Los relatos del “¡Calla, calla, que me desesperas! – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Primero. Salvo alguna ocasión o imposibilidad de otro “método”, no suelo escuchar partidos de fútbol por radio (Nervios). Tengo claro, sí, que el relator radial debe imprimir, para «enganchar» la imaginación del oyente, cierta emoción, vértigo, fantasía que, tal vez, no existe o no tiene la intensidad «necesaria» en la realidad. Entonces ese «toque» de magia.

Pero, obvio, está la televisión donde, quizás, el narrador debiera (opinión personal) simplemente mencionar los nombres de los jugadores o señalar las incidencias de juegos (Gol, fuera de juego, penal, tiro libre, saque lateral, etc.).

Con todo respeto, sin identificarlos ya que no es el objetivo, el asunto es el uso de neologismos futbolísticos o las divergencias de origen de otros.

Hay quien cuenta sobre el funcionamiento de un «Bloque Alto» y un «Bloque Bajo» cuando desde el comienzo de los tiempos, en el Londres del Siglo XIX, con Ataque o Defensa bastó para identificarlos sin la obligación de decodificar.

Siempre se denominó «pase a domicilio» los casos que el tenedor de la pelota la trasladaba, prácticamente, recorriendo el espacio y entregarla desde no más de un metro del receptor. Hoy hay quien utiliza, con suma frecuencia, la frase para destacar un buen pase desde cualquier distancia, que tiene y se entiende esa definición.

A un tiro libre o de esquina, que supone cierto peligro de gol, la descripción es que el equipo atacante con un centro de altura «busca convertir desde el segundo piso de la cancha». Hasta ahora se han visto estadios con varios pisos, pero el campo solo tiene uno y si hubiera más el mencionado sería el «primer piso». Otro declama «¡Eso sí pasó cerca!», sin tener el límite de distancia para hacer atendible la referencia.

Se suma la discusión trasladada desde el árbitro al VAR (la asistencia tecnológica en video) sobre determinadas circunstancias, sin olvidar el atosigamiento de estadísticas, el equivocar los reales o el real protagonista de una jugada adjudicándola a otro, el constante cambio del ‘punto de vista» del encuentro según convenga.

Cerremos con las charlas con el comentarista, normalmente sin interés o intento de mostrar conocimientos, aunque a veces están lejos de ser tales… ¡Ah! Los saludos a televidentes alentados por acertijos innecesarios a través de las redes sociales y, por supuesto, a amigos y auspiciantes.

Disculpas. No hay mala intención, pero es posible hacer el trabajo sin «inventar» nombre o descripción a lo ya lo tiene, incluso desde las mismas reglas.

Si se avanza puede que la parodia, a un clic de distancia, del recordado Maestro Miguel Gila se escuche en cualquier instante…

Disfruten y cuídense.

Norberto Tallón

Twitter: @betotallon