Jane Fonda: La actriz y gran activista política del cine norteamericano ataca de nuevo

La actriz, de 81 años, apuesta a que su larga experiencia política ayude a concientizar sobre el cambio climático: “Que me arresten cada viernes que queda de 2019”

La actriz dando un discurso delante del Capitolio, el último viernes, junto a Sam Waterston

Jane Fonda, ganadora de dos Oscar y siete Golden Globe, ha interpretado innumerables papeles, como su reciente rol en la serie de Netflix Grace and Frankie, en la que debe reconstruir su vida luego de que su esposo de décadas le revela que tiene un romance con su mejor amigo y decide mudarse con la otra esposa engañada, interpretada por Lily Tomlin.

Pero Jane Fonda dejó los escenarios por los momento para calzarse el traje de activista contra el cambio climático y llevar su protesta a una nueva escenografía: el Congreso norteamericano en Washington DC, donde piensa ser parte de las protestas y ser arrestada hasta que se cumpla su pedido, que se firme una ley de protección ambiental conocida como “el Green New Deal”. Si es necesario, será arrestada, como lo fue las dos últimas semanas (el 18, en compañía de Sam Waterston, su compañero en la serie). Y Fonda repetirá su protesta durante los próximos catorce viernes, hasta que tenga que ausentarse de las marchas para el rodaje de una nueva temporada de la serie Grace and Frankie.

“Me voy a mudar a Washington, usando mi cara y mi cuerpo, que en este momento son famosos por la serie de Netflix, y ahí voy a quedarme cada viernes –dice Fonda–. Lo llamamos el simulacro de evacuación de los viernes, como un acto de desobediencia civil, y esperemos que nos metan presos cada semana.”

Fonda es algo así como una Greta Thunberg octogenaria. Thunberg, la estudiante sueca de 16 años, ha sacudido al mundo con su cruda denuncia contra las generaciones mayores que no han logrado frenar el cambio climático. Fonda, de 81 años, dice haberse conmovido con sus palabras y estar convencida de poder lograr un impacto.

Cuando Thunberg se puso a estudiar el cambio climático, “se dio cuenta de lo que estaba pasando y que era algo que nos iba a llevar por delante –dice Fonda–. Quedó tan traumada que dejó de hablar y de comer. Cuando yo leí eso, me conmovió, porque supe que Greta había visto cómo eran las cosas. Y en mi ADN se despertó una sensación de urgencia que nunca había sentido. Greta dijo que tenemos que actuar en modo crisis –señala la actriz–. Tenemos que actuar como cuando descubrimos que se nos incendia la casa.”

Fonda tiene una destacada carrera en la actuación, con películas políticamente comprometidas, como el drama Regreso sin gloria (1978), sobre las secuelas físicas y mentales de la Guerra de Vietnam, la comedia Cómo eliminar a su jefe (1980), sobre la discriminación y el abuso de las mujeres en los entornos laborales, y Síndrome de China (1979), sobre el peligro de estallido de una planta nuclear, película que fue estrenada poco antes del accidente nuclear del reactor de Three Mile Island.

La actriz también tiene un largo historial de activismo político. Apoyó a los Panteras Negras y se manifestó a favor de los derechos de los pueblos originarios, de los veteranos de guerra, y de las madres que trabajan. En 1972, viajó a Vietnam del Norte y se sentó sobre un cañón de artillería antiaérea, ganándose para siempre el apodo de “Hanoi Jane”. Desde entonces, se ha disculpado en repetidas ocasiones por esa foto ante los veteranos de la guerra. Fonda también ha sido una destacada luchadora por los derechos de la mujer.

Jane Fonda en Washington, en medio de las protestas frente a la biblioteca del Congreso

Esta vez tiene pensado hacer las cosas de otra manera, usando el poder de las redes sociales para amplificar su mensaje, propulsado por su fama. Cada jueves por la noche, participa de foros online con la participación de climatólogos que debatirán los diferentes aspectos del calentamiento global. Fonda dice que le gustaría “establecer conexiones” entre ciertos temas, como el aumento de la violencia contra las mujeres en las comunidades más afectadas por el cambio climático.

También ha invitado a sumarse a su cruzada a algunas de sus celebridades amigas: el actor Ted Danson (The Good Place), activista de la conservación de los océanos; Eve Ensler, autora de Monólogos de la vagina, y las actrices Kyra Sedgwick y Catherine Keener. También ha extendido su invitación a los líderes de los movimientos Black Lives Matter y Sunrise Movement. Otro que se sumará será Ben Cohen, cofundador de la cadena helados Ben & Jerry.

Cada viernes, a las once de la mañana, en la entrada del Capitolio que se encuentra frente a la sede de la Suprema Corte norteamericana, Fonda obstruirá la entrada y seguramente será arrestada, como las dos semanas anteriores. Y asegura que también tiene pensado plantear sus requerimientos. “La primera de todas es cortar todo permiso y todo financiamiento para nuevos desarrollos de extracción, exportación, procesamiento y refinamiento de combustibles fósiles”, dice la actriz, y agrega que si los esfuerzos se limitan a desalentar la demanda de petróleo, gas y carbón, las empresas seguirán con sus planes de nuevos desarrollos. “No cambiaría nada”, recalca.

No es la primera vez que Jane Fonda se manifiesta por el cambio climático. En 2016, pasó el Día de Acción de Gracias con los manifestantes que estaban bloqueando la construcción de un oleoducto que atravesaba un territorio reclamado por la tribu sioux Standing Rock, en Dakota del Norte (finalmente fue aprobado por el presidente Trump). También se ha manifestado en Los Ángeles, Vancouver y Seattle.

Pero la lectura de dos libros la llevaron a redoblar sus esfuerzos: People, Power, and Profits: Progressive

Capitalism for an Age of Discontent, del premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, y On Fire: The (Burning) Case for a Green New Deal, de Naomi Klein. El libro de Klein empieza con un ensayo sobre Greta Thunberg y su síndrome de Asperger. A partir de ese texto, Fonda dice haber entendido que algunas personas del espectro autista “tienen una concentración tipo rayo láser, que les permite recibir la información de manera pura y directa”.

“La cosa es simple: según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático nos quedan doce años hasta que sea demasiado tarde para hacer algo, pero eso lo dijeron ya hace un año, o sea que nos quedan once –dice Fonda–. Apenas once años para a hacer algo que nunca se ha hecho en la historia de la humanidad. A todo esto, si no lo hacemos, inmensas porciones del planeta se volverán inhabitables”. La actriz –cuya vida entre el glamour y el activismo fue este año sujeto del documental Una vida en cinco actos, disponible en HBO– maneja un auto eléctrico y en su casa tiene paneles solares. También está dejando de usar plástico.

Pero dice que no es “muy vegana”. Y a diferencia de Thunberg, que cruzó el Atlántico en un barco para evitar usar combustibles fósiles, Fonda dice que piensa seguir tomando aviones, y cree que los activistas contra el cambio climático no deberían alejar a la gente que, por ejemplo, come carne.

Fonda tiene un nieto de tres meses, y cuando se le pregunta si su activismo político le ha dejado alguna lección valiosa para su activismo presente, responde: “Ahora soy más valiente, porque no tengo nada que perder”. La actriz cumplirá 82 años en diciembre, y piensa celebrarlo siendo arrestada frente al Congreso en Washington. ¿La preocupan los ataques que pueda recibir? “Tengo una armadura que me rodea. Es invisible, pero es mi superpoder, como el Asperger de Greta Thunberg”, dice. “Tengo casi 82 años. ¿Qué me van a hacer? No pueden hacerme nada”.

Fuente: Clarín