Crucigrama: El Chavo del 8

El gran “muñeco” de Chespirito – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Roberto Gómez Bolaños, actor, comediante, dramaturgo, escritor, guionista, compositor, director y productor de televisión, fue Chespirito. Nació en 1929 en Ciudad de México y murió en Cancún en 2014. Uno de los grandes hacedores de humor en habla hispana.

Respetado y admirado en el mundo por crear y protagonizar, entre muchísimas más, series de televisión como “Chespirito”, “El Chapulín Colorado” y su “muñeco”… “El Chavo del 8“, uno de los personajes más “presentes” en la historia de la televisión latinoamericana, de inmensa popularidad, con una audiencia diaria, en más de 50 países, de casi 100 millones de espectadores.

Encuadrada en la Comedia de situación (Sitcom) producida por Televisión Independiente de México (TIM, integrada luego a Televisa), salió al aire como independiente el 26 de febrero de 1973 por Canal 8, desde 1973 en el Canal de las Estrellas y finalizó, tras 290 episodios, el 7 de enero de 1980, con dirección de Enrique Segoviano. El tema musical de apertura fue “The Elephant Never Forgets” del dúo Perrey (Jean-Jacques) & Kingsley (Gershon). Utilizado sin permiso, más tarde, recibió una demanda judicial que devino en una fuerte condena económica.

El programa ambientado en esa época cuenta, generalmente en tono cómico, la vida de un grupo de personas que habita en una vecindad mexicana (vivienda urbana multifamiliar, similar a los conventillos rioplatenses). Espacio de sucesos y discusiones entre “todos” los vecinos y allegados. La idea surgió de un sketch escrito, un par de años antes, por Gómez Bolaños acerca de un niño pobre de ocho años en una discusión con un vendedor de globos en un parque.

Se desarrolló para cada una de las familias e integrantes caracteres personales distintivos. El creador pensó, primero, en un público adulto, no el infantil, aún cuando fueran adultos actuando de niños. Tanto que siempre dejó claro: “Yo nunca pretendí que la gente creyera que éramos niños, sino que aceptaran que éramos adultos interpretando a los niños”.

El Chavo, es huérfano, suele meterse en problemas con el resto, por ejemplo Don Ramón, Doña Clotilde y Doña Florinda, a causa de malentendidos, distracciones o sus travesuras. Convive metido en un barril de madera situado en el patio con sus amigos Quico y la Chilindrina. En cada capítulo aparece el uso de bromas, slapstick (Humor físico: porrazos, payasadas, golpes, etc.), ironía, situaciones de repetición y graciosas que involucran al elenco y, asimismo, la inclusión de risas grabadas para acentuar escenas. Fuera de la vecindad, pero visitantes cotidianos, el Señor Barriga, su hijo Ñoño, el profesor Jirafales y Popis. Es posible observar, alrededor del ámbito común, el departamento 14 (Quico y su madre Doña Florinda), a su derecha la habitación 71 (Doña Clotilde) y el 72 (Don Ramón y su hija la Chilindrina). Existen unas escaleras, un departamento 23, pocas veces visto interiormente, una fuente, después de un pasillo entre los apartamentos 71 y 72.

Los protagonistas son Gómez Bolaños como El Chavo, uno de sus rasgos propios es la “garrotera”, el cuerpo se encorva y mantiene paralizado, ante situaciones de miedo, se lo “rescata” arrojándole un balde de agua fría. Carlos Villagrán es Quico: nueve años, su nombre real es Federico. En una emisión se relata que su padre era marinero, por ello viste ropa de tal, presumido y envidioso al mismo tiempo. El rol de la Chilindrina a cargo de María Antonieta de las Nieves, “traviesa, pecosa e inteligente” de 8 años, amiga de los mencionados. Enamorada del primero rivaliza con Paty, a su vez interés “romántico” de éste el algún momento. Ramón Valdés interpreta a Don Ramón: desempleado con una deuda de 14 meses de alquiler con el Señor Barriga, de quien intenta esconderse. Florinda Meza le da presencia a Doña Florinda, una mujer “soberbia, engreída y altanera”, acostumbra a menospreciar al resto por cuestiones de dinero y los llama “chusma”. Está enamorada del profesor Jirafales, actuación de Rubén Aguirre, maestro de la escuela primaria a que asisten los niños del lugar, con una expresión especial al enojarse: “¡Ta, ta, ta, taaaa, tá!”. Su gran estatura motiva chistes y burlas entre los pequeños. Édgar Vivar a cargo del Señor Barriga, dueño de la vecindad y la constante tarea de cobrar la renta de los inquilinos. La mayoría de las veces “un golpe” de El Chavo es lo que lo recibe. Angelines Fernández encarna a Doña Clotilde, señora soltera que habita el departamento 71, los niños suelen mencionarla “La bruja del 71”, a raíz de su excéntrico comportamiento (su perro se llama Satanás, y ha realizado una sesión espiritista). Cautivada, secretamente, por Don Ramón.

Participan habitualmente, quienes concurren a jugar, Ñoño (interpretado por el mismo Vivar), hijo del Señor Barriga, la Popis (rol de Meza), sobrina de Doña Florinda, gangosa, siempre con una muñeca: Serafina. Hay otros actores y personajes incorporados cuando culminó el programa y pasó a ser un segmento de otra producción de Chespirito, en la que prosiguió hasta comienzos de los años 90.

El éxito de “El Chavo del 8” era, en 1973, de tal magnitud, con su difusión en varios países de Hispanoamérica con altos niveles de televidentes, para 1975 se estimó esa cifra superior a 350 millones. En total, se dobló en 50 idiomas diferentes. En el ‘78 Villagrán, por conflictos respecto a la autoría de su personaje, dejó la comedia, al año siguiente Valdés, debido a motivos personales, también desertó.

El reparto principal realizó, desde el ’77, giras por otros países en que actuaban y bailaban. Visitaron el Estadio Nacional de Chile en Santiago, doble función en el día, y en Viña del Mar el Anfiteatro de la Quinta Vergara, el venezolano Poliedro de Caracas, el Luna Park, en Buenos Aires (durante una semana), en nuestra Argentina sumaron a los estadios Malvinas Argentinas (Mendoza), el José Luis Hirschi (El viejo estadio en Estudiantes en la 1 de La Plata) y Mario Alberto Kempes (Córdoba); el Coliseo Amauta, en Perú, el estadio Ramón Tahuichi Aguilera en Santa Cruz, Bolivia, el Madison Square Garden en Nueva York y los más importantes escenarios del resto del continente.

Producto de semejante y prolongada repercusión tuvo derivaciones en distintos productos que el marketing reclamaba y se extendió a posterior. Bolaños escribió el libro “El diario del Chavo del Ocho” (1995), se estrenó el dibujo “El Chavo animado” (2006), un musical “El Chavo animado: Show en vivo” (2010), un videojuego para consola Wii (2012) y aplicaciones para Facebook y dispositivos móviles de Apple. Hasta 2011 aún era transmitida en 20 países. Trascendió como uno de los programas cómicos más importantes en la historia de la televisión hispanohablante.

A un clic de distancia, si bien lo hemos seguido mirando con asiduidad, al menos un “ratito” a lo largo de tres décadas del “cierre” oficial, un par de minutos para recordar algunos momentos. Es válido decir, en otro sentido, que los cambios en la manera de observar y valorar hechos sociales, en otros tiempos cotidianos, se percibieron y criticaron comportamientos no deseables, más aún en el terreno infantil.

Cuídense, por favor.

Norberto Tallón