Las mujeres pagan por sexo, una realidad que naturaliza la última película de Emma Thompson

El sueño inconfeso de cualquier piba que pasó los cincuenta y está de vuelta del mercado de las citas: conseguirse un amante dedicado, educado y joven que no demande más atención que invitarle con una cerveza cada tanto.

Esa clase de compañía puede ser la solución a muchos problemas de vínculos que surgen cuando sentimos que el mercado de las relaciones románticas ya no tiene nada que ofrecernos; o cuando queremos, simplemente, ponerle un poco de sal a la vida. Las mujeres pagan por sexo desde hace largo tiempo, tanto que el cine ha venido reflejando en las últimas décadas los rasgos de un hábito naturalizado en países del primer mundo donde nadie juzga la intimidad ajena.

Por eso, no vemos el momento del estreno de Buena suerte, Leo Grande la última película protagonizada por una Emma Thompson que a los 63 años ha tenido el coraje de mostrarse sin ropa en la pantalla, rompiendo tabúes sobre la edad, el cuerpo, la perfección y la imperfección; y sobre la forma en la que cada quien elige vivir. Escrita por Katy Brand y dirigida por Sophie Hyde, la historia habla de Nancy, una viuda de 55 años que jamás tuvo un orgasmo y decide no dejar este mundo sin antes concretar su lista de fantasías eróticas. Para tales fines contrata a un escort al que le dobla la edad, y es a partir de esta relación que el personaje se enfrenta no solo a su decisión sino también con una imagen realista de sí misma, algo que la actriz ha tenido que afrontar tras aceptar el papel, quizá el más revelador y fascinante de su carrera, según confesó en una entrevista con el The New York Times. En las escenas Emma se muestra tal como es, emocional y fisicamente, una mujer real, al mejor estilo Wanda Nara en las últimas imágenes de sus vacaciones Ibiza. Y eso es lo que los espectadores/seguidores likeamos, es decir, aprobamos: personas, no personajes.

Nancy Stokes es una profesora jubilada que al quedar sola elige vivir a pleno lo que le queda: “Sí, tomó la decisión más extraordinaria, la de hacer algo muy inusual, valiente y revolucionario. Luego toma al menos dos o tres decisiones para no concretarlo, pero tiene suerte porque ha elegido a alguien que resulta ser bastante sabio e instintivo, con un nivel inusual de comprensión de la condición humana, y que la entiende, comprende lo que está pasando, y es capaz de sugerir con sutileza que podría haber una razón detrás de todo esto. Solo un pequeño trozo de papel y el azar me separa de ella” decía Thompson sobre su personaje. El guion también ofrece una revisión profunda del perfil de hombres que hoy se vuelcan al oficio más viejo del mundo, más compresivos y humanos. “Es un hábito más extendido de lo que se cree. Tiene mucho que ver con los nuevos roles de la mujer. El sexo remunerado supone una situación de poder, un atributo que tradicionalmente detentó el varón. Pero ahora la mujer también paga. Y se permite disfrutar”, decía a BBC Mundo el psiquiatra y sexólogo Adrián Sapetti, ex presidente de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), consultado a propósito de una investigación sobre los avisos clasificados de diarios y portales.

“El 63% de los avisos estaban destinados a mujeres”

Impulsada en Londres por la terapeuta Sarah Kingston, Women Who Buy Sexual Services in UK (Mujeres que compran servicios sexuales en Reino Unido) revelaba entonces el aumento de la demanda de servicios: en 2012 el sondeo contabilizaba 5246 anuncios de acompañantes masculinos para mujeres, cifra que se triplicó en 2017 llegando entonces a 15.732 avisos. “Descubrimos que el 63% de los avisos estaban dirigidos a mujeres, un porcentaje mucho mayor del que se podría pensar. Esto indica que hay mercado y que además es creciente” decía la autora en el artículo. Las clientas abarcaban entonces todas las edades, principalmente mujeres de entre 30 y 40 años casadas, con hijos crecidos y buenos sueldos. La motivación principal para contratar un acompanante era el deseo de variedad y la falta de tiempo (e interés) para invertir en una pareja que no cubriera todas sus necesidades. Antes de perderse en el océano de candidatos que bucean en las aplicaciones, muchas recurren -como la protagonista de la película – a una agencia ya que éstas ofrecen seguridad, en el amplio sentido de la palabra. Contratar servicios sexuales por esa vía era, de acuerdo con la experta, era una manera de evitar disgustos como los que recoge el sitio 1001 Geschichte, donde se publican decenas de testimonios de mujeres que denuncian haber sido estafadas por amantes que conocieron en viajes y cuyos servicios sexuales recompensaron con dinero o regalos…. (y recordemos el estafador de Tinder y a los perfiles desconocidos que se contactan todos los días por las redes sociales).

Como sea, el placer es el eje de esta suerte de comedia erótica con toques de drama reflexivo, un espejo muy contemporánea y en el que hombres y mujeres podrán mirarse…

Fuente: La Nación