Los errores más comunes al manejar que pueden dañar el auto

En la conducción diaria se repiten con frecuencia y perjudican al vehículo en el corto y largo plazo sin saberlo; cuáles son los modos que hay que evitar

Cada conductor es diferente y todos tienen sus formas y estilos. Algunos prefieren agarrar el volante de una manera, mientras que otros ubican las manos en distinto lugar; la distancia del asiento es un tema de debate mientras que el “aguanta unos kilómetros más” se vuelve una buena excusa para no detenerse a cargar nafta pese a que el tablero lo indica. En ese universo paralelo que es cada auto, hay errores que se repiten y que de a poco dañan al vehículo. Y muy pocos saben lo dañinos que pueden ser.

Si bien los que son más propensos a verse afectados son los modelos con transmisión manual, también hay algunas cuestiones generales que pueden traerle más de un dolor de cabeza a cualquier conductor. Eléctricos, abstenerse, la lista no contempla -por ahora- errores frecuentes en sus autos.

Soltar muy rápido o muy lento el embrague

Hay una grieta: o el embrague hay que soltarlo rápido o lento al momento de pasar los cambios. Bueno, ninguna de las dos, ya que ambos extremos lo perjudican. Si se hace lentamente, el disco comenzará a friccionar y desgastarse más rápido, cosa que desemboca en la necesidad de hacer su -costoso- reemplazo antes de tiempo; si, en cambio, se lo suelta con mucha velocidad se producen los famosos corcoveos que son una señal de que se está produciendo un movimiento forzoso para el vehículo.

Hay que soltar el embrague cuando el auto lo demanda; exceder la velocidad o hacerlo muy lento pueden perjudicarlo
Hay que soltar el embrague cuando el auto lo demanda; exceder la velocidad o hacerlo muy lento pueden perjudicarlo

“Evitá cambiar de velocidad bruscamente, esta práctica puede sobrecargar o romper los elementos internos de la caja de cambios. El embrague es una pieza susceptible al mal uso, incluso cuando mantenés el pie sobre el pedal podés afectarlo. Tampoco es recomendable que descanses tu mano en la palanca de cambios; aunque es ligero, puede dañar el sistema interno”, explicaron desde Kavak, la empresa de compraventa de autos usados, en diálogo con LA NACION.

Dejar el auto en cambio

Algo que hacen muchos conductores y que se vuelve moneda corriente en lavaderos de autos o cocheras móviles. Dejar el auto con el cambio puesto es peligroso no solo porque se fuerza la caja permanentemente sino porque puede tener graves consecuencias en el arranque.

Una costumbre de muchos pero un error que puede dañar al auto
Una costumbre de muchos pero un error que puede dañar al autoShutterstock

Más allá de lo que significa mecánicamente hacerlo, no todos los autos tienen arranque de seguridad y un olvido puede poner en riesgo a quien conduce así como a los que están cerca del vehículo.

Acelerar de más o pasar mal los cambios

“Aprendé a escuchar al motor”, no es una frase que se dice por decir. El auto habla, no literalmente, y “pide” que se hagan los cambios correctamente. Hay conductores que extienden mucho la segunda marcha y otros que la hacen muy corta; o algunos van en quinta a bajas velocidades y en tercera a altasTodas estas situaciones son perjudiciales.

“Chequeá el tablero que indica las revoluciones por minuto. Es fundamental para evitar dañar el motor y que el sistema de frenado se desgaste prematuramente”, aconsejan desde Kavak.

Dejar que el tanque de nafta llegue al mínimo

Por cuestiones de tiempo, dinero o comodidad, algunos conductores deciden esperar a que salga la señal en el tablero para cargar nafta. Manejar con la reserva, si bien es algo bastante común, es algo muy perjudicial a largo plazo.

La señal de alerta; llegar a este punto es perjudicial y manejar pese a la señal, aún más
La señal de alerta; llegar a este punto es perjudicial y manejar pese a la señal, aún másShutterstock

“Con el tiempo, esto genera importantes daños al vehículo. Por ejemplo, que los residuos se asienten en el tanque y circulen por el sistema de inyección ocasionando obstrucciones y fallas. Además, es muy probable que la bomba de combustible se sobrecaliente”, advierte un experto. En otras palabras, es importante mantener el tanque con elevados niveles de nafta para no caer en esta complicación.

No calentar el motor

Parece una antigüedad el famoso “voy saliendo así caliento el motor”, pero no lo es. Al prender el auto, la maquinaria esta fría y si se le exige demasiado en esos primeros minutos, se acelera el desgaste del motor. “Lo ideal es esperar a que el aceite llegue a los 75°C. Se puede hacer un cálculo aproximado. Es decir, si manejas a una velocidad constante durante 15 minutos, es posible que el aceite alcance esa temperatura”, advierte un especialista.

El motor sufre si se lo exige; hay que manejar con la temperatura del vehículo correcta y no demandar demasiada potencia en un primer arranque
El motor sufre si se lo exige; hay que manejar con la temperatura del vehículo correcta y no demandar demasiada potencia en un primer arranque

Esto quiere decir que no hace falta dejar el auto prendido durante un tiempo pero sí no exigirlo. En otras palabras, si se lo enciende después de varias horas, es conveniente manejar durante algunos minutos a velocidades medias y no demandarle demasiado.S

A su vez, no hacer un seguimiento mecánico y no cumplir con los plazos de revisión y reemplazo también puede ser perjudicial a largo plazo. Parece una obviedad, pero hay que pasar con cuidado en baches, desniveles, vueltas pronunciadas o lomadas ya que una brusquedad de ese estilo puede dañar la suspensión. Las ruedas es otro elemento a mirar: el desgaste, la presión y alineación tiene que ser revisado constantemente y, sobre todo, hay que saber que no todas se desgastan igual.

Los frenos hay que revisarlos cada tres meses o 5000 km y las piezas vinculadas al sistema de frenado deben ser cambiadas cada 18 meses o 30.000 km. “Se recomienda realizar un service tradicional cada 5000 o 10.000 km; cambiar el aceite cada 15.000 km y revisar detalladamente el sistema de frenos cada 20.000 km”, concluyeron desde Kavak.

Fuente: Iván Mazorco, La Nación