Florencia Bonelli: “El género romántico renueva la esperanza que a veces perdemos”

La autora cordobesa está entre los más vendidos con su novela “La tía Cósima”. Allí, habla de las segundas oportunidades en el amor, tras un pasado doloroso. “Como la gran mayoría de los adolescentes, era insegura y acomplejada”, cuenta.

Florencia Bonelli respiró hondo, tomó una pausa y casi como en una escena de película donde las pasiones irrumpen inesperadamente en el camino, recordó la conexión especial que había sentido con los personajes de Cósima e Ignacio, a quienes había dado vida en un cuento que no había terminado. Recobró el aliento y, tras sumergirse en mundos tan complejos como los de la Historia de La Diana y publicar Dime, ¿quién es como Dios?, retomó su escritura. “Volví a enamorarme del relato como en un principio y las páginas iban acumulándose”, supo contar Bonelli. Así nació La tía Cósima, su nuevo libro.

Con la primera edición agotada en preventa y en lo más alto del ranking de ventas desde hace varias semanas, la autora referente del género histórico-romántico se permitió innovar. Narrada en primera persona y alejada de los conflictos bélicos, la novela indaga en “una amistad truncada por los prejuicios y las exigencias de los cánones sociales”, cuenta Bonelli desde Europa, en una entrevista por mail con Clarín. Pero también incluye elementos importantes en la trama como el bullying, el autismo, las segundas oportunidades y, por supuesto, el amor y las detalladas escenas eróticas a las que tiene acostumbrados a sus lectores.

La ternura del personaje principal, Cósima Facchinetti, una mujer en la plenitud de la vida, sobrevuela las casi 600 páginas y contrasta con la altanería y el maltrato de Ignacio Lanz Reuter, que poco a poco se irá deconstruyendo para aprender a vivir la vida desde otra perspectiva. Y casi en un sendero paralelo, mientras hacía crecer a los protagonistas, Bonelli hizo catarsis. “La tía Cósima fue sanadora. Tratar con ella fue como echar un bálsamo en una quemadura. Ella me sanó”, declaró. Y respiró de nuevo.

Retratada en 2018, durante una firma de ejemplares. Foto: prensa.

Retratada en 2018, durante una firma de ejemplares. Foto: prensa.

Pero esa calma que transmite la historia de La tía Cósima dista mucho del torbellino editorial que protagoniza la autora: un fenómeno que lleva vendidos más de tres millones de ejemplares de sus obras en medio de un escenario complejo e incierto de la industria. Hace algunos días, la escritora presentó el libro -a fuerza de pandemia y aislamiento- de forma virtual. Con más de 3.000 espectadores conectados desde diez países como Chile, Uruguay, México, Colombia, Perú y España, Bonelli tuvo el esperado encuentro con sus “bonellistas”, apasionadas lectoras con las que siempre está en contacto. 

La tía Cósima es un llamado a la sanación y a no subestimar el poder del primer amor, ¿hay segunda oportunidad para un amor que fue marcado por la humillación y el dolor?

-En realidad, la historia de Cósima e Ignacio, que nació cuando ellos eran dos adolescentes, no fue originalmente una historia de amor sino de una amistad truncada por los prejuicios y las exigencias de los cánones sociales. Igualmente, hubo humillación y dolor, sin duda. Creo que, ya sea en una amistad o en una relación de pareja, puede existir la segunda oportunidad si a su vez existen el arrepentimiento y la elevación del espíritu de aquel que ocasionó el daño.

-El relato comienza con un amor adolescente, ¿cómo eras durante esa etapa? ¿Cuánto hay de Florencia en Cósima?

-Como la gran mayoría de los adolescentes, era insegura y acomplejada, y eso es lo que comparto con Cósima. No tenía un excelente vínculo con mis compañeros, pero no padecí en ningún momento la hostilidad que sufrió Cósima. Simplemente entre ellos y yo reinaba una gran indiferencia.

“Como la gran mayoría de los adolescentes, era insegura y acomplejada, y eso es lo que comparto con Cósima”.

-Nachito, el hijo más chico de Ignacio Lanz Reuter, uno de los personajes principales, tiene autismo. ¿Cómo se te ocurrió incluir esta problemática en la trama? ¿Cuáles fueron tus fuentes?

-Es sabido que los casos de autismo han aumentado muchísimo en los últimos años y por eso me resultó interesante investigar esta condición e incluirla para conocer cómo son y cómo actúan estos niños. Es un tema con muchísimas vertientes, teorías, opiniones, por lo que la investigación tiende a infinito. Tengo la impresión de que apenas rocé el tema, de tan vasto que es.

-Los animales de servicio son importantes en la historia, ¿qué mensaje quisiste transmitir?

-Desde hace varias historias me propongo transmitir que los animales son más nobles y mejores que los seres humanos. Enterarme de la existencia de estos maravillosos perros solo sirvió para confirmar mi afirmación anterior. Pero también quiero destacar la labor de las mujeres y de los hombres que los entrenan con una paciencia y devoción encomiables. Les debemos mucho tanto a los perros de servicio como a sus adiestradores.

-En un pasaje de la novela, Cósima le dice a Ignacio que su hijo es su maestro, ¿quiénes son los tuyos?

-Aprendí a reconocer a mis maestros en aquellas personas que me obligan a salir de mi zona de confort y a cuestionarme. Muchas veces aquellos que, al impulsarnos a ver nuevas aristas de la realidad, descalabran nuestras creencias y nuestros cimientos, generando muchas veces irritación y perplejidad, son los que más nos enseñan y nos obligan a crecer.

-En tus novelas incluís –de uno u otro modo– la astrología. Al momento de la escritura y para construir a Cósima e Ignacio, ¿pensaste de qué signos del zodíaco son? ¿Tenés en cuenta las características de cada signo para construir la trama?

-La astrología está muy presente en mis libros de la saga Nacidas, en donde esta ciencia milenaria es la responsable del camino de evolución y de la expansión de la conciencia que experimentan los protagonistas. No está presente en mis otras obras, aunque confieso que en mi fuero íntimo muchas veces los hago de este o aquel signo para otorgarles a los personajes determinadas características. Ignacio Lanz Reuter, el protagonista de La tía Cósima, es un digno nativo de Leo, es decir, egocéntrico, histriónico, vehemente, puro fuego.

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La tía Cósima está dedicado, entre otras menciones, a uno de tus lectores varones. ¿Qué rol juegan los lectores varones en un género que se presume netamente para mujeres?

-He descubierto en los últimos tiempos, y con gran sorpresa, que sí tengo lectores varones devotos, entre ellos el querido Osvaldo Masseroni, a quien le dediqué La tía Cósima. En cuanto al rol que cumplen es el mismo que tienen mis lectoras mujeres: darme la posibilidad, con su fidelidad y entusiasmo, de ser lo que soy, una lectora que escribe.

-La novela está escrita en primera persona, en las voces de Cósima e Ignacio, ¿cómo es ponerse en la mente de un hombre?

-Fue sin duda un gran desafío. Las mujeres tenemos maneras de razonar y de resolver las situaciones muy distintas de los varones, a veces opuestas. Por eso convertirme en Ignacio implicaba un esfuerzo extra para no caer en una inverosimilitud. Muchas veces le consultaba a mi esposo si un hombre pensaría de este o aquel modo para confirmar si me hallaba en la senda justa o equivocada. Saber que Ignacio es de Leo, y conociendo bien ese signo, sirvió mucho.

“He descubierto en los últimos tiempos, y con gran sorpresa, que sí tengo lectores varones devotos”.

-¿Qué rol juega el género romántico en tiempos de feminismos?

-Juega el rol que jugó siempre, el de crear historias que nos hagan emocionar, suspirar, creer en el amor y en la bondad humana. Renueva la esperanza que a veces perdemos a causa de la dureza de la vida cotidiana. Es un soplo de aire fresco, de alegría, que nos permite en muchas ocasiones sanar las heridas.

-Tus libros llevan más de 3 millones de ejemplares vendidos en el país, ¿cuál es el secreto?

-No lo sé con certeza, pero me atrevería a sugerir que puede deberse a que mis lectoras y lectores saben reconocer en mis historias la pasión, la sinceridad y el infinito amor con que las escribo

Bonelli Básico

Nació el 5 de mayo de 1971, en la ciudad de Córdoba. A los 17 años fantaseó con estudiar Letras pero se decidió por los números y se recibió de contadora. Tras varios años dedicada a su profesión, renunció a ella para convertirse en autora de best sellers y una de las máximas referentes de la narrativa romántica y popular. Ha publicado más de 20 libros, entre ellos, Bodas de odio (1999), Marlene (2003), Indias blancas (2005), Lo que dicen tus ojos (2006), la bilogía El cuarto Arcano (2007) y Me llaman Arturo Furia (2009). Le sucedieron la trilogía Caballo de fuego, la Trilogía del perdón, la serie Nacidas y la saga La historia de La Diana. Su obra fue traducida al inglés, italiano, alemán y portugués.

Fuente: Clarín