Al cantante, músico y director teatral Víctor Jara, el 11 de septiembre de 1973 el cruento golpe militar contra el presidente Salvador Allende, lo encontró en la Universidad Técnica del Estado, allí fue detenido por la ya instalada dictadura militar, con profesores y alumnos, dada su militancia en el Partido Comunista del país y trasladado al Estadio Chile (el más importante de Santiago, fundado en 1969, hoy lleva su nombre), convertido al instante por las fuerzas armadas en un campo de concentración, allí en los tres días de “internación” escribió su último poema “Somos cinco mil” (conocido, asimismo, como “Estadio Chile”, descriptivo de la situación, en ese lapso fue torturado, brutalmente golpeado, con las culatas de las armas le fracturaron las manos, a patadas le quebraron las costillas, simularon fusilarlo y estuvo aislado sin alimentos (datos de una segunda autopsia, año 2009).
Cinco días más tarde, 16 de septiembre de 1973 (Hace 51 años el próximo lunes) fue acribillado de 44 balazos en el estadio y el cuerpo abandonado, hallado por vecinos, el día 19, en matorrales al sur de la capital (Población Santa Olga), cercano al Cementerio Metropolitano, el costado norte continúa en un parque que también ha sido nombrado en su recuerdo, a orillas de la carretera 5 Sur. A su vez estaban los cuerpos del director de Gendarmería Littré Quiroga y el director de la Policía de Investigaciones Eduardo “Coco” Paredes. El cadáver fue a un depósito como N.N. Su esposa, la coreógrafa londinense Joan Turner (Joan Jara o Joan de Jara, nacida Joan Alison Turner) lo identificó y sus restos sepultados en el Cementerio General de Santiago (Comuna Recoleta). Los datos citados sobre en esté párrafo (sobre fechas y formas del asesinato), fueron determinados oficialmente, en 1990, por la Comisión de Verdad y Reconciliación.
Asesinado a los 40.
Víctor Jara (Víctor Lidio Jara Martínez) nació, de padres campesinos, 28 de septiembre de 1932, en la provincia de Ñuble (sin certeza y sí polémica del pueblo natal), católico nominal. Cantante, músico (guitarra), autor, compositor, poeta, profesor, libretista, escritor y director de teatro, actor, escenógrafo, gestor cultural, artista discográfico, activista social, político, embajador. Su figura se transformó en referente internacional de la “Canción de Protesta”, parte de su producción, con los géneros de la Música tradicional y la Nueva Canción Chilena. Uno de los pilares de la música latinoamericana.
Tuvo cuatro hermanos, por necesidades familiares trabajó desde niño ayudando en los trabajos del campo. Su madre, desde temprana edad, lo acercó a la música además de la actividad escolar. Se mudaron a Los Nogales, comuna de la Estación Central, ingreso a Santiago. Coincidió en el nuevo colegio con compañeros (los Morgado) cuya familia ante su abandono de estudios le brindó trabajo de transportista. A los 15 años falleció su madre y se disolvió el núcleo parental, en forma paralela, por tres años, fue pareja de la actriz santiaguina Gabriela Medina. Un sacerdote le aconsejó ingresar en el seminario de la Congregación del Santísimo Redentor, en San Bernardo (sur del conurbano capitalino), al respecto señaló “Estaba relacionado con la Iglesia, y en aquel momento busqué refugio en ella… pensaba que me guiaría hacia otros valores y me ayudaría a encontrar un amor diferente y más profundo que quizá compensaría la ausencia de amor humano”. Lo dejó por “falta de vocación” dos años después. Realizó el servicio militar obligatorio como conscripto en la Escuela de Infantería del ejército.
A continuación se sumó al coro de la Universidad de Chile, participó en el montaje de “Carmina Burana”, inicio de su investigación y recopilación folclórica. Unido, a los 24 años, a una compañía teatral (Compañía de Mimos de Noisvander) emprendió estudios de actuación y dirección en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile. En 1957 forma parte del conjunto folclórico Cuncumén (Como solista del grupo grabó su primer disco con villancicos locales), conoció a la cantautora Violeta Parra, quien lo animó con su carrera musical. En 1959 dirigió su primera obra teatral “Parecido a la felicidad” de Alejandro Sieveking, con ella giró por varios países, luego montó y dirigió algunas otras y en 1961 con el Cuncumén, como director artístico, viaja a Países Bajos, Francia, Unión Soviética, Checoslovaquia, Polonia, Rumania y Bulgaria, y con él registrará un disco de Larga Duración “LP Folclore chileno”. Ese mismo año compuso su primera canción “Paloma quiero contarte”, el siguiente dirigió para el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCH), asistencia de dirección, dirección y montaje en el canal de televisión de la Universidad de Chile. Gira por La Argentina, Uruguay y Paraguay. Compartió su actividad teatral con la composición musical: en 1965 dirigió “La remolienda” de Sieveking y montó “La maña” de la irlandesa del siglo XIX Ann Jellicoe, recibió por ellas el “Laurel de Oro” y el Premio de la Crítica del Círculo de Periodistas.
Director artístico del grupo Quilapayún, entre 1966 y 1969. Hasta el ’70 solista en la “Peña de los Parra”. Siguió con el teatro, en el ‘66 registró su primer álbum solista, “Víctor Jara”, en la compañía Arena. Con la filial chilena de Emi-Odeón, un año más tarde, lanzó con Quilapayún “Canciones folclóricas de América”. 1969, montaje de “Antígona”, de Sófocles, para el elenco de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica. Con el tema “Plegaria a un labrador” ganó el primer premio en el primer festival de la Nueva Canción Chilena. En Helsinki (Finlandia) participó en un acto mundial de protesta por la guerra de Vietnam. Editó “Pongo en tus manos abiertas” en que aparece “Preguntas por Puerto Montt”, inspirado en la masacre de Pampa Irigoin (Puerto Montt), en que murieron once personas (incluido un niño de tres meses) durante la represión policial del gobierno de Eduardo Frei Montalva. En Berlín (1970) fue parte en la Conversación Internacional de Teatro y en Buenos Aires del Primer Congreso de Teatro Latinoamericano.
Ya era parte en la campaña electoral de Unidad Popular y presentó el disco LD “Canto libre”. Al asumir Salvador Allende como presidente, fue nombrado embajador cultural, en el ‘71 compuso la música, con Celso Garrido Lecca, para el ballet “Los siete estados”. Acompañado por Isabel Parra e Inti-Illimani, se adentró en el Departamento de Comunicaciones de la Universidad Técnica del Estado. Con la discográfica Dicap, publicó “El derecho de vivir en paz”, “Laurel de Oro” a la mejor composición del año. Compositor en la Televisión Nacional de Chile, investigó y recopiló testimonios para su disco “La población”. Estuvo en Unión Soviética y Cuba, dirigió el homenaje a Pablo Neruda por la obtención del Premio Nobel.
Campesinos de la comuna de Ránquil lo invitaron a realizar una obra musical sobre ese lugar y, por su compromiso social, formó parte en trabajos voluntarios para evitar se paralizará el país por una huelga de camioneros. Durante 1973 apoyó y asistió a los actos de Unidad Popular para elecciones parlamentarias. En simultáneo preparó varios álbumes que no podría grabar, solo alcanzó a materializar “Canto por travesura”. Su última presentación fue en Panamericana Televisión de Perú el 17 de julio de 1973.
Los actos de homenaje y entierro, como señaló la entonces directora ejecutiva de la “Fundación Víctor Jara”, Gloria Konig, constituyeron una demanda de “verdad y justicia para el artista y para todos los detenidos, desaparecidos y ejecutados políticos de Chile”. El 19 de enero de 2020 su tumba de Jara fue vandalizada, la sospecha recayó en extremistas de derecha. Recibió múltiples reconocimientos póstumos, entre ellos canciones, obras de teatro, homenajes, su nombre en edificios, teatros placas, etc. Vale indicar la constante edición de su obra musical así como las innumerables versiones de sus canciones en distintos idiomas y decenas de naciones.
Medio siglo para la ¿justicia?
El 29 de mayo de 2009, la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile ratificó el encarcelamiento del ex soldado José Paredes Márquez, acusado de su asesinato, en el tiempo de la ejecución tenía 18 años y era recluta del ejército chileno, confesó la coautoría confirmó los horrores de la tortura, sostuvo que al tirotearlo, ya había muerto por un disparo en la cabeza de un oficial de ejército. El juez ordenó la exhumación para practicarle una segunda autopsia que concluyó que su deceso fue (algunos ya contados en el primer párrafo, por “múltiples fracturas por heridas de bala que provocaron un choque hemorrágico en un contexto de tipo homicida”… golpeado y torturado… se encontraron más de treinta lesiones óseas producto de fracturas provocadas por heridas de proyectil y otros objetos contundentes, diferentes a las heridas de bala”.
El juez Juan Eduardo Fuentes Belmar, en 2007, efectuó una investigación destinada a buscar responsables. Se acusó a Paredes, confeso de disparos, y al coronel retirado Mario Manríquez, responsable del centro de detención, quedando fuera del procesamiento como responsable de la orden del asesinato. De igual manera fue señalado el ex coronel Edwin Dimter Bianchi, conocido como “El Príncipe”. A finales de 2012 el juez especial de la Corte de Apelaciones de Santiago, Miguel Vásquez, decidió enjuiciar a los siete militares que en esa fecha estaban a cargo de los prisioneros confinados en el Estadio Chile: Pedro Barrientos Núñez y Hugo Sánchez Marmonti y como cómplices Roberto Souper Onfray, Raúl Jofré González, Edwin Dimter Bianchi, Nelson Hasse Mazzei y Luis Bethke Wulf. Barrientos fijó, en 1990, su residencia en Estados Unidos, se dictó la captura internacional.
Un programa de televisión difundió en mayo de 2012 una entrevista de los periodistas Luis Narváez y Pedro Azócar en la que Barrientos negó los hechos, afirmando que él nunca había estado en el Estadio Chile, no lo conocía y “no sabía lo que era el cantante Jara”. La viuda, Joan Turner y sus hijas interpusieron demanda en el Centro de Justicia y Responsabilidad (San Francisco /California/Estados Unidos). El juicio civil (2016) de un tribunal federal de Orlando (Florida), determinó que Barrientos, que había obtenido la ciudadanía, era culpable de tortura y del asesinato extrajudicial de Víctor Jara, por lo que el jurado falló que debería pagar una compensación por daños y perjuicios a la familia. A mitad de 2018 Chile reactivó la solicitud de extradición y la justicia chilena condenó a ocho de los militares por los asesinatos de Jara y Littré Quiroga y otra pena extra como autores del delito de secuestro simple. Un ex oficial: cárcel por encubrimiento. El 28 de agosto de 2023 la Corte Suprema de Chile ratificó las resoluciones judiciales anteriores. Uno de los condenados (Hernán Chacón Soto) se suicidó, hasta ahora la policía ¿intenta? detener a dos condenados prófugos.
La oficina del Homeland Security Investigations (HSI) detuvo a Pedro Barrientos el 5 de octubre de 2023, en Deltona (Florida): “Ahora tendrá que responder a los cargos que enfrenta en Chile por su participación en torturas y ejecuciones extrajudiciales de ciudadanos chilenos”, dijo entonces el agente John Condon, encargado del HSI Tampa. El diario “La Tercera” informó que “a las 22 del próximo 28 de noviembre Barrientos abordará en Miami un vuelo sin escalas rumbo a Chile, que tendrá una duración total de ocho horas y 15 minutos, por lo que aterrizaría en el Aeropuerto de Santiago a las 8:50 del día siguiente” y “Página/12”, 4 de diciembre de 2023: “El militar retirado del ejército chileno Pedro Barrientos llegó a Chile deportado desde Estados Unidos para enfrentar a la Justicia por el asesinato de cantautor Víctor Jara, en el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet en 1973. Fue expulsado de Estados Unidos, donde vivía desde hace 34 años, tras perder la ciudadanía estadounidense luego que se determinó que ocultó información a los servicios migratorios”. (A quien le interese es recomendable el documental de Netflix de 2018 “Masacre en el estadio”).
El juez chileno Guillermo de la Barra le notificó los procedimientos dictados en 2012, 2014 y 2016 por otros jueces chilenos, determinando su prisión preventiva y dejándolo incomunicado en dependencias militares “a la espera de diligencias” para aclarar su participación en los hechos. Se sigue esperando de la Corte Suprema chilena la conclusión definitiva sobre la reclusión.
A un clic de distancia, El Último concierto de Víctor Jara (Duración: 1 h 02’ 23″), incluye, entre otras, las canciones “Danza de los niños”, “El arado”, “Te recuerdo Amanda, “Luchín”, “Aquí me quedo” y “Vamos por ancho camino”. Remasterizadas en Chile con el objetivo de preservar el patrimonio histórico a color y con técnicas basadas en IA (Inteligencia Artificial). Publicada en el Sitio “Re:Master” en YouTube.
Cuídense, en todo y por todo. Mucho, pero muchísimo, más que nunca…
Norberto Tallón