Al coincidir este aniversario con el Año de la Mujer Indígena en México, la exposición cobra una relevancia aún mayor, pues Yampolsky fue una retratista inigualable de niñas y mujeres pertenecientes a las más diversas comunidades originarias en su país.
Nacida en Chicago, pero naturalizada mexicana desde 1958, Marianne Gertrude Yampolsky Urbach conformó, junto a Fanny Rabel, Elizabeth Catlett y Mari Martín, entre otras, el núcleo de mujeres artistas integradas al legendario Taller de Gráfica Popular, donde desarrollaron, a lo largo de los años 50 del siglo pasado, una poderosa estética nacionalista, que transformó radicalmente varias disciplinas, como el dibujo, el grabado, el diseño de carteles, el diseño editorial e incluso la escenografía para ballet, teatro y cine.
Sin embargo, la fotografía fue el instrumento con el que Yampolsky desarrolló una mirada sumamente singular acerca de la condición humana y la realidad social de los indígenas mexicanos. Desde su temprana madurez, se impuso la rigurosa disciplina de un trabajo de campo casi milimétrico, pues recorrió todos los Estados (provincias) de la República Mexicana palmo a palmo. Esa intensa experiencia le proporcionó un privilegiado conocimiento de tradiciones, ritos, artesanías, arquitecturas, vestimentas, gastronomías e historias de, por lo menos, medio centenar de grupos étnicos. Para decirlo en pocas palabras, pocos creadores se han sumergido tanto en el alma de México como ella, logrando, después, capturarla a través de su lente.
La muestra que aloja desde el 5 de diciembre y hasta el 15 de marzo el Museo Isaac Fernández Blanco de Buenos Aires, presenta material conservado por el Centro de la Imagen, en un fondo reservado dedicado a la artista, cuya obra ha sido reconocida como patrimonio documental de México por la UNESCO. “Mariana Yampolsky: la mirada contra el olvido”, es apenas un atisbo y una invitación para adentrarse en el cálido, entrañable y mágico mundo de una de las grandes fotógrafas de todos los tiempos.