“La tercera”: la historia completa del triunfo de Argentina en Qatar 2022 (y todo lo que no se vio en los medios)

El libro de los periodistas deportivos Alejandro Wall y Gastón Edul cuenta todas las intimidades y el detrás de escena del último Mundial, desde el ya mítico “andá payá, bobo” de Messi a Wout Weghorst hasta las filtraciones de la supuesta lesión de De Paul antes de los cuartos de final.

«La tercera», de Alejandro Wall y Gastón Edul, reconstruye la historia de cómo la Argentina y Messi ganaron la Copa del Mundo de Qatar, así como todas las intimidades que no se vieron en los medios.

Tuvieron que pasar 36 años para que pudiera bordarse la estrella que completa la tríada en la camiseta de la selección argentina. 36 años para ver al mejor jugador del mundo levantar la codiciada Copa con la casaca albiceleste. Pero, después de esas casi cuatro décadas, una vez que Argentina fue finalmente campeón del mundo por tercera vez, el libro que relata la historia de cómo Messi y compañía, de la mano de La Scaloneta, ganaron el Mundial de Qatar 2022 estuvo listo en tiempo récord: solo 25 días.

Primero en ventas y agotado en su versión física en varias librerías, La tercera, escrito por los periodistas deportivos Alejandro Wall Gastón Edul, es una “crónica en caliente, con el recuerdo del campo de batalla aún en la retina, de la deseada y a su modo perfecta conquista de la tercera estrella”.

Desde el “andá payá, bobo” de Messi al neerlandés Wout Weghorst hasta las filtraciones a la prensa de la supuesta lesión de Rodrigo De Paul antes de los cuartos de final contra Países Bajos, La tercera invita al lector a conocer las intimidades del Mundial Qatar 2022 y todo lo que no se vio en los medios.

Centrándose en la final contra Francia, La tercera, editado por Planeta,va y viene en el tiempo para detenerse en la construcción de Scaloni como el héroe modesto y el “técnico menos pensado”, en las figuras que despuntaron para la sorpresa de todos y en cómo se vivió el triunfo de la selección argentina a casi 14 mil kilómetros de casa.

“La tercera” (fragmento)

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—Te pido que seas sincero, ¿cómo estás?—preguntó Scaloni mirándolo a los ojos a De Paul.

—Me molesta, pero puedo jugar igual —respondió el futbolista.

—Listo, jugás.

Era el mediodía del viernes 9 de diciembre de 2022 en la Universidad de Qatar. Esa noche la Argentina tenía que enfrentar a Países Bajos por los cuartos de final del Mundial. Scaloni necesitó de unas palabras breves, apenas una confirmación, para resolver un dilema que lo había tenido preocupado las horas anteriores.

Tres días antes del partido contra Países Bajos hubo un entrenamiento abierto a la prensa durante los primeros quince minutos. Fue un martes. Se trataba de una práctica habitual en la relación con los periodistas. Durante ese tiempo se podía ver a los jugadores, tomar imágenes, otear cómo estaba cada uno y luego se cerraba el predio para que nadie pudiera saber en qué se estaba trabajando.

El día del partido se acercaba. Durante ese cuarto de hora lo que se pudo observar fue que De Paul se había entrenado sin problemas. La información que se entregó desde la AFA fue en el mismo sentido, que el jugador, como el resto, había jugado al fútbol, que todo había estado bien.

El foco no estuvo puesto en De Paul por esas horas sino en Di María, que había salido con molestias del partido frente a Australia y en esa práctica hizo kinesiología. Su lugar en el partido con Países Bajos estuvo en duda desde ese momento. Pero con De Paul no las había y además había participado en el entrenamiento con el resto de los jugadores. Pero al día siguiente, el miércoles, una información comenzó a circular entre los periodistas que cubrían cotidianamente a la selección: De Paul había sentido un pinchazo en el muslo de la pierna derecha pegándole a una pelota sobre el final de la práctica, es decir, cuando ya estaba cerrada para la prensa.

Había sido un remate, sacó un latigazo y sintió la molestia. Fue la primera alarma sobre el volante, un jugador que sólo se había perdido cinco partidos con Scaloni como técnico y dos de esos cinco la Argentina los había perdido. En la práctica del miércoles, a la que no se pudo tener acceso, hubo más. La fuente que la reconstruyó comenzó a dar el equipo que había parado Scaloni. Cuando dio el medio, algo fue extraño.

Enzo FernándezParedes Alexis Mac Allister

—No, ¿cómo? De Paul, Enzo y Alexis, es un error.

—No, De Paul no se entrenó, se lesionó.

Gastón Edul, uno de los autores de "La tercera", fue el periodista que estaba entrevistando a Messi al momento de su ya mítica frase "andá payá, bobo".

Gastón Edul, uno de los autores de «La tercera», fue el periodista que estaba entrevistando a Messi al momento de su ya mítica frase «andá payá, bobo».

Ahí comenzó una búsqueda de información que ratificara lo que se conocía en off the record y que diera detalles sobre la gravedad de la lesión.

De Paul había tenido un gran partido contra Australia, fue de los que había entendido cómo se vencía el bloque defensivo del equipo amarillo. Pero además venía en crecimiento después de un arranque con Arabia Saudita en el que se le habían contado muchas pérdidas de pelota. Sin embargo, nunca estuvo en discusión para el cuerpo técnico, que siempre le valoró el despliegue, su rol de motor en el mediocampo, vital en los trabajos de defensa y nexo en cada ataque. Hasta ahí, nunca había salido, había jugado todos los minutos de los cuatro partidos.

Las variantes de esas horas fueron que De Paul estaba desgarrado, que De Paul no estaba desgarrado, que De Paul tenía algunas molestias pero que estaba bien, que había que esperar los estudios. Después de la práctica del miércoles en la que no se había entrenado con el resto del equipo, De Paul hizo un posteo en Instagram con la pelota, una acción de entrenamiento. «TODO ESTÁ BIEN —escribió—. Seguimos trabajando y preparando los últimos detalles para una nueva final!!! VAMOS SELECCIÓN, TODOS JUNTOS».

Fue de esos momentos mundialistas cuya verdad se conocería con el tiempo, cuando todo pasara, pero que en los días previos al partido con Países Bajos se convertiría en un enigma. Lo que se contaría días después, todavía con los ecos del calor del Mundial, sería que De Paul había tenido un micro desgarro en el muslo de la pierna derecha. El jugador intentó tranquilizar con su posteo en Instagram y lo mismo hizo cuando habló con su madre, Mónica, a la que le dijo que estaba bien. El cuerpo técnico, atento a no mostrarle todas las cartas al holandés Louis van Gaal, no quería que la lesión se filtrara. Como eso ya había ocurrido, la situación los enojaba y enojaba, sobre todo, a Scaloni, que seguía lo que se decía en las redes sociales. Eso era lo que leían los holandeses, eso era lo que le llegaba a Van Gaal.

Pero el plan para confundir continuó. Todavía quedaba un entrenamiento, el del jueves, día previo al partido, y era abierto a las cámaras. No sólo las de la prensa, también las de FIFA. Si De Paul no participaba de la práctica se sabría para todo el mundo. Así, según se contaría luego de manera todavía sigilosa, es que se decidió que al jugador se le anestesiara la zona y saliera al campo junto al resto de sus compañeros. Lo hizo además con una venda que le cubrió la zona con el muslo ya dormido por la inyección. Cuando los periodistas lo vieron, cuando lo filmaron, la noticia fue que De Paul se entrenaba con normalidad, igual que el resto del equipo. La venda era visible en la pierna derecha, desde la rodilla hasta el glúteo. Se notaba que De Paul no hacía grandes movimientos. Se movía lento, sin exigirse demasiado, pero ahí estaba, lo que ayudaba a desmentir la gravedad de la lesión. Cuando las cámaras se fueron, dejó el entrenamiento.

Unas horas antes, en uno de los salones del Centro Nacional de Convenciones de Qatar, desde donde transmitía toda la televisión internacional, lo que en inglés se llama International Broadcast Centre (IBC), Scaloni había dado su conferencia de prensa habitual previa a los partidos. La segunda pregunta fue sobre De Paul y Di María.

—En principio, el entrenamiento de ayer fue a puerta cerrada. Entonces, no sé por quién preguntan… cómo saben que Rodrigo… que pasa algo con él. Es muy extraño y con esto ya saben qué quiero decir— respondió poniendo énfasis en la palabra «extraño».

Scaloni dijo que De Paul y Di María estaban bien. Y que había jugadores que a veces no se entrenan por precaución. La filtración le molestó, le enojaba que alguien del entorno de la selección contara lo que pasaba adentro de la Universidad de Qatar. Fue explícito cuando un rato después paró para hablar frente a las cámaras de los canales con derechos, TyC Sports, DirecTV Sports y TV Pública.

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—Te quiero preguntar cómo está Rodrigo De Paul, algo has hablado en conferencia pero quizá podés dar algún detalle si va a estar en condiciones como para jugar mañana— le preguntó el periodista Federico Rodas.

—¿Pero por qué lo preguntás?

—Porque se hizo unos estudios y no terminó el entrenamiento.

—Si vos me decís quién te lo dijo te cuento la situación de Rodrigo.

—No, no te voy a decir quién me lo dijo.

—El entrenamiento fue a puertas cerradas ayer, muchachos.

—¿Te enoja, Lionel, eso? —preguntó la periodista Sofía Martínez.

—No me enoja, el entrenamiento fue a puertas cerradas —insistió Scaloni .

—No, digo, esta información que surja sobre el físico de Rodrigo De Paul —insistió Sofía.

—Es que no sé si jugamos para Argentina o para Holanda. Fue a puertas cerradas el entrenamiento, no nos interesan las informaciones que salgan cuando no hay prensa. Eso es algo que tenemos que aprender y mejorar todos, el entorno de Argentina y la selección.

Aunque lo primero que se entendió fue que se había enojado con los periodistas, no era así. El mismo Scaloni se encargó de aclararlo: que entendía el rol de la prensa, de hecho hablaba sin problemas, pero no respondía sobre nada que no hubiera estado a la vista. Le molestaba que desde adentro se filtrara información que además consideraba sensible. Era algo que le preocupaba y que no terminaba de resolver.

Dos años antes había tenido una charla con Marcelo Gallardo en la que una de sus preguntas fue cómo hacía con el manejo de la información. Gallardo le dijo algo que recordaría durante el Mundial, que no le diera el equipo a los jugadores hasta último momento. Contra Arabia Saudita y México, les dio la formación un día antes. Y entonces un día antes la prensa ya tenía a los once. De Polonia en adelante todo cambió, aplicó el consejo de Gallardo y comenzó a dar el equipo durante la charla previa que tenían en la Universidad de Qatar, antes de subirse al micro, a una hora y media del partido.

De Paul quería hacer todo lo posible para estar contra Países Bajos. Días después del Mundial, su pareja Tini Stoessel reveló los diálogos que tuvo por esas horas con De Paul. «¿Qué hago? ¿Juego o no juego?», se preguntaba el jugador, que la llamaba con la angustia de ese momento de incertidumbre.

La molestia se mantuvo pero podía infiltrarse para jugar. El viernes al mediodía, antes del partido, ocurrió el diálogo con Scaloni, que aunque manejaba la alternativa de poner a Paredes, decidió incluirlo entre los titulares. Otra vez el vendaje y una inyección para adormecer la zona. Fue una excepción de un entrenador que repetía como su máxima la de que no jugaría ningún futbolista que no estuviera al 100% en condiciones. Pero mostró una vez más la importancia que tenía De Paul para el equipo. También el riesgo que el propio jugador asumió, sabiendo que podía empeorar el desgarro.

Mientras todo eso ocurría, se cocinaba a fuego lento un partido y los jugadores leían en sus teléfonos los dichos de Van Gaal. Primero recordó lo que había pasado en la semifinal de Brasil 2014. «Messi no tocó una pelota —dijo— y perdimos en los penales. Ahora queremos nuestra revancha». También respondió a lo que había comentado Di María sobre él, que lo había dirigido en Manchester United. «Lamento mucho que Ángel dijera una vez que soy el peor entrenador que ha tenido —Van Gaal—. Cuando jugaba conmigo tenía problemas en su vida privada. Entraron a su casa y eso también afectó su juego. Es uno de los pocos jugadores que ha dicho eso y lo siento mucho. Es una pena. Un entrenador tiene que tomar decisiones que no siempre son buenas».

Fuente: Infobae