Los descubrimientos, inventos, resultados de investigaciones y desarrollos, hacen cada día que la cultura de cada lugar (con los impedimentos económicos, las tragedias bélicas, las “construcciones” de poder que limitan, en una cuantía de los casos fuerte o brutalmente, el tránsito del camino), están en constante cambio, evolución, etc. incluso más allá de lo que cada uno pueda asimilar y, también, los errores que, a veces, la rapidez es posible provoque.
Es válido recordar, antes que nada, lo que mucha prensa confunde/olvida/ignora/manipula y, entonces, la “destripa” en disciplinas (Ej. Deporte, música, política, economía y todos y cada uno de los fragmentos que se les ocurra), considerando a la Cultura como “una más” de ellas, cuando es la comunión de todas ellas. Parece que siquiera han leído el diccionario, la Real Academia Española (Actualización 2023) ofrece dos acepciones precisas para el vocablo: 1) Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo, comunidad, nación. 2) Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico -educación, erudición, sabiduría, instrucción, ilustración, formación-.
Sigamos… Se ha relatado en esta columna de lo que “ya no está” o a decir, como conclusión inevitable, de Homero Manzi “Ya nunca me verás como me vieras”, desde el vamos no está la vidriera que cantó en “Sur”, y si de cantar se trata la gran Mercedes Sosa proclamaba el “Todo cambia” y, siendo específicos, es natural que la ciudad cambie, con un escaparate, colores, decoración, rubro que un comerciante decida para su negocio…
Claro que desde, pongamos, poco más de medio siglo hasta hoy, esta ciudad (igual que diferentes puntos en el resto del país), que me niego a llamar “autónoma” (Y tiene una explicación extensa en distintos planos) de Buenos Aires viene sumando “pérdidas” trascendentes (porque lo son cuando se “altera” la memoria y el significado de la que era su necesaria existencia). Algunos por una autopista que habría podido modificar mínimante su traza, otros al incumplir leyes que prohibían su demolición, decisiones de legisladores locales, tal vez, con “buena voluntad” y un gigante desconocimiento, tantos que corrieron distinta suerte por razones comerciales pero, al menos, debieran por significación tener una “plaquita” (aunque más no sea que los recuerde).
En una simple mención de algunos “faltantes” hay que citar el Pasaje Seaver, bajando de Posadas a Libertador, el Teatro Odeón en Esmeralda casi Corrientes, los nombres míticos de la manzana donde Borges poéticamente sostiene la Fundación de la ciudad, “El Viejo Almacén”, el “Caño 14” y tantísimos edificios, cines, teatros, bares, cafetines, históricos lugares en los barrios más antiguos, las casas de sobresalientes personalidades del país, canchas o viejos estadios de fútbol olvidados, hasta la Lavalle de los “cines” convertida en un “bosque de arbolitos” con “cambio” pero no de follaje. Una infinidad de lo “no recuperable”.
Asimismo, existe lo que no tiene la utilidad de otro momento, o ninguna, pero quedó abandonado sin esperanza, incluso, que alguien dijera lo “pongo en valor”. Alambrados cuadriculados que limitan espacios que durante años fueron muy transitados y han “dejado el paso” a grandes baldosones sin encanto ni tradición, hierros manchados de óxido con pintadas y grafitis desconocidos con la caducidad de décadas, años o días, parte de estructuras sostenidas, a su vez, por otras con gruesos tornillos y a modo de protección, más alambre… que lleva a la materialización de aquella frase “lo arreglamos con alambre”. Espacios verdes “elevados” a estar con el pasto sin cortar, “millones” de hojas desparramadas según la época del año, el recuerdo de los escalones que permitían accesos, caños de desagüe sin comienzo ni final ni contenido que volcar.
Indudable: hay que sumar para explicar a lo narrado la inmensa cantidad de sitios cerrados, de cualquier actividad, con la sensación de un resultado sin vuelta atrás. Consecuencia, quizás, en muchos episodios del golpe de la Pandemia, de un intento de recuperación difícil. Sin embargo, lastiman la vista, en tiempos muy cercanos, la falta de “gente comprando” en cualquier rubro, hasta los inimaginables, la tristeza de mesas vacías, a cualquier hora en una amplia mayoría de locales gastronómicos (tanto para tomar un té o una comida), por allí, desde los más accesibles hasta los de un mediano costo. Los más caros, quién sabe, sean otro “cuento”. La profunda soledad de las calles y hasta en la mayoría (al margen de los que confirman la regla) de los centros que debieran tener una concurrencia importante.
Por todo eso y una inagotable lista, no es difícil cantar la ya mencionada línea de Homero, tampoco resistir la tentación a “coquetear” con los versos en vez de, se me ocurre, contemplarnos a nosotros mismos, de frente a nuestra conciencia, buscar en el propio archivo personal equivocaciones propias y saber que, seguramente, algo se ha hecho mal para que encontremos esos mojones irremediables.
Un inventario rubro por rubro. Debilidades y fortalezas, cuándo se dio lo que correspondía y en lo que, todavía, falta mucho o poco que la inteligencia y energía hagan lo suyo. Etapa por etapa, ya que nunca y nada, es antiguo del todo (Ver la “vieja Europa y sus joyas de arquitectura medieval que perduran y nadie quisiera derrumbar). El presente deja de ser en un solo instante y el futuro se construye, sin dudas, de ambos.
Sin llorar mentiras, traiciones, embustes sufridos y, porque no, provocados. Pero sí enarbolar las certezas, sacarlas para llevarlas a mano y conocer que somos capaces en el goce del derecho a la Libertad y vida con dignidad. La convicción de “estar“, para levantarse cada mañana, en un mundo en que la “equivocación forzada” o el terror no sea la única respuesta para justificar determinados actos, siempre, en los “terceros”, porque el paradigma sugiere que la culpa es de los otros. Es el fundamentalismo (exigencia intransigente de sometimiento a una doctrina o práctica establecida, dice la RAE) de una manera u otra de, casi, todas las partes, seguro, omnipotentes al contagio de la sensibilidad. Y nosotros… con el bagaje individual, en el medio y mirando al fiel de la balanza muy alejado para que una paz vital y necesaria sea real.
A un clic de distancia, video del 13 de marzo de 1993, en el estadio “Nemesio Camacho-El Campín” de Bogotá (Colombia), Pablo Milanés invita a Piero a cantar “Coplas de mi país”, obra del querido “Tano” y José Tcherkaski. Publicación del sitio “Piero-Videos” en YouTube.
Escucharla es mezclarse en las “cosas que pasan” y nos traspasan, completar lo que no ha sido escrito en esta nota…
Este es un adelanto de cuatro versos que se repetirán en sus oídos. Cuídense mucho, muchísimo más, como nunca antes.
“Las cosas se cuentan solas.
Solo hay que saber mirar”
…
Porque a esta puerta del río, país,
le apuñalaron el sol…”
Norberto Tallón