Ricardo Darín: «Con capacidad de reflexión y sensibilidad, hay mucho para aprender de esto»

Destaca que «ahora se nota más claramente el aporte que brinda el arte al mundo» y reconoce: «He tenido mucha suerte en mi carrera, siempre encontré manos extendidas para defenderme».

En este momento el actor debía estar en España, de gira con Escenas de la vida conyugal (la obra de Ingmar Bergman que tantas satisfacciones le ha dado desde su estreno, en 2013), pero la irrupción del coronavirus en todo el mundo modificó radicalmente sus planes.

Hoy su realidad se circunscribe a la cuarentena que transita en su hogar de Palermo junto a su mujer (Florencia Bas), su hijo (El Chino Darín) y su nuera (la catalana Úrsula Corberó, famosa por su participación en la serie La casa de papel ).

La situación le despierta todo tipo de sensaciones y lo convoca a reflexionar sobre el orden de prioridades en la vida, el valor de la austeridad y las cosas más simples . A la espera de que la pandemia pase y poder así volver a retomar sus proyectos laborales, acepta a pedido de mirar hacia atrás y hacer un balance de su vida y su carrera , y también fantasear con el futuro, en el que se imagina -aunque aún sin apuro- en el rol de abuelo.

-¿Qué tal resulta la cuarentena de a cuatro ?

-Tiene sus cosas positivas y de las otras. A pesar de que siempre intentamos compartir con El Chino y Úrsula días o semanas enteras, nunca nos había pasado algo así: esto de estar 24 horas juntos es algo inusitado. Úrsula llegó de España hace ya más de un mes, cumplieron la cuarentena obligatoria en un departamento que habían alquilado y después se sumaron a esta otra cuarentena, más general. Mi hija, por su parte, la está pasando junto a su novio en su departamento.

-¿Cómo se dividen las tareas del hogar?¿Lo hacen democráticamente o Florencia resulta ser la más perjudicada?

-Es un tema de permanente conversación [risas]… pero sí, sí, claro, nos dividimos las tareas. Por supuesto que el 85 por ciento de las veces cocina Flor, salvo por ejemplo hoy que prenderé la parrilla e intentaré hacer un asado. El tema es que ella cocina demasiado bien y en este confinamiento se las ingenia para reciclar comida y convertirla en manjares, lo cual es un privilegio. No tiramos absolutamente nada, nos hemos puesto muy austeros. Siempre lo fuimos, pero ahora lo somos más teniendo conciencia de que los insumos no sobran y que no son tan fácil de conseguir. Por su parte, el Chino colabora muchísimo con la limpieza. En ese sentido soy el más vago, pero acompaño en algunas cosas que se me dan bien como barrer. Lo que más hago es fumigar, lo hago cada vez que puedo, porque tenemos un poco de pasto y lo del dengue no es un tema menor. Y si alguno sale a hacer alguna compra tenemos diseñado todo un operativo de desinfección en el que participamos los cuatro, que -como le sucederá a todo el mundo- remite a la ciencia ficción: pasarle alcohol o lavandina con agua a cada producto que ingrese a la casa, luego esperar un tiempo prudencial, ponerlos al sol, etc.

-¿Extrañás algo en particular que antes hacías y hoy no podés? ¿Qué es?

-Lo que más extraño es el trabajo y fuera de eso: caminar, andar en bici y jugar al tenis, que son mis tres actividades físicas por excelencia, las que hago con mayor placer. Antes de la cuarentena habíamos empezado a salir en bici con Flor, luego lo interrumpimos, lógicamente, y es una pena porque es un ejercicio muy bueno, muy saludable.

«Tratamos de mantener la energía lo más arriba posible durante todo el día porque es la forma, creo yo, de encarar esto, para que el aislamiento y el encierro no terminen lacerando una relación por motivos incluso superfluos» Fuente: HOLA Crédito: Pilar Bustelo

-Y ahora, ¿en qué ocupás tu tiempo?

-Tratamos de armarnos una rutina de movimientos dentro de casa; tenemos una cinta para caminar, que usamos mucho. También tengo una bicicleta fija. No es lo mismo, pero te ayuda para estar fuerte de piernas, que es importantísimo y jugamos un poco al ping pong, también a las cartas, vemos películas y series y escuchamos música. Tratamos de mantener la energía lo más arriba posible durante todo el día porque es la forma, creo yo, de encarar esto, para que el aislamiento y el encierro no terminen lacerando una relación por motivos incluso superfluos, porque las convivencias son muy delicadas. Nosotros estamos atentos a eso e intentamos diversificar lo que hacemos. Estamos bien, en general.

-Algunos sostienen que esta experiencia puede devenir en un mayor conocimiento de uno mismo. ¿Vos has aprendido algo importante sobre tu persona en este primer mes de encierro?

-Yo creo que uno aprende muchos de los silencios y los momentos en soledad. Yo siempre fui muy amigo de mi soledad, nunca me pesó. Yo no sé lo que es estar aburrido, si vos estás pensando y reflexionando muy difícilmente te puedas a aburrir, pero reconozco que este es un ejercicio que no todo el mundo comparte. Si uno tiene sensibilidad y capacidad de reflexión hay muchas cosas para aprender de todo esto: en términos vitales te diría que el mayor de los aprendizajes es recuperar un orden de prioridades en la vida. Nosotros, los que vivimos en ciudades tan multitudinarias, estamos acostumbrados a una dinámica de vida que es bastante acelerada, perdemos mucho tiempo en traslados y llegando tarde a no se sabe dónde… Si obviáramos todas esas cosas que nos insumen tanto tiempo nos quedaría una porción muy grande del día para reflexionar, para observar nuestro entorno y observarnos a nosotros mismos. Otra de las líneas más profundas del reordenamiento de prioridades es la austeridad: recuperar el valor importante de las cosas y desechar las superfluas. El verdadero valor se encuentra en las cosas más simples y sencillas.

-La gente suele usar estos momentos de tanta incertidumbre para mirar hacia atrás. ¿Qué balance hacés de tu vida y tu carrera?

-Yo creo que he sido una persona muy afortunada, he tenido mucha suerte en muchos sentidos, siempre encontré manos extendidas para defenderme, empujarme para adelante y sumarme una cuota de valentía si me faltaba para animarme a encarar algo nuevo. Así que muchos de mis logros se los debo a actores, actrices, directores, autores, que me propusieron desafíos nuevos, sobre todo en cine y teatro. Lo que descubro en el balance es que si hay algo que yo tuve fue la lucidez de aprovechar las oportunidades brindadas. De todos modos, repito, tuve mucha suerte. Hoy, revisando mi carrera, compruebo que el camino estuvo plagado de abrazos y de consideraciones, de halagos y generosidades, por eso no me puedo sentir más que gratificado y agradecido.

«Yo creo que he sido una persona muy afortunada, he tenido mucha suerte en muchos sentidos, siempre encontré manos extendidas para defenderme» Fuente: HOLA Crédito: Pilar Bustelo

-¿Podríamos decir que el mayor punto de inflexión de tu carrera fue el pase de la comedia al drama?

-Sí. La primera vez que hice una obra teatral dura, áspera, fue un momento fuerte, ahí sentí que la aceptación de la que te hablé recién se había potenciado. Fue en 1995 con Algo en común, junto a mi querida Ana María Picchio, Nico Cabré que era un niño y la recordada Silvina Bosco, dirigidos por Emilio Alfaro. Hasta entonces el 90 por ciento de todo lo que había hecho (tanto en cine como en teatro y televisión) era comedia. Había hecho comedias dramáticas, sí, pero nunca un drama puro. Esto me amplió el rango de acción. Algo así me había pasado antes, cuando fui tentado a probar la comedia musical con Susana (Giménez) y Arturo (Puig) en Sugar.

-Y en tu vida personal, afectiva, ¿cuáles fueron aquellos momentos de inflexión que te marcaron para siempre?

-El primero fue la muerte de mi viejo, ese fue un momento muy marcado de inflexión, de dolor y tristeza. Después están los nacimientos de mis hijos y el haberme cruzado en la vida con Flor, que sin dudas fue un momento bisagra. Más tarde, cuando nos separamos -por un tiempo corto, por suerte- fue un cimbronazo muy grande. Si uno sabe leer bien entre líneas tiene la posibilidad de aprender de ese tipo de cosas y no quedarse sólo con el dolor o la alegría. Yo creo haberlo logrado.

-¿Estás de acuerdo con las medidas que viene adoptando el Gobierno?

-Sí, la verdad que sí. Si hay una cosa para señalar y destacar es que las medidas se tomaron con bastante velocidad. Yo las hubiera tomado un poquitito antes, incluso, pero han reaccionado muy bien, eso habla bien de ellos. Ahora se están enfrentando con un nuevo desafío: qué hacer para focalizar este aislamiento y al mismo tiempo permitir cierta laxitud o flexibilidad en algunas actividades que necesariamente tienen que salir a la calle porque si no todo el aparato se va a resentir muchísimo más. Supongo que están con un tema entre manos que es una papa que quema, espero que estén a la altura de la situación como lo vienen demostrando.

-¿Cómo te ha afectado la pandemia a nivel laboral?

-Bueno… yo tenía varios compromisos pautados para más adelante y ahora no sé qué va a ocurrir. En octubre iba a protagonizar un film de nuestra productora Kenya Films (la que comparte con su hijo y fue artífice de La odisea de los giles ). Es una historia que escribió y dirigirá Santiago Mitre, con quien hice La cordillera , basada en hechos reales, muy contundente y muy valiosa, de nuestra historia argentina. Ahora dependemos de las reglas generales, ya que planear un rodaje donde vas a estar conviviendo con 80 personas no se avizora como fácil.

-Vos estabas a punto de reestrenar en España la obra Escenas de la vida conyugal. ¿La gira se pospuso o fue dada de baja definitivamente?

-Hasta el momento se pospuso, pero como no sabemos cómo va a seguir esto del coronavirus, creo que ya estamos hablando del año que viene como mínimo. Yo ya estaba a punto de viajar para allá, debía hacerlo el 17 de marzo para debutar en Santiago de Compostela y luego girar por Barcelona, Sevilla, Tenerife, Palma de Mallorca, entre otras ciudades, durante dos meses y medio. Y Lino Patalano (el productor) había invertido mucho dinero en pasajes, hoteles, promoción, publicidad y prensa en general. Espero que en algún momento nosotros podamos cumplir con nuestros contratos y devolverle de esa forma todo el esfuerzo que ha hecho. Cuando todo esto empezó yo estaba en Uruguay, regresé a la Argentina el 7 de marzo y ese mismo día Flor y yo nos autoacuartelamos en casa y no salimos más. Por las noticias que recibíamos de Italia entendimos lo que se avecinaba.

-Hablando de España, allí vive tu medio hermana Daniela, ¿cómo está ella y cómo es el contacto que mantienen en esta circunstancia? ¿Es igual al de siempre o más intenso?

-Es más intenso, básicamente porque estoy más preocupado por la situación en España, me conmueve mucho. Lo primero que hago al despertarme es tratar de ponerme en contacto con las noticias de allá, en ver cómo van las cosas. No sólo me preocupo por mi hermana y mis sobrinos, aunque por supuesto son los que se llevan mi mayor atención y energías; sino también por el resto, porque en España tengo muchos amigos y colegas, que he ido atesorando en estos más de 20 años en los que he ido con regularidad. Yo vivo muchos meses del año allí y más allá de los argentinos con los que me cruzo y he entablado relaciones profundas, también están los otros, los españoles que desde el minuto uno se han comportado conmigo de una forma increíble, muy fraternal y generosa, como son ellos.

-¿Cuál es el rol del arte en este momento? Siempre se habla del arte como sanador.

-Yo creo que en este momento se nota muy claramente cuál es el aporte y el beneficio que brinda el arte a todo el mundo. La mayoría de los que estamos en nuestras casas tenemos la chance de ver películas, series, obras de teatro filmadas, programas de televisión, y esto es una gran ayuda. Si los escépticos tenían alguna duda sobre cuál es la función que cumple el entretenimiento en general y el arte escénico en particular, yo creo que ahora, después de esta experiencia, van a quedar disipadas. En cuanto a mí, yo nunca tuve dudas de que el Arte -y aquí incluyo a la literatura, la pintura, la música y demás- es lo que nos permite soñar y visualizar una vida mejor, basada en ocurrencias, ideas y miradas que han tenido distintos artistas a lo largo del tiempo.

-Muchos actores están pidiendo la urgente exhibición de películas nacionales en todos los canales de aire, durante la mayor parte del día, con el fin de generar ingresos para el sector, hoy completamente desocupado. ¿Qué te parece el reclamo?

-Me parece que está bien, es justo. Es más, toda vez que he podido colaborar con mi opinión en reuniones que hemos tenido vía chat con productores, lo he reclamado. El tema es que hay derechos adquiridos, hay empresas grandes que tienen derechos de películas y series y hay que apelar a su sensibilidad para que liberen esos derechos y se puedan exhibir. Parece fácil, pero no lo es, porque en algunos casos dependemos de multinacionales que han colaborado, ya sea en gran parte o mínima en la producción de esos films y tienen clausurados algunos derechos. Lo ideal es que se liberen los derechos de las películas nacionales de todo tipo para que se puedan exhibir a la brevedad. Si lo logramos, no sólo los actores se verían beneficiados, sino que ayudaríamos a que la gente pueda sobrellevar este confinamiento de una manera más amable.

-¿No sería hora, por ejemplo, de estrenar en TV La odisea de los giles , un film que habla de solidaridad y esperanza?

-Nosotros estamos haciendo lo posible, fuimos los primeros en sugerirlo. Estamos esperando decisiones. Yo lo veo viable, creo que va a ocurrir. No sé en qué canal finalmente se exhibirá, pero sería fantástico que fuese en la TV Pública porque de esa forma podríamos llegar a muchos más lugares del interior del país, que tanto necesitan de nuestro cine.

-¿Te sorprende las pocas nominaciones a los premios Cóndor de Plata (ninguna en los rubros principales), que el film recientemente recibió de parte de la Asociación de Cronistas Cinematográficos?

-Bueno… no sólo a mí. A mucha gente le sorprendió, es altamente llamativo que a una película de estas características, con actuaciones notables como las de Beto Brandoni, Llinás, Aráoz, Belloso, la hayan pasado por alto. No me gustan las teorías conspirativas, no infiero nada, simplemente no lo puedo creer, pero, bueno, yo soy un hombre grande y esto lo he visto tantas veces…

-Las tres últimas películas argentinas nominadas al Oscar te tuvieron como protagonista (y una de ellas, El secreto de sus ojos, logró conquistarlo). ¿Hollywood sigue sin seducirte?

-En realidad no sé qué es Hollywood, es una abstracción. No es una dirección concreta, es un conglomerado de cosas. Para muchos es la meca, es cierto, pero para mí nunca lo fue. Yo me dejo seducir por historias, por proyectos, por desafíos que un guionista, un director o un productor me plantea y esto no tiene nada ver con nacionalidades o industrias, tiene que ver con que me guste la historia o no… Yo no tengo nada en contra de Hollywood, en general, pero tampoco estoy pensando todo el tiempo en eso.

Ricardo Darín en Escenas de la vida conyugal, la obra por la cual en marzo tenía que viajar a España y que por la pandemia del coronavirus tuvo que que suspender Crédito: Gentileza Gabriel Machado

-¿Y la televisión nunca más? Hace 20 años que no hacés nada con continuidad, ¿no te llaman, no te atrae, no te interesa?

-Es una mezcla de todas esas cosas: no me llaman, no me atrae, y no me interesa especialmente, pero si apareciera un proyecto valioso éste sería un momento ideal. Yo nunca voy a menospreciar a la televisión, yo nací en un estudio televisivo. Lo que sucede es que luego encontré en el cine y el teatro la manera de hacer mi trabajo en forma más pausada, enfocada y reconcentrada. Entonces, a partir de ahí, cuesta volver a una estructura de trabajo donde los tiempos son distintos, por decirlo de una manera amable. De todos modos, y para dejarlo bien en claro, no estoy clausurado a la televisión.

-¿Qué te parecen las plataformas de streaming? ¿No te han tentado para hacer una película o miniserie para Netflix, Amazon o Movistar Play?

-Sí, y con algunas tengo conversaciones, tanto para hacer películas como miniseries, pero para esto, por lo del coronavirus, también hay que esperar.

-¿Sos consumidor de esos productos?

-Sí, y más ahora que nunca. Como estoy sin trabajar y todo el tiempo en casa, veo mucho de todo. El plan del día es qué vamos a ver a la noche, lo sometemos a discusión y escuchamos todas las recomendaciones de amigos y de gente que nos merece respeto y luego decidimos si ese amigo sigue siendo la persona honorable que creíamos que era o si se volvió loco.

-Tras la pandemia, ¿vamos hacia un mundo más solidario?

– Me permito tener sospechas porque -y no sólo en la Argentina sino en muchas partes del mundo- estoy notando que no sólo hay una resistencia a este aislamiento sino también sospechas y dudas y búsquedas de responsables, con teorías conspirativas de si se trata de una guerra bacteriológica, económica o de poderes políticos. Me parece que eso es una gran distracción que nos aleja del foco. No sé si los poderes mundiales se van a sensibilizar a partir de esto, creo que todo el mundo va a tratar de recuperar lo que considere perdido y esto va a ir en contraposición de la posibilidad de un mundo más solidario. Lamento ser un pesimista en este sentido, pero creo que la gente sensible va a seguir siéndolo, los solidarios también, y los otros… ay, a esos les cuesta mucho cambiar de opinión. En el fondo tienen miedo a perder, a cambiar, a lo distinto. Todos tenemos miedo, pero a ellos el miedo directamente los rige.

-¿Cómo visualizás el 2021?

-Me lo imagino caminando por la calle, yendo libremente a comprar el pan, andando en bicicleta con Flor… mucho más no me imagino, hoy me cuesta mucho mirar hacia adelante, estoy muy concentrado en el aquí y ahora, muy atento al día a día, a lo que pasa con mi familia, mis amigos, mis amores, hay muchos problemas dando vuelta… Ojalá que todos puedan resolverse. En esto están puestos todos mis pensamientos.

-Y en un plano más personal… ¿ya te imaginás como abuelo?

-Bueno… Sí, me puedo imaginar como abuelo. Es un ejercicio que hoy puedo hacer con alegría, pero hay que ver qué me pasará cuando esto suceda realmente. Recuerdo a mi abuela Nonina, que falleció a los 101 años, a la que tenté varias veces para que se mudara cerca mío con la excusa de que así estaría más tiempo con mis hijos. Un día, se nota que un poco cansada de tanta insistencia, me dijo: «Sabés qué pasa, mi vida, que ahora los chicos me gustan… pero un ratito» [risas].

-¿Qué tipo de abuelo creés que serás?

-El peor de todos. Fui muy permisivo como padre, así que imaginate cómo voy a ser como abuelo: ¡un desastre! Y no me refiero a darle todos los gustos sino al ejemplo que puedo llegar a brindarle. Yo no creo ser un buen ejemplo para nadie. De todos modos, me gustaría vivir la experiencia de ser abuelo, pero no estoy acelerado con el tema. Es más, como es algo que está tan fuera de mi poder de decisión, prefiero por el momento no ponerle fichas.

Fuente: Gustavo Lladós, La Nación