Desde la Operación “Ivy” en Eniwetok – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar,

No hay dudas de que Hiroshima y Nagasaki iniciaron una etapa de recursos bélicos terrible y temible entre las naciones, pero hay un mojón en la continuidad, aún más atemorizante.

Durante la Guerra del Pacífico, Segunda Guerra Mundial, en la batalla de Eniwetok (o Enewetak) fuerzas estadounidenses capturan, en la segunda mitad de febrero de 1944, ese atolón de las Islas Marshall, 40 islotes en un área de 6 km² con una laguna interior de 30 km de diámetro, bautizadas “Los Jardines”, en 1529 por el español Álvaro de Saavedra Cerón.

Allí, en el primer día de noviembre del 52, en el marco del Proyecto “Ivy”, Estados Unidos hizo estallar en lanzamiento aéreo, a “Mike”, primera bomba de hidrógeno a escala completa, con marcados efectos en el ecosistema de la región. La temperatura alcanzó en el punto de explosión más de 15 millones de grados, tan caliente como el núcleo del Sol, por unos cuantos segundos y, literalmente, vaporizó el lugar. Desde 1948, a través de una década, en distintas operaciones, realizaron pruebas y detonaron 44 bombas nucleares. La explosión “Ivy Mike” fue el comienzo de otra etapa.

La bomba de hidrógeno o Bomba H (“nombre periodístico”) es un arma termonuclear, diseño de segunda generación de armas nucleares que utiliza una etapa secundaria de fusión nuclear, explicación larga y técnica, cuando las explicaciones no sirven de mucho.

El diseño moderno de todas las armas termonucleares estadounidenses se conoce como Configuración de Teller-Ulam, por los principales aportantes a su concreción: Edward Teller y Stanislaw Ulam, con ciertos conceptos de John von Neumann. Dispositivos similares se desarrollaron en Unión Soviética, Reino Unido, China y Francia. Representan lo más eficiente para el rendimiento energético de armas superiores a 50 kilotones de TNT (cada kilotón se corresponde con mil toneladas de TNT).

Luego, en el tiempo, con la mayor potencia de destrucción. “RDS-6s”, la primera “atómica termonuclear” soviética (12-08-1953) lanzada desde una torre a 30 metros en Semipalatinsk -hoy Semey- (Kazajistán). En el atolón Bikini de las Marshall EE.UU., sobre tierra a 28 metros, “Castle Bravo” (28-02-1954). “Grapple X”, precursora británica, en Kirimati (Isla Navidad) -Kiribati-, aérea a 2250 metros (08-11-1957). La más poderosa del mundo, “Bomba del Zar”, aérea a 4000 metros, en el archipiélago de Nueva Zembla, en el ártico ruso (30-10-1961). En Lop Nor, noroeste de China Popular (17-06-67), “N° 6”, inicial de ese origen, aérea a 2960 metros. La primera de Francia ”Canopus”, desde Globo a 520 metros, en Fangataufa, atolón de las Tuamotú -Polinesia Francesa- y el 9 de octubre de 2006, sin nombre conocido, la posible primaria explosión de Corea del Norte, subterránea en Kilju, zona de pruebas atómicas de Punggye-ri.

Con certeza, lo positivo de esta evolución relatada son las múltiples aplicaciones a tantísimos elementos de distintas ciencias y la vida cotidiana que surgen de investigaciones, creaciones y proyectos. Lo otro, es la historia del miedo sembrado en el planeta en búsqueda del poder y dominación, con el riesgo de que algún demente, que dispone de todas las vidas, “decida” pulsar un “botón”, sea del color que fuere.

A un clic de distancia, un video acerca de este asunto con más detalles científicos. Cuídense mucho.

Norberto Tallón

@betotallon