Crucigrama: ¿El progreso destruye la belleza?

El “parisino” Pasaje Seaver – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

La porteña manzana del barrio de Retiro rodeada por Avenida del Libertador (Paseo de Julio) y las calles Carlos Pellegrini, Cerrito y Posadas, desde 1893 estuvo cortada por otra calle de una sola cuadra, de 135 metros de extensión y numeración del 1600 al 1700, en la ciudad de Buenos Aires. Se llamó temporalmente Artes Segunda o Segunda Artes (Artes era la denominación de Carlos Pellegrini), para convertirse por ordenanza municipal, ese mismo año, en el Pasaje Seaver. “Desapareció del mapa” entre 1978 y 1980, demolido para prolongar la Avenida Nueve de Julio. En su lugar, hoy, está el acceso a la Autopista Illia.

Llevó el nombre del marino estadounidense Benjamin Franklin Seaver, que luchó al mando del almirante Guillermo Brown, y murió en el combate de Martín García en la Guerra de la Independencia.

El pasaje, en la zona del Socorro, se creó alejado de lo que sería más tarde la zona con grandes residencias y edificios. Su panorama eran caballerizas, carbonerías y un parador de estibadores, hasta que fue “contagiado” por el nuevo entorno. Los arquitectos de los primeros años del siglo XX tomaron el modelo urbano del “quartier” parisino, que aprovechó su ubicación para ser “factor sorpresa” de la característica monotonía colonial de la ciudad.

Voces de época dejan claro su particular encanto por la semejanza con callejuelas del barrio de Montmartre en París. Asimismo, su ambiente de arrabal, el empedrado, farolas de hierro forjado y las escaleras que subían hasta la Plaza Tedín, igualmente arrasada.

Vivieron allí recordados personajes del ámbito artístico y bohemio porteño: el novelista y autor teatral Jorge Masciángioli, el modista Paco Jamandreu, las vedettes del “Folies Bergere” May Avril y Xenia Monty, el poeta Alfredo Martínez Howard, el escultor Gonzalo Leguizamón Pondal, el arquitecto Enrique Blaquier, el embajador Enrique Ruiz Guiñazú, la pintora Bibí Zogbé y Juan José Sebreli, entre otros.

Funcionó el estudio fotográfico “Nicteo”, de Enrique Grimberg. Un corralón fue sede de la “Fundación Ars Musicalis”, con un coro dirigido por Jesús Gabriel Segade. Estuvo ubicado por años el cabaret (“Amok” luego “Can Can”) de la alemana Lisselotte Wagner, escenario de los primeros espectáculos con travestis.​

A poco del 17 de octubre de 1945, en un atelier, delegados gremiales acordaron la fundación del Partido Laborista. A fines de los 60 era frecuentado por varios músicos pioneros del rock nacional. El escritor Miguel Grimberg contó que “Durante esas noches Moris y Tanguito interpretaban sus canciones sentados en la escalinata”. En 1912 se había aprobado el proyecto, culminado siete décadas más tarde, de la prolongación de la 9 de Julio.

En 1971, en la revista “Panorama”, Carlos Ulanovsky cerraba una nota: “Un aliado de la maravilla de Retiro puede ser la burocracia estatal, un virus que -paradójicamente- puede salvarle la vida a Seaver, cuanto menos, por 15 años más”. Un grupo de vecinos, Comisión de Amigos del Pasaje, impulsó la declaración de “interés turístico y cultural”. No era tiempo de cultura en la Argentina y el final llegó.

A un clic, “Pasaje Seaver”, de y por Juan María Solare. Pianista, compositor, director orquestal y docente argentino. En la actualidad trabaja en un doctorado de educación musical en la Universidad Complutense de Madrid (España).          

Norberto Tallón

(Twitter) @betotallon