¿Cómo digo lo que digo?: Cuando modos y modales precisan chapa y pintura

Por Dionisia Fontán, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Son conductas que revelan mala educación. Algunas personas las consideran parte de su (mal) carácter y no se les ocurre cambiarlas pese a que les hacen mala fama y dañan a los demás. Quienes sí las reconocen y están dispuestas a optimizarlas, deben poner manos a la obra y saber que nada es definitivo. Somos seres en construcción.

Diálogo de la mesa de al lado, en un pequeño café:

Amiga 1: “¡Esta vez no va más! ¡Me ofendió! ¡Me faltó el respeto!”

Amiga 2: “Cada vez que comen afuera hay drama”.

Amiga 1: “Porque insiste en invitarme a lugares exóticos y mis gustos son sencillos”.

Amiga 2: “¿No pueden acordar que cada uno pida lo que quiere?”

Amiga 1: “En un restaurante de comida turca o japonesa, es Imposible. Siempre reprocha mi paladar tan común, sin una pizca de sofisticación”.

Amiga 2: “Descalificar es ofensivo. Me recuerda a mi ex: nunca aceptó que acompañara la carne o la pasta con bebida sin alcohol. Ha llegado a burlarse delante de amigos que compartían nuestra mesa”.

Preguntas para responder con franqueza

  • ¿La crítica me sale fácil?
  • ¿Me cuesta aceptar los gustos ajenos?
  • ¿Siempre pretendo tener razón?
  • ¿Defiendo mi verdad como si fuera única?
  • ¿Considero que disculparse es una debilidad?
  • ¿Si se me suelta la cadena pierdo los límites?
  • ¿No tengo paciencia para escuchar?

La no aceptación es más frecuente de lo que suponemos. Confundimos aceptar con bancar o aguantar y, la verdad, son muy distintas. Aprender a aceptar es un largo y valioso trabajo. Requiere voluntad y la auto promesa de no abandonar a la primera frustración.

Las comparaciones, se sabe, son odiosas. Por ejemplo, las del tipo “nadie prepara esta receta como mi vieja”. Burlarse de quien no toma alcohol o humillar a la persona que carece de un paladar exquisito, revelan complejo de superioridad.

En fin, se trata de conductas que ponen en evidencia una total falta de educación. Cero sensibilidad. Cero empatía. Cero calidad humana. Modos y modales que provocan rechazo.

Sin embargo, no son definitivos. Pueden ir cambiando. Antes es necesario reconocerlos, admitirlos y disponerse a trabajar para que, poco a poco, mejoren. Lleva tiempo, claro. Como todas las cosas importantes de la vida.

Abundan las personas que jamás se lo plantearon. En vez, quienes sí toman conciencia y deciden transformar esas actitudes que denotan rasgos de mal carácter, les propongo manos a la obra.

Recuerden: nada es definitivo. Somos seres en Construcción.

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Dionisia Fontán, periodista y coach en comunicación

Propongo encuentros individuales, aptos para todo público, a quienes desean mejorar su capacidad de comunicarse de un modo eficaz y no violento.

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