Murió la mítica cantante brasileña Elza Soares a los 91 años

Nacida en una favela de Río de Janeiro, logró mantenerse en pie a pesar de los duros golpes que le dio la vida, brilló en los escenarios más importantes del mundo y fue considerada “la voz del milenio”

“Es con gran tristeza y pesar que les informamos del fallecimiento de la cantante y compositora Elza Soares, de 91 años, a las 15:45 horas en su domicilio de Río de Janeiro, por causas naturales”. Con estas palabras, publicadas en la cuenta oficial de la artista en Instagram, sus familiares anunciaban la muerte de uno de los íconos de la música brasileña.

En el mismo mensaje, recordaron que fue considerada una de las más grandes artistas del mundo y elegida como “Voz del Milenio”. “Tuvo una vida apoteótica e intensa que conmovió al mundo con su voz, su fuerza y su determinación. La querida y eterna Elza ahora descansa, pero estará por siempre en la historia de la música y en nuestros corazones y los de miles de fans alrededor del mundo”, indica el mensaje.

Con una ecléctica carrera que empezó en los años 60 y que incluye más de 30 discos, Soares, diva negra de inconfundible voz rasgada, es considerada una de las mayores exponentes de la música brasileña.

Una vida con claroscuros

Elza Soares sobrevivió a su leyenda. Pudo haber quedado en la historia como la mujer que había nacido en una favela, como la estrella de la música que cantaba samba, como la excéntrica esposa del astro del fútbol brasileño Garrincha, como la mujer que había tenido una vida personal durísima.

Hija de un obrero y una lavandera, nació en junio de 1930 en Río de Janeiro, y se crió en la favela de Moça Bonita. “Uh, era muy pobre. Pero con infancia. Porque los niños pobres tienen infancia; juegan, son libres. Los ricos no. A pesar de haber nacido en un lugar bien suburbano, existía una vida de libertad. Podíamos comer lo que plantábamos. Podíamos tener cabras. Hoy eso ya no existe. Hay gente que no sabe que le va a pasar el día de mañana, no tiene expectativa. Yo fui rebelde. No quería una vida pobre eternamente. No quería ver a mi madre lavando tanta ropa para fuera de casa. Era una vida difícil que no me conformaba”, le contó a LA NACIÓN en 2018.

Su padre la obligó a casarse a los 12 años. “Fue por una sospecha que tuvo mi padre. Yo era muy traviesa. Le voy a contar cómo fue la historia realmente. A mí me encantaba un bichito llamado louva-a-deus (mantis religiosa que conocemos en Argentina como Tata Dios). Me gustaba el zumbido que hacía, del mismo modo como a mí me gustaba cantar. Mi papá trabajaba en una cantera y yo le llevaba todos los días a las dos de la tarde un café y algo para comer. Un día mientras bajaba, escuche a un louva-a-deus. Dejé el café en el piso y entré en el pastizal para buscarlo. En ese momento venía un chico subiendo y espantó al bichito. Me enojé mucho con él. De toda esa situación, justo en ese lugar, mi padre sospechó que allí estaba pasando otra cosa con ese garoto. Por eso tuvimos que casarnos. Pero yo digo que no fue por mi padre sino por un louva-a-deus que me casé”, rememoraba.

Tuvo el primero de sus siete hijos un año después de pasar por el altar y luego vendrían otros seis. A lo largo de su vida, vio morir a tres de ellos. “El primero de mis hijos murió por problemas de alimentación. Fue un momento difícil esa época. Yo dejaba a mis hijos en casa y me iba a trabajar a una fábrica de jabón. Si hoy pudiese volver a empezar no tendría más de un hijo, bien criado. Tuve siete. Muchos”, recordaba.

Y si esa vida no le había asestado suficientes golpes, hubo hombres que también le dieron algunos. Soares estuvo casada durante 17 años con Garrincha, héroe de las conquistas en los mundiales de 1958 y 1962, con el que mantuvo una tempestuosa y violenta relación. “Fue mi mayor amor, lo es aún”, confió en una entrevista con la AFP en 2017 en Nueva York, en la previa de su show La mujer del fin del mundo.

Elza Soares y Mané Garrincha, dos famosos en una relación que duró 15 años y fue muy criticada en el Brasil
Elza Soares y Mané Garrincha, dos famosos en una relación que duró 15 años y fue muy criticada en el Brasil

Con Garrincha, quien moriría de cirrosis a los 49 años también en un 20 de enero, Soares adoptó una niña y tuvo un hijo, apodado “Garrinchinha”, que falleció a los nueve años en un accidente de automóvil, cuando iba a visitar la tumba de su padre. En la Copa del Mundo de 1962, en Chile, de la cual Soares fue la madrina, tuvo “un encuentro ma-ra-vi-llo-so” con el trompetista y cantante de jazz estadounidense Louis Armstrong. La leyenda reza que Armstrong, impresionado con su voz, dijo que Soares escondía “un saxofón en la garganta”.

Desafiante y altiva, Elza pasó por los más diversos ambientes, desde sus precarios inicios en Rio de Janeiro, donde creció, hasta escenarios y salas de conciertos de todo el mundo; del exilio en Italia, con Garrincha, durante la dictadura militar, a la Mocidade Independente de Padre Miguel, su escuela de samba.

Accidentes automovilísticos, maridos problemáticos, grandes mentores como el celebrado Ary Barroso (él fue el que puso las primeras fichas a la carrera de Elza) y un espíritu libre se condensan en una misma persona. Momentos de éxitos y de depresiones. Caminos cuesta abajo y renacimientos, como cuando en una de sus producciones finiseculares (1999) la BBC de Londres la convocó como uno de los grandes estandartes de la música popular brasileña del siglo XX. En ese momento se reinventó y tres años después publicó Do Cóccix Até O Pescoço, un disco en donde se la puede escuchar entre la MPB más tradicional, el soul y el funk, o rapeando sobre los scratches de una bandeja giradiscos. Allí echó mano a temas como “A carne”, de Seu Jorge, casi como un manifiesto a favor de la gente de piel negra. “La carne más barata del mercado es carne negra”, gritaba la señora, que en ese tiempo ya andaba cerca de los 70.

Fuente: La Nación