Crucigrama: Douxit

Un cuentito sin final – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Sus nombres, “regalo” de antepasados más o menos lejanos, registrados en su documento son Evangelina María. Para su felicidad casi nadie, más allá de su círculo íntimo o infaltables compañeros de colegio, conocen ese dato. Porque no le gustan y eso hizo que desde que tuvo razonamiento haya preferido ser Duxí.

Así, casi, la “bautizó” su abuela paterna Sophie, originaria del barrio del Ayuntamiento parisino, ya que al tacto del cuerpo de la beba recién llegada dijo: “Douxit”. Palabra que definió la cualidad de esa piel: doux… suave. Quedó entonces, con rápidas variantes por el uso, el “verdadero nombre”: Douxit, en definitiva, el que eligió para crecer y vivir.

Veintitrés años, vive en San Isidro, estudiante de Economía, modelo publicitaria y de pasarela. Hija única de profesionales: arquitecta y médico. Suele decir que le gusta la soledad, aunque a veces no la soporta, que con una pareja prefiere la intimidad a cualquier salida, descontando las socialmente “obligatorias”.

Ni tan feliz, ni tan desdichada. Autodefinición con extremos irreconciliables aunque haya filósofos que entienden que la contradicción, totalmente presente, es falsa en todos los mundos posibles.

Un par de amigas incondicionales con las que suele compartir largas conversaciones en la casa elegida esa tarde o noche. Por gusto y profesión otorga importante y cotidiano tiempo a la actividad física, con distintas disciplinas para no aburrirse.

Se siente, y es una percepción clara, razonablemente difícil para entregarse y con suficiente madurez para su edad. Sus ideas se cruzan y fluctúan según las circunstancias, de acuerdo con los hechos… La imaginación salta por momentos o etapas, breves y potentes, extensos y plenos de encantamiento.

Frente al espejo… Ver su cara, llamar la atención, empezando por sí misma enmarcando en sus largos dedos los labios. La mirada que parece “volar” en la búsqueda de convencer, de convencerse. Y, en oportunidades, se continúa ante los demás… Sentada, mirando ¿desafiante? desde una sonrisa, mientras el vestido la exhibe mostrando solo sus pantorrillas, los brazos, aunque pueda ofrecer más o, por qué no, todo.

¿Podrá conocer con cierta precisión qué es real y existe? ¿O qué solo es fantasía sin fronteras? ¿Exhibición? ¿Provocación? ¿Autosatisfacción? ¿Enfrentar inseguridades, más ciertas, menos ciertas?

Escenas entre la mente y el cuerpo queriendo algo, que es probable ni ella, ni nadie pueda explicar. Nada mal. Fabricante de deseos, soñadora de futuros… Nada mal, menos aún para elaborar juegos, con la decisión plena de jugarlos hasta el fin.

¿Qué juego? Alguno…

Para acompañar la lectura o disfrutar solo la música, a un clic de distancia “When I Fall In Love”, grabado en el Hitomi Memorial Hall de Tokio (26/10/1986) por Keith Jarrett, piano; Gary Peacock, contrabajo y Jack DeJohnette, batería. Cuídense mucho.

Norberto Tallón

@betotallon