Los horrores de Landrú – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Historia de poco más de un siglo atrás en estos días…

Henri Désiré Landrú nació en el francés XIX Distrito de París, el 12 de abril de 1869. Tuvo en su vida dos caras. Una, la de contador, hombre de negocios, cartógrafo, techador, plomero y subdiácono. La otra, asesino en serie y estafador. Procedente de una modesta familia obrera. Su padre era fogonero en una fundición industrial, su madre costurera. Él demostró ser un muy buen estudiante.

Forzado al matrimonio, a los 20 años, con su prima hermana, por un embarazo no deseado, comenzó a trabajar como sereno en un garage y administrativo, pero la ambición de un nivel superior más importante, lo introdujo en la delincuencia. A comienzos de los ‘900, incurrió en algunos delitos menores que derivaron en tres sucesivas penas de cárcel, lo que provocó el suicidio de su padre, quien avergonzado se ahorcó en un árbol del Bois de Boulogne.

En 1909, se presentó a una cita con una viuda que en la prensa había hecho un ofrecimiento patrimonial a cambio de compañía. Imitando el ejemplo publicó distintos avisos, como el aparecido en “Le Journal”: “Viudo, dos hijos, cuarenta y tres años, solvente, afectuoso, serio y en ascenso social desea conocer a viuda con deseos matrimoniales». Centenares de mujeres le respondieron a su propuesta. Allí se inician los hechos reiterados que, definitiva, nos traen a esta columna. Es válido señalar que escasez de pruebas, adopción de distintas personalidades y el estallido, en 1914, de la Gran Guerra favorecieron su posibilidad de fuga.

El apellido Landrú proviene de la voz gallega “túzaro” y su significado es: «huraño, hosco, insociable, de difícil trato y bruto”. Originario de la comarca Sarria, municipio y localidad de la provincia de Lugo, en la Comunidad Autónoma de Galicia, que es punto de inicio para recorrer los últimos 100 kilómetros del Camino de Santiago francés. Asimismo existe un equipo de rugby local denominado “Landrús Cristo Galicia”.

Con cada crimen, fue perfeccionando el modus operandi y multiplicó sus identidades. Para evitar cambios de domicilio constantes más explicaciones/excusas a vecinos, se mudó a una casa alquilada en la localidad de Gambais, región de la Isla de Francia, a la que bautizó “Ermitage”, donde invitaba a sus víctimas para lograr sus fines económicos y luego asesinarlas y quemar en un horno de la vivienda. Un “fabricante” perpetuo del crecimiento del horror.

Al mismo tiempo se conducía socialmente con cierta normalidad, visitaba con frecuencia a sus hijos como padre atento y a su esposa le efectuaba carísimos regalos.

Con la culminación de la Primera Guerra Mundial, los familiares encararon la búsqueda de los suyos para saber sobre su destino en la contienda. Entonces, desde una carta con solicitud de información al alcalde de Gambais y luego la investigación del Inspector Jules Belin con la colaboración del jefe de brigada M. Riboulet y el detective Braumberger, se elaboró el cerco sobre él, ya que surgieron denuncias, sospechas y pistas. De esta manera, la policía interrogó al comerciante de una tienda de la Rue de Rivoli y encontró la tarjeta “Lucien Guillet, 76, Rue Rochechouart”. Allí fue detenido y se concretó la posibilidad de conocer la real identidad al ubicarse una agenda que, a su vez, brindó nombres, lugares y anotaciones, propias de un ahorrista compulsivo, sobre precios de pasajes de trenes entre París y Gambais, en esta última población, acompañado por gendarmes, se hallaron centenares de huesos humanos semi carbonizados, cenizas y piezas dentales de oro.

El juicio fue uno de los más sonados del París de entreguerras y una escena mediática para los periódicos de la capital gala. Aunque reconoció haber engañado a las mujeres nunca confesó la autoría de los homicidios. La autoridad policial estimó entre 117 y 300 el número de asesinatos de Barba Azul. De forma casual, en 1963, se descubrió una carta de Landrú en la que aceptaba ser el autor de los crímenes.

El 25 de febrero de 1922, en la cárcel de Versailles, el verdugo Anatolie Deibler ejecutó, por decapitación, en la guillotina, con solo las evidencias de ocho muertes, al “Barba Azul de Gambais (Le Barbe-Bleue de Gambais)”. Tenía 52 años de edad.

En 1947, Charles Chaplin realizó el film, inspirado en Henri Landrú: “Monsieur Verdoux”. En el ’63, Claude Chabrol dirigió “Landrú”. También el personaje fue explorado en el cómic y distintos libros.

A un clic de distancia, el video de poco más de 13 minutos “Barba Azul en carne y hueso. El caso real de Henri Désiré Landrú”, contado y realizado por Luzbardj, en el que es posible “recorrer” facetas más personales y hechos menos contados, así como precisos datos sobre las víctimas. Publicado en el canal de la autora en YouTube. La música es “Penumbra” de y por Kevin MacLeod.

Cuídense, en todo y por todo. Más que nunca…

Norberto Tallón