La Trochita: un gran viaje en el tiempo por la Patagonia

Locomotoras y vagones de casi 100 años esperan que pase la pandemia para volver a recorrer los paisajes cordilleranos. Historia y presente de un tren único.

“Viajar en La Trochita es un sentimiento”, dice Carlos Agüero al otro lado del teléfono desde Esquel, en la provincia de Chubut. Carlos es, desde hace 35 años, una de las almas de uno de los trenes más famosos de la Argentina, uno de los tres ferrocarriles en funcionamiento más australes del mundo, solo superado por el tren carbonero de Río Turbio, en la provincia de Santa Cruz, y el Tren del Fin del Mundo, en el Parque Nacional Tierra del Fuego​.

Es también uno de los pocos trenes a vapor que siguen corriendo en el mundo, y con 75 años recién cumplidos (los cumplió en plena cuarentena, el pasado 25 de mayo) y declarado “Monumento Histórico Nacional”, el Viejo Expreso Patagónico, más conocido como “La Trochita”, es todo un símbolo de la Patagonia​, y de un país que en una época apostaba por el ferrocarril como medio de transporte del futuro.

La cuarentena por la pandemia de coronavirus​​ condenó a las viejas locomotoras y vagones a un descanso no buscado: “El 14 de marzo fue el último viaje turístico que hicimos”, cuenta Carlos. Es la segunda vez en tantos años que el tren se detiene por motivos “no técnicos”. La anterior fue en 1993, cuando el gobierno nacional cerró el ramal y despidió a prácticamente todos sus empleados.Play VideoVideo: La Trochita

Igual Carlos, en plena cuarentena –que en Esquel ya se flexibilizó, pues no hubo hasta ahora ningún caso de Covid-19- se dio un gusto que no podía dejar pasar: “Vivo al lado del galpón donde se guardan las locomotoras, y sabemos que hasta que no regresen los turistas no vamos a volver a funcionar».

Carlos Agüero, maquinista de La Trochita.

Carlos Agüero, maquinista de La Trochita.

Así que el 25 de mayo, cuando el tren cumplió 75 años, el hombre habló con guías, con compañeros, y pidió todas las autorizaciones necesarias para encender la locomotora y hacerle un pequeño homenaje a la máquina.

En su recorrido de 402 km, La Trochita atraviesa bellísimos paisajes (foto: Jorge Miglioli)

En su recorrido de 402 km, La Trochita atraviesa bellísimos paisajes (foto: Jorge Miglioli)

Así, como antes de cada viaje, entre los empleados ferroviarios de Esquel -para todos ellos La Trochita “es un sentimiento”- engrasaron la máquina, la alistaron, la sacaron del galpón y, ya circulando por las legendarias vías, hicieron sonar el inconfundible silbato varias veces, antes de hacer un breve acto y cantar el himno.

Carlos junto a los foguistas Felix Álvarez (abajo) y Pedro Morales (arriba) en el homenaje a la locomotora Henschel por los 75 años del tren.

Carlos junto a los foguistas Felix Álvarez (abajo) y Pedro Morales (arriba) en el homenaje a la locomotora Henschel por los 75 años del tren.

«Después de ese pequeño homenaje, la volvimos a guardar en el galpón, a la espera de que vuelva a la estepa”. La vieja Henschel (locomotora fabricada en Alemania​ ​en 1922) sin dudas merecía el reconocimiento.

Carlos, de larga tradición ferroviaria, lamenta también el parate porque, dice, este invierno La Trochita podría haber sido de mucha ayuda, ya que es capaz de llegar a lugares en los que los vehículos quedan varados por la nieve.

La Trochita en su viaje entre Esquel y Nahuel Pan (Viajes)

La Trochita en su viaje entre Esquel y Nahuel Pan (Viajes)

“Podríamos haber llevado ayuda por ejemplo a Nahuel Pan, a donde no se podía llegar por ruta por la acumulación de nieve”. Donde los modernos vehículos se frenan, el viejo tren sigue su marcha.Play VideoEsquel: la salida de un tren en medio de la nieve

Largos años de trabajo

Aunque a Esquel llegó en 1945, los orígenes de La Trochita pueden rastrearse hasta muchos años antes. Por ejemplo, hasta los inicios del siglo XX, cuando el Gobierno nacional comenzó a planificar una red de ferrocarriles que atravesara buena parte de la Patagonia.

25  de mayo de 1945; La Trochita llega a Esquel (Archivo Biblioteca Municipal de Esquel).

25 de mayo de 1945; La Trochita llega a Esquel (Archivo Biblioteca Municipal de Esquel).

Hacia 1908 se habían proyectado dos líneas principales; una Norte, que uniría Bariloche con el puerto de San Antonio Este surcando la estepa desde el mar hasta la montaña, y otra Sur, que partiendo de Puerto Deseado, en la costa norte de Santa Cruz, llegara hasta el lago Buenos Aires, en la cordillera, pasando por Colonia Las Heras; con otro ramal desde desde Comodoro Rivadavia​ hasta Sarmiento. Colonia del Valle 16 de Octubre -donde hoy están Esquel y Trevelin- iba a ser conectada a la línea Norte por un ramal especial desde Ingeniero Jacobacci.

El recorrido original, entre Ingeniero Jacobacci y Esquel, hoy se hace solo con viajes charter.

El recorrido original, entre Ingeniero Jacobacci y Esquel, hoy se hace solo con viajes charter.

Pero la renuncia del entonces ministro de Obras Públicas, Ezequiel Ramos Mexia, en 1913, y el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, retrasaron y modificaron los planes. Finalmente se concretó la línea principal Norte, que llegó a Ingeniero Jacobacci en 1916 y recién se completó en 1934, cuando el tren llegó a Bariloche. También se construyeron 280 km de la línea principal Sur, entre Deseado y Las Heras, y entre Comodoro y Sarmiento, pero nunca llegaron a conectarse con la red Norte.

Vista desde la locomotora (foto: Jorge Miglioli)

Vista desde la locomotora (foto: Jorge Miglioli)

La línea que llegaría al Valle 16 de octubre quedó relegada hasta el fin de la Primera Guerra. Y ahí viene lo de “trochita”, porque estas vías de trocha angosta se habían usado mucho en la guerra para transportar hombres y suministros al frente, porque eran más económicas, y muchas se vendieron luego del conflicto bélico.

En 1921, para la conexión entre Jacobacci y Esquel se optó por una de esas trochas angostas (en este caso, de 75 cm); en 1922 se solicitaron coches belgas, vagones de carga y 50 locomotoras de la compañía alemana Henschel & Sohn. Más tarde se adquirieron otras 25 a la Baldwin Locomotive Works en Filadelfia, Estados Unidos. Todas las locomotoras que llegaron a la Patagonia eran 0 .

A todo vapor por la precordillera (foto: Jorge Miglioli)

A todo vapor por la precordillera (foto: Jorge Miglioli)

El trazado de 402 kilómetros, inusualmente largo para una trocha tan angosta, fue complicado desde el inicio, por sus más de 600 curvas entre cerros y valles y porque los trabajos se hicieron sin maquinarias: a pico, pala, explosivos y mucho esfuerzo, en inviernos fríos y nevadores y veranos secos y ventosos.

Con interrupciones por condiciones económicas nacionales e internacionales, el tendido fue avanzando lentamente durante 23 años: en 1941 llegó de Jacobacci a El Maitén, donde se construyeron instalaciones para su mantenimiento (especialmente talleres, que hoy siguen funcionando), y recién en 1945 alcanzó su otra cabecera: La Trochita ingresó por primera vez a Esquel, lanzando vapor por su chimenea, el 25 de mayo de ese año.

El paso por el puente sobre el río Chico, cerca del túnel, es uno de los puntos más buscados por los turistas (Juan Macri/Wikipedia)

El paso por el puente sobre el río Chico, cerca del túnel, es uno de los puntos más buscados por los turistas (Juan Macri/Wikipedia)

De pobladores a turistas

En sus primeros años “el trencito”, como algunos lo llaman cariñosamente, se dedicó solo al transporte de carga; hubo que esperar a 1950 para que pudieran subir pasajeros y se transformara en un servicio esencial para numerosos pobladores de la zona; de Jacobacci a Esquel, El Maitén, Mayoco, Leleque y otros parajes de la precordillera.

Parada en la estación Nahuel Pan (Viajes)

Parada en la estación Nahuel Pan (Viajes)

Y se transformó en un medio fundamental para toda la región durante muchos años, especialmente en las décadas de 1960 y 1970, cuando cumplió un rol fundamental, por ejemplo, en transportes de materiales para la construcción de la represa sobre el río Futaleufú, y cimentó el crecimiento de El Maitén, donde llegó a haber unos 100 operarios de mantenimiento. Sin embargo, por su lentitud debido al trazado y a las máquinas antiguas, y la mejora en las rutas, fue quedando relegado frente al transporte automotor.

El turismo era muy escaso en la zona hasta después de 1978, cuando el viajero y escritor francés Paul Theroux viajó en La Trochita y publicó el libro “El Viejo Expreso Patagónico”, que le dio al tren una fama mundial y comenzó a atraer, aunque con cuentagotas, a algunos visitantes nacionales y extranjeros.

En los últimos años los viajes fueron turísticos, mayormente entre Esquel y Nahuel Pan.

En los últimos años los viajes fueron turísticos, mayormente entre Esquel y Nahuel Pan.

Cierre y reapertura

Sin embargo, las políticas de la década de 1990 lo pusieron contra las cuerdas. “En 1990 yo era foguista y me mandaron a estudiar para conductor. Después hice una extensión para vapor, pero en el 91 empezaron los problemas, en el 92 se cerraron algunas escuelas y en el 93 nos echaron a todos; nos llegó el telegrama por sorpresa y quedamos sin trabajo”, recuerda Carlos. De las 16 personas que empleaba la línea en Esquel quedó solo una; en El Maitén, de casi 80 trabajadores, quedaron dos.

Aunque el parate duró poco, porque la fama que ya había ganado el tren provocó fuertes protestas en el país e incluso en el exterior, lo que hizo que los gobiernos de Chubut y Río Negro decidieran hacerse cargo del mantenimiento del ramal, que volvió a funcionar en 1994 aunque ya no en su recorrido completo y ya no como medio de transporte esencial, sino como un ícono turístico de la Patagonia.

La Trochita avanza sobre la nieve.

La Trochita avanza sobre la nieve.

Hasta que la pandemia de coronavirus detuvo sus locomotoras, el tren estaba haciendo tres recorridos. Uno desde El Maitén hasta Desvío Thomae (con regreso); otro similar entre Esquel y Nahuel Pan, de 18 km (ida y vuelta); y charters que podían completar el recorrido entre Esquel y El Maitén o incluso la ruta completa, entre Esquel y Jacobacci. En este tramo norte hay dos atractivos muy buscados: el antiguo puente de hierro sobre el río Chico, y a continuación, un túnel en la montaña.

Las antiguas locomotoras diésel, los coches enteramente de madera con salamandra incluida y los paisajes de montañas, valles y ríos que pasan por las ventanillas componen una sinfonía única, que sólo puede disfrutarse desde La Trochita.

Los paisajes son un gran ingrediente de un viaje en La Trochita

Los paisajes son un gran ingrediente de un viaje en La Trochita

“La mayoría de los que hacen el servicio son argentinos y fanáticos de los trenes, en tanto los charters son en general de extranjeros. En nuestro último charter, en agosto del año pasado, había turistas que no podían creer que hiciéramos funcionar el tren de la forma en que lo hacemos, porque trabajamos igual que hace 75 años, con la diferencia de que antes se usaba fuel oil y ahora, gas oil; pero por el resto, sigue funcionando tal cual”, cuenta Carlos. La Trochita es una inigualable reliquia en movimiento.

“Y sí, hoy viajar en La Trocha es un sentimiento”, repite. Y agrega: “Las locomotoras y vagones son de 1922, están por cumplir 100 años. Y los que viajamos desde hace tanto tiempo, conocemos cada ruido nuevo, cada golpe diferente que hace la máquina”.

El mantenimiento es complejo porque muchas piezas antiguas ya no se consiguen y hay que fabricarlas.

El mantenimiento es complejo porque muchas piezas antiguas ya no se consiguen y hay que fabricarlas.

Y cuenta que mucho lo hacen a pulmón, por amor a un tren tan especial. Por ejemplo, salir a pedir elementos cuando hay que hacer arreglos. “He ido personalmente a Capitán Castro -provincia de Buenos Aires- para traer clavos para la vía, porque allá habían quedado tirados, sin uso, luego del cierre. Y fuimos también a Río Turbio a buscar clavos y tirafondos que nos donaron; todo a pulmón, para que La Trochita siga corriendo”, cuenta.

Y al pensar en el futuro, dice que no se imagina jubilado. “Tengo cada vez más ganas de hacer cosas porque veo todo lo que el ferrocarril nos dio en la zona”, dice quien vivió más de la mitad de su vida en torno a La Trochita, a bordo del cual incluso conoció a su esposa -nacida en El Maitén. Y, con la locomotora ahora en silencio por la pandemia, dice que solo tiene un sueño: “Que La Trochita siga funcionando y los gobiernos le den la importancia que realmente tiene el tren”. Un tren, claro está, único en el mundo.

La Trochita en su hogar en Esquel (Viajes)

La Trochita en su hogar en Esquel (Viajes)

El día que el viento venció al tren

Pese a que lleva más de tres décadas haciendo el mismo recorrido a bordo de la locomotora de La Trochita, para Carlos Agüero, cada viaje es distinto al anterior. “Hay días en que salís y te encontrás con lluvia, otros con nieve, con calor, con frío, con las pasturas de distintos colores, el campo amarillento o florecido”. No hay un día igual a otro sobre La Trochita, dice el maquinista que, a la hora de recordar un viaje en particular, no duda: aquel de Semana Santa de 2011.Play VideoVideo: El día que el viento pudo con La Trochita

“Veníamos de Nahuel Pan y corría mucho viento, tanto que movía mucho los vagones. Cuando entramos en la curva llamada Vuelta del Huevo, a unos 12 km de Esquel, pensé que soplaba tan fuerte que nos podía llegar a voltear el tren. Y apenas entramos, pasó: el viento embolsó un vagón, lo descarriló, y al salirse de la vía arrastró al resto en efecto dominó, con locomotora y todo. Había 150 pasajeros a bordo, y a ninguno le pasó nada, todos salimos ilesos”, recuerda. Aunque aún le impacta aquella visión de La Trochita tumbada, “patas para arriba”.


Fuente: Clarín