. «¡Estamos aquí porque somos argentinos, pero vos no lo entendés!», espeta una aficionada envuelta en su bandera, con la mirada inyectada.

La respuesta es tan simple como incomprensible es la transformación emocional de una hinchada que no puede compararse a ninguna otra en el decorado de un Mundial, sea en el metro de Doha como en la Plaza Roja de Moscú o la playa de Copacabana, donde acamparon multitudes sin entrada durante días antes de la final de 2014, perdida ante Alemania. El majestuoso Estadio de Lusail, teñido de albiceleste, volverá a ayudar a la selección de Messi a «jugar de local», esta noche frente a Países Bajos, de una forma que no podemos entender. La señora tenía razón. Mejor pedir ayuda.

Hinchas argentinos en Doha.
Hinchas argentinos en Doha.KIRILL KUDRYAVTSEVAFP

En Argentina es imposible estar lejos del fútbol, un elemento vertebrador e idiosincrático, pero para buscar explicaciones a este fenómeno sociológico es más apropiado llamar a la puerta de la cultura. «El fútbol ofrece a los argentinos un punto encuentro que no tenemos en ningún otro ámbito, nos permite superar un espíritu faccioso que manifestamos en todo lo demás. Y, añadido a eso, nos ofrece un motivo de orgullo», afirma el escritor Eduardo Sacheri, autor de la Pregunta de sus ojos, novela en la que se basó la película El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella, ganadora de un Óscar en 2010. «Sentimos que estamos llamados a un futuro de grandeza que hace 100 años nos empecinamos en desmentir. Esa discordancia entre lo que creemos que deberíamos ser y lo que somos, la resuelve el fútbol», añade.

«La albiceleste, la gloriosa, nos representa a todos, al contrario de lo que sucede en España», continúa Jorge Eines, profesor y director de teatro que alterna su actividad entre nuestro país y Argentina, y por cuya escuela pasaron Imanol Arias o Juan Echanove, entre otros prestigiosos actores. A la falta de esos otros motivos de orgullo a los que se refiere Sacheri, Eines añade: «Con un país con el 100% de inflación, hay que vivir de la satisfacción inmediata porque el futuro es incierto». «La respuesta tan expresiva, tan intensa -explica-, tiene que ver con que en cualquier momento se puede ir todo a la mierda. Somos un pueblo acostumbrado a vivir con una granada en la mano a la que han quitado la anilla y, para que no explote, hay que meterle el dedo. Vamos con esa granada de un lado a otro, también al fútbol».

Messi celebra su gol a Australia.

«SOMOS IGUAL EN TODO»

Tanto Sacheri como Eines coinciden: «Somos así en todo, no únicamente en el fútbol». «Somos histriónicos, hiperbólicos, apasionados, emocionales y exhibimos con naturalidad lo que pensamos y sentimos sobre cualquier cosa. Tal vez es por esa mezcla de españoles e italianos de la que estamos hechos», prosigue Sacheri, para el que la intensidad de la hinchada en los campos de fútbol, el «canto permanente», es ya una característica en la competición de clubes del país. «La selección añade el elemento identitario, porque nación y fútbol están extraordinariamente mezclados en Argentina. Por eso cantan ‘el que no salta es inglés’, en referencia a la guerra de las Malvinas», continúa.

«Necesitamos al fútbol para que la verdad no nos mate», asevera Eines, en un país donde el destino trágico es común a los ídolos y mártires de su panteón nacional: Garlos Gardel, Evita Perón y Diego Maradona. Los representantes del tango, el peronismo y el fútbol, tres elementos que atraviesan a la Argentina en carne y hueso, pero también de este Carpe Diem que llega hasta las gradas.

EL PELIGRO DEL PAN Y CIRCO

Hombre de la cultura pero también apasionado de River y de un deporte que es parte de su vida, Eines cree que «aparte de los peligros que siempre tiene el pan y circo, si este circo ayuda a resistir a la gente, es positivo».

Scaheri acepta ese oasis vital, aunque siempre que sea circunstancial: «Compartir una experiencia colectiva es interesante. Está bien que por unos días suspendamos la agenda que verdaderamente importa, pero el problema es que esa agenda sustituya a la otra». «Argentina sigue siendo un país con enormes desequilibrios económicos -continúa el escritor-, con dificultades para construir una democracia sólida y de instituciones respetadas. Mientras el Mundial sea una suspensión momentánea, no está mal. El problema es que el éxito deportivo suplante al económico, social y cultural que los argentinos todavía nos debemos».

Fuente: El Mundo.