¿Cómo digo lo que digo?: El Silencio: tan importante como conversar

Por Dionisia Fontán, especial para DiariodeCultura.com.ar.

El silencio ayuda a pensar, permite escuchar y encontrarnos con nosotros mismos. Utilizado como castigo, resulta cruel y demuestra incapacidad para comunicarnos. Con frecuencia, inspira miedo.

Estamos en deuda con el silencio. No lo practicamos ni lo defendemos. Se asocia con enojo, desinterés, castigo. Para muchas personas resulta francamente insoportable, entonces prefieren llenarlo de palabras vacías de contenido.

Sin embargo, es muy necesario para analizar, para decidir situaciones, para ordenar y seleccionar toda la información que recibimos. Los porteños (grupo social al que pertenezco) somos ruidosos, nada apegados a las más elementales normas de convivencia. Habitamos una de las ciudades con más alta contaminación auditiva y al barullo exterior, se suma nuestro barullo interno. Ese parloteo en la mente que no cesa nunca.

Hablamos alto, a los gritos, aun en espacios que requieren bajar la voz. Dentro de poco, en bares, restaurantes y confiterías, repartirán micrófonos individuales para poder escucharnos. Encima, cuesta erradicar una pésima costumbre: la renuencia del público que asiste al teatro, de apagar sus celulares. En realidad, una total falta de respeto.

Semanas atrás, el actor Joaquín Furriel tuvo que interrumpir sus parlamentos tres veces en la misma función. Al molesto, irritante sonido de celulares, se sumaron las voces de furiosos espectadores contra los desconsiderados de turno. Conviene aclarar que Furriel está representando Hamlet, en el Teatro San Martín, cuyos textos requieren un alto grado de concentración.

Un antigüo refrán sentencia: El que calla otorga. Invito a revisarlo. Más de una vez, se elige hacer silencio como rasgo de inteligencia, para no enroscarse en la pelea ni pretender quedarse con la última palabra. En grupos laborales, familiares y en la pareja, el silencio suele utilizarse como castigo. Cuando se prolonga e incomunica hasta la exasperación, además de dificultad para el diálogo, revela resentimiento y algo de placer por someter al castigado.

En el libro Ecología Emocional, Mercé Conangla y Jaume Soler, sus autores,  reflexionan que “El silencio es tan importante como el diálogo. Nos referimos al silencio pleno y no al que resulta de no saber que decir”. Y acotan: “Una relación funciona cuando es posible sentirse cómodos callados, cuando la mera presencia puede comunicar. Hay momentos en los que las palabras no bastan o nos sobran y, en estos casos, el silencio es el lenguaje más adecuado si lo vivimos desde la plenitud y el equilibrio: silencio-mirada, silencio-sonrisa, silencio-tacto.

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Dionisia Fontán, periodista y coach en comunicación

Web: dionisiafontan.com/ Facebook: dionisiafontancomunicacion

Propongo encuentros grupales e individuales (aptos para todo público) a quienes desean mejorar su capacidad de comunicarse de un modo efectivo y no violento.

Comparto recursos para hacer foco en conductas básicas: respeto, mensaje breve y claro, escucha activa, palabra responsable, que facilitan el trato en la convivencia laboral, social y personal.