El picaflor verde: la sorprendente criatura que aletea 80 veces por segundo y fue declarada ave emblema de la Ciudad de Buenos Aires

Se alimenta de plantas nativas, como el ceibo, la salvia guaranítica o la talilla. Está presente, por ejemplo, en la Reserva Ecológica. Por qué no hay que usar bebederos con agua y azúcar para atraerlo.

El tala, la orquídea ribereña y la Panambí Morotí son el árbol, la flor y la mariposa emblemas de la Ciudad. Faltaba el ave. Y aún en plena pandemia de coronavirus y sin clases presenciales, miles de chicos y chicas de escuelas públicas y privadas participaron en un proyecto educativo colectivo para elegirla. El picaflor se quedó con el cetro y la Legislatura porteña, a través de una ley, ya lo declaró «ave emblema».

En América existen 300 especies de picaflores; el que representa a la Ciudad es el verde común. Tiene un conjunto de características que lo hacen tan singular como atractivo: entre otros, su tamaño (no supera los 10 centímetros) y su plumaje. Además, puede quedar suspendido en el aire en un punto fijo y hasta volar hacia atrás. 

Las plumas que cubren su pequeño cuerpo son iridiscentes: de un verde intenso que puede verse también azul, dependiendo de las luces y las sombras, y del punto desde el cual se observa. Generan reflejos entre el follaje y brillan tanto que parecen metálicas. 

Las plumas del picaflor verde son iridiscentes. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Las plumas del picaflor verde son iridiscentes. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

«Entiendo que hay aves que se ven mucho más que el picaflor, como los gavilanes mixtos y el benteveo, que es el famoso ‘bicho feo’. Pero los picaflores tienen una cualidad única: se pueden apreciar desde muy cerca, bajan hasta el nivel del suelo. Si podemos quedarnos quietos para no espantarlos, se escucha incluso el aleteo», le cuenta a Clarín Simón Tagtachian, del Club de Observación de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur. Se trata de uno de los 80 clubes que existen en el país y forman parte de la ONG Aves Argentinas.

El club realiza avistajes de aves en la Reserva y lleva un relevamiento de todas las especies que se pueden encontrar allí, que son más de 340. Los datos que recogen les permiten saber cuándo migran y cuál es el mejor momento para poder verlas. Con respecto al picaflor, descubrieron que se va de la Ciudad hacía sitios más cálidos entre mediados de abril y agosto. Es decir que este verano puede ser una buena oportunidad para recorrer nuevamente la Reserva y buscarlos.

Un picaflor verde se alimenta de la flor de un aloe trepador. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Un picaflor verde se alimenta de la flor de un aloe trepador. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Por la cuarentena, la Reserva estuvo cerrada entre marzo y fines de septiembre del año pasado, cuando reabrió con horarios restringidos. Ahora ya se puede volver en horario extendido: de martes a domingos, de 9 a 18. 

Otra característica del picaflor es su tamaño. Los machos pueden llegar a medir 9 centímetros y las hembras, 8. Y pesan sólo 8 gramos. Los nidos son casi imperceptibles, hay que aguzar mucho la mirada para ubicarlos. Tagtachian los describe así: «Son como pocillos de café. No tienen más de 4 centímetros de diámetro por fuera. Ponen generalmente dos huevos y en tres semanas nacen las crías».

Un picaflor verde libando en una malva de campo. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Un picaflor verde libando en una malva de campo. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

En la Ciudad hay tres tipos de plantas de las que se alimentan y que los atraen especialmente: una de ellas es el palán palán. Se trata de un arbusto que tiene unas flores alargadas, amarillas. Crecen fácil y se ven asomando incluso por las paredes y medianeras de construcciones antiguas.

Los picaflores también beben el néctar de las flores de la salvia guaranítica, que son de un azul intenso. Esta planta también es muy común y su crecimiento se da fácil, tiene hojas de aspecto similar a la menta. Y otra planta que les encanta es la talilla, que tiene flores color violeta. Las tres son plantas nativas, por eso se cultivan fácil. Además, estas aves aman las flores rojas del ceibo, el árbol nacional. 

El palán palán es una de las plantas que atraern a los picaflores verdes. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

El palán palán es una de las plantas que atraern a los picaflores verdes. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Justamente la alimentación de los picaflores es el néctar de las flores; tienen una lengua muy larga que usan como cuña.

Para atraerlos muchos colocan bebederos con néctar. Se venden online y tienen colores estridentes y flores plásticas. «Estas aves son muy curiosas, por eso se acercan. Pero no recomiendo que se los alimente de esta manera porque es contraproducente. Por un lado dejan de consumir su alimento natural y de polinizar. Por el otro, la mezcla que se usa de agua y azúcar debe ser renovada todos los días, porque genera parásitos. Estos se pegan en el pico del ave, que luego muere. Considero que no son una buena práctica«, sentenció Tagtachian.

La recomendación para verlos, entonces es acercarse a aquellas plantas que los atraen o colocarlas en el jardín.

Un picaflor verde se alimenta de una talilla. Los expertos dicen que no hay quedarles agua con azúcar. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Un picaflor verde se alimenta de una talilla. Los expertos dicen que no hay quedarles agua con azúcar. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Además de todo lo singular que son, los picaflores vuelan como ninguna otra ave lo hace. Mueven sus alas entre 50 y 80 veces por segundo, por eso generan como una suerte de zumbido. Justamente, la velocidad con la que baten las alas les permite sostenerse como suspendidos en el aire, en un punto fijo. Y vuelan también hacia atrás.

Bella, pequeña, curiosa, grácil. El ave preferida por los chicos y las chicas ya es emblema de la Ciudad.

Un picaflor verde en una planta de salvia guaranítica. Mueven sus alas entre 50 y 80 veces por segundo, lo que permite que queden suspendidos en el aire. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

Un picaflor verde en una planta de salvia guaranítica. Mueven sus alas entre 50 y 80 veces por segundo, lo que permite que queden suspendidos en el aire. Foto Club de Observadores de Aves de la Reserva Ecológica Costanera Sur

El proyecto Ave Emblema

El proyecto para elegir un ave que simbolice a la Ciudad estuvo organizado por el Ministerio de Educación e Innovación del Gobierno porteño, el Programa Escuelas Verdes, la Agencia de Protección Ambiental y la ONG Aves Argentinas.

Participaron más de 12.000 estudiantes de escuelas públicas y privadas, que pudieron elegir entre 14 aves nativas.

Ganó el picaflor pero al podio se subieron también la cotorra y el benteveo. Luego la legisladora Carolina Estebarena llevó la iniciativa a la Legislatura para transformarla en ley.

Fuente: Clarín