Las memorias de Isabel Allende, por ella misma

Whisky, marihuana, pastillas para dormir y Valium. Con este combo, en diferentes dosis, sobrelleva Isabel Allende la angustia sobre el resultado de las elecciones en los Estados Unidos. «Este país opta por un neo autoritarismo, en vez de por la democracia.

La exclusión, en lugar de la inclusión. Tengo que tener los ojos más abiertos porque aunque gane Biden, la mitad de la gente votó por Trump. Va a hacer todas las trampas que pueda para quedarse en el poder». La autora en español viva más leída del mundo reside desde hace varias décadas en California. La pandemia y el confinamiento casi no modificaron su rutina: la disciplina para escribir, el silencio, el encuentro miércoles de por medio con sus amigas -en estos últimos meses por Zoom-, y su piso pequeño como refugio y escritorio. Sí algo ha cambiado en su vida sentimental. «Tengo que vivir en una luna de miel demasiado extendida, más allá de lo normal», se ríe de este contexto a partir del casamiento con Roger, su nuevo marido.

Allende es dueña de definiciones contundentes. Ninguna de ellas grises: el feminismo, el lenguaje inclusivo, Chile, Michelle Bachelet y Donald Trump fueron algunos de los temas sobre los que la escritora de 78 años opinó en una conferencia de prensa virtual donde presentó su último libro, Mujeres del alma mía (Plaza &Janés), una memoria que recorre su trayectoria como narradora y como feminista. Hace un mes obtuvo el Premio Liber 2020 a la autora hispanoamericana más destacada, que concede la Federación del Gremio de Editores de España. Este año además emite por TVE la serie Inés del alma mía, basada en su novela homónima, y el Teatro Español prepara su versión sobre La casa de los espíritus.

Si bien el mundo editorial ha ido evolucionando, incorporando las voces de mujeres que habían estado «minimizadas, silenciadas e ignoradas», la asimetría entre autores y autoras aún es amplia, destaca Allende. «Tienes que hacer tres veces más esfuerzo para obtener la mitad de reconocimiento y las mujeres son vilipendiadas por los críticos. Si uno vende, como es el caso mío, no tienes condición literaria. Vendes para satisfacer al mercado. Si no vendes y eres lo más oscuro posible, tal vez te den un premio. Porque no significas ninguna competencia para los machos te dan el premio. A mí me ha costado el triple que a cualquier hombre», dijo Allende, que ha publicado 24 libros, que han sido traducidos a 40 idiomas y han vendido más de 70 millones de ejemplares en todo el mundo.

Allende, quien repasa en Mujeres del alma mía su vida y la de las mujeres que la acompañaron en sus tragedias y éxito, destacó el papel de la gran editora española Carmen Balcells, quien le dio su primera oportunidad en el mundo editorial. «Si no hubiera sido por ella, ahora estaría jubilada, después de haber trabajado durante 40 años en una escuela», aseguró y apuntó contra el boom latinoamericano, integrado solo por hombres, un movimiento donde las voces femeninas no importaban.

La madre de la autora, Panchita, murió recientemente. Entre madre e hija hay una colección de cartas, una comunicación epistolar diaria, que se comienzan a digitalizar y que ronda los 24 mil folios. «Ahora la vida se va volando. Los días y las noches se vuelven una sola. La echo de menos», dice Allende. Fue precisamente Panchita quien le advirtió: «Vas a recibir mucha agresión, ten cuidado. Pero por cada cachetada que recibí, pude dar dos. No siento que haya sido un precio alto a pagar, siento que el esfuerzo valió la pena y volvería a hacerlo igual». El feminismo, define Allende, es una postura filosófica ante la vida, «una sublevación ante el patriarcado, un sistema imperante de opresión política, social, económica, y religiosa que le da privilegio al género masculino. Allí los oprimidos son todos los que no están en el círculo del poder, integrado por hombres blancos».

Allende se refirió también a las nuevas generaciones y aseguró que seguirá luchando para que sus bisnietas vivan en un mundo donde no exista el patriarcado. «Cuando algunas de mis nietas me dice que esto está pasado de moda le digo que no, que es una mujer privilegiada que tiene acceso a la educación, a la salud, en un país occidental, que tiene que pensar en las otras mujeres, porque todavía hay mujeres en países que valen menos que el ganado». El lenguaje inclusivo es una herramienta que Allende define como estrategia para el cambio. Su nuevo libro comienza con «Bienvenides», no solo la invitación de una anfitriona, sino una declaración de principios: «Las palabras definen la realidad. Cuando vino la dictadura en Chile no se podía decir la palabra compañero. El lenguaje está controlado por el patriarcado. Al cambiar el lenguaje, cambiamos la manera de entender la realidad».

En el recorrido por su vida, Allende se refirió a la maternidad y agradeció a las otras mujeres que la ayudaron con los cuidados de sus hijos para que ella pudiera escribir. Su hija Paula («Ella está siempre bajo mi piel»), quien murió hace 27 años, ronda cada día a la autora, no solo con su presencia, sino con las cartas que semanalmente recibe la escritora de quienes también han perdido a un ser querido y se siente conmovidos con la lectura de Paula, una carta de amor de una madre hacia su hija.

Sobrina del presidente Salvador Allende, la escritora se refirió a Chile, y a otra mujer que se erigió en un mundo de hombres: Michelle Bachelet. «Fue una presidenta extraordinaria. Ella hizo un estupendo gobierno y ahora el país está deseando que volviera». Allende también celebró que Chile pronto tendrá una nueva Constitución y destacó la necesidad de que los cambios y los reclamos sociales se hagan en manifestaciones, alzando la voz. Así, nuevamente, volvió a dirigirse a las jóvenes feministas: «Siento que no tengo que pasarle mi antorcha a nadie. Con mi antorcha voy prendiendo las de las jóvenes que están en la calle, escribiendo. No se achiquen. Mi mamá me decía que todo se puede hacer con elegancia y sin bulla. ¡No, señores! ¡El feminismo necesita mucho ruido!».

Fuente: Laura Ventura, La Nación