Más temprano o más tarde… con un dolor inmedible, porque estamos, también, encerrados en la duda y la incertidumbre.
Transitando el tiempo de la ciencia, de los cuidados, de los enojos, de los por qué.
Embarcados, no como una religión sino por fortalecernos, en la Esperanza, en la Fe…
En lo más íntimo, tomando una convicción militante, sabemos que los “malos vientos” se esfumarán. Y se podrá (con distancias, barbijo, o no, que hoy nos protegen), retornar, tal vez poco a poco pero sin miedos, a lo cotidiano de nuestras vidas.
Elaborando el deseo de la compañía, en ese momento, de la certeza en la reflexión sobre pasado y presente, la mirada interior, apartar la ronda de los temores, el despertar con la idea de que no fue posible “zafar”. La paranoia pandémica “embalada” para dejarla por siempre en un rincón.
“Este día empieza a crecer Voy a ver si puedo correr Con la mañana silbándome en la espalda O mirarme en las burbujas Tengo que aprender a volar Entre tanta gente de pie”.
Las ciudades retornarán a su constante ida y vuelta, los campos y los caminos abrirán el avance en procura de reparar una paz interior deseada.
El sol, la oscuridad de la noche, el viento y la lluvia “estallarán”, después del intervalo que procuró el “Quedarse en casa”, a sentirse en la piel, percibirse en la mirada, en el disfrute de empaparnos. Y seguro no molestarán, al contrario, otorgarán una gratificación antes no valorada.
“Cuidan de mis alas unos gnomos de lata Que de noche nunca ríen Si la lluvia llega hasta aquí Voy a limitarme a vivir.”
Porque, si bien la existencia es finita, no debe ocurrir que su desenlace sea por una agresión dolorosa, desconocida e impiadosa.
Por ello, seguro, llegará ese, y esos días de la Vida.
Los versos son de Luis Alberto Spinetta, de su “Canción para los días de la vida”. A un clic de distancia, su versión en el B.A.Rock 82, en Obras Sanitarias. Cuídense.
Norberto Tallón
Twitter: @betotallon