Crucigrama: Miguel Fitzgerald

Cuando el Cessna aterrizó en Las Malvinas – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Sesenta años atrás: 8 de septiembre de 1964, se cumplen este domingo, un pequeño avión Cessna 185 con matrícula LV-HUA, que su piloto bautizó “Don Luis Vernet” aterrizó en la capital de las Islas Malvinas y, en un alambrado del hipódromo local, colgó una bandera argentina.

Entregó a lugareños una proclama con la solicitud la remitieran a su gobernador. Una gran cantidad de vecinos fueron su compañía hasta emprender, antes de ser atrapado por la policía local, el regreso hacia el continente. Estuvo en tierra argentina, usurpada desde 1833 por fuerzas coloniales británicas, solo quince minutos.  

Al comando de Miguel Fitzgerald el vuelo se realizó desde la ciudad de Río Gallegos (Provincia de Santa Cruz) hasta la pista del hipódromo, como se dijo, de Puerto Stanley. A ese momento muchos aviadores tenían esa idea, pero él (entonces vecino de Caballito) secretamente se decidió. Tuvo conversaciones para lograr cobertura de prensa con el diario “La Razón” y su director no manifestó desinterés. Sí le atrajo a “Crónica”, que ofreció apoyo económico si viajaba un fotógrafo, lo que no se consensuó. Un amigo, empresario, fundador y presidente del Aero Club Monte Grande (Gran Buenos Aires), cuyo aeródromo lleva su nombre, Siro Alberto Comi le prestó el avión y financió el combustible. La partida fue desde allí, el 6 de septiembre, con rumbo a Río Gallegos. A las islas condujo sin hoja de ruta y con cálculos propios para no ser captado por los radares.

Algunos fragmentos de su relato sobre el suceso: “Navegando entre nubes, advertí algunos claros que me permitieron fijar la situación de las islas, orientándome entre la isla Gran Malvina y la isla Soledad cuando vi el canal de San Carlos. La bandera británica ondeaba sobre la residencia del gobernador, mostrándome la dirección de los vientos, cosa que aproveché para aterrizar, después de describir varios círculos sobre la población. Tomé tierra en un campo de carreras de caballos… Si hubiera anunciado mi intención, declarándola en la hoja de vuelo, no habría sido autorizado a salir. El mismo día que cumplí los 39 años besé a mi mujer y a mis hijos me encaminé hacia el avión, cuyos asientos habían sido sustituidos por tanques de combustible y en el que había un equipo de radio y un teléfono. Con provisiones de chocolate y café levanté vuelo… Mi vuelo había sido registrado por Gran Bretaña. Si así no hubiera sido, habría tenido que repetirlo, no por animosidad contra el país ocupante sino en defensa de lo argentino. Olvidaba decir que el episodio había tenido un curioso prefacio: horas antes de emprender el vuelo, los habitantes de las Malvinas habían escuchado por las principales radioemisoras de Buenos Aires un mensaje que decía: “Isleños: no se asusten. No les haremos daño. Nuestras fuerzas llegan a la una de la tarde”. Exactamente a esa hora yo aterrizaba entre ellos… El mensaje entregado al gobernador británico decía: “Yo, Miguel Fitzgerald, con todo el derecho que me da ser ciudadano argentino, les exijo que se retiren de las Islas Malvinas”.

A la vuelta fue recibido por una multitud reunida en el aeródromo metropolitano de Buenos Aires (Hoy Aeroparque Jorge Newbery), que lo saludó como a un héroe. Luego lo sancionó Fuerza Aérea Argentina, iba a retirarle su licencia, pero ante las masivas expresiones de apoyo al piloto, el presidente Arturo Illia decidió anular el castigo.​ Miembros de la organización política Movimiento Nacionalista Tacuara lo subieron a un jeep y lo llevaron a dar vuelas por toda la ciudad. El único periódico que vendió ejemplares fue “Crónica”: cubrió la noticia con el titular “Malvinas: hoy fueron ocupadas”.

El viaje causó una protesta del Reino Unido en Naciones Unidas (ONU) rechazada tajantemente por el gobierno argentino, alegando no estar involucrado en el hecho. Londres decidió destacar en las islas un contingente permanente de Royal Marines  y en lo local se decidió que el hipódromo se bloqueara para prevenir la llegada de otro avión argentino. Sin embargo, los obstáculos fueron retirados posteriormente y en 1966 se concretó el “Operativo Cóndor”, el arribo de un avión de Aerolíneas Argentinas tomado por militantes. Cuatro años más tarde, el 27 de noviembre de 1968, un segundo viaje a de Fitzgerald a las islas desde Río Gallegos, esta vez con un avión bimotor Grand Commander, propiedad de “Crónica”, en el que también viajaban Héctor Ricardo García, director del matutino, y uno de sus periodistas, Juan Carlos Navas.

La máquina que cubrió la distancia del periplo llevaba el nombre citado en honor a Luis Elías Vernet (nacido en Hamburgo y fallecido en San Isidro como Louis Elie Vernet), primer comandante político y militar de Las Malvinas e islas adyacentes al Cabo de Hornos en el Océano Atlántico. Un hábil comerciante con el interés volcado en un futuro próspero del territorio en que invirtió y perdió toda su fortuna. El gobernador Manuel Dorrego le ofreció para saldar una deuda pendiente dirigir un nuevo asentamiento y le otorgó la explotación de la isla de los Estados en Tierra del Fuego, además otros beneficios impositivos.

El gobierno de Martín Rodríguez, por decreto del 10 de junio de 1829, lo designó comandante político y militar, la primera autoridad para el archipiélago desde la Independencia de la República Argentina, más allá de diferencias políticas y disputas de pertenencia. Con las familias de cincuenta colonos y gauchos partió hacia su destino. El 30 de agosto del 29, el día de la Patrona de América: Santa Rosa de Lima, se enarboló el Pabellón Argentino, con veintiún salvas de cañón, en nombre del Superior Gobierno la Provincia de Buenos Aires, se constituyó oficialmente en su cargo, se comprometió en el cumplimiento de la legislación nacional, la protección de sus costas y los reglamentos vigentes de pesca.

En mapas de la época (guardados en el Ministerio de Relaciones Exteriores argentino) se observan divisiones de tierras, ubicación de estancias y poblados, incluyendo los fundados pueblos “Rosas” y “Dorrego”, aparece la parte sur de la isla Soledad, denominada Lafonia por los ingleses como  Península de María y en sus cercanías el Rincón de San Martín. El mismo día colocó cuatro baterías, “Fuerte Federación”, para la defensa del asentamiento, ante la ausencia de personal militar se organizó un grupo de colonos armados. Vernet hablaba de unos 300 habitantes, la mitad fijos, aproximadamente 150 originarios de Santiago del Estero, Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, también paisanos uruguayos del Litoral argentino y tehuelches patagónicos. Detener el saqueo extranjero de animales y conservar la población de focas, para las actividades propias, era el objetivo. Este acto fue disputado por los cónsules de Gran Bretaña y Estados Unidos en Buenos Aires, que sostenían el derecho a seguir explotando los recursos naturales.

Un año después, un incidente con tres pesqueros estadounidenses motivó que el comandante general se retirara a Buenos Aires a fin de presentar judicialmente el pedido de un fallo al respecto, ante el desconocimiento diplomático. Quedó a cargo su segundo. A fines de ese año, marinos de la corbeta de guerra “USS Lexington”, capitaneada por Silas Duncan, incursionó en Puerto Soledad cometiendo gravísimos hechos: rapiña de bienes y propiedades, destrucción de instalaciones de artillería, así como pobladores principales tomados prisioneros, de manera ilegal trasladados a Montevideo en El Uruguay. En junio de 1832 el encargado de negocios Francis Baylies presentó desmedidas exigencias que ponían en duda la soberanía de nuestro país por lo que el gobernador, Juan Manuel de Rosas, declaró a Baylies “persona non grata” y emitió los pasaportes de rigor.

Vernet regresó a Puerto Soledad, sin recursos para reconstruir  y defender, pero continuo en la tarea de planificar sobre el asunto, solicitándolos al gobierno tanto humanos como armamento. Por decreto se eligió a José Francisco Mestivier como Comandante interino. El 19 de noviembre, Vernet y su familia abandonaron las islas para siempre. El 2 de enero de 1833 con nuevo interino (capitán José María Pinedo) las naves de la corona británica, invadieron el territorio argentino, al mando del capitán John James Onslow que envío a la fragata “HMS Clio” lanzar un ataque contra Puerto Soledad. En agosto, en Soledad, se produce un alzamiento gaucho, conocido como “la sublevación el Gaucho Rivero (por el entrerriano Antonio Rivero)”, que dejó cinco muertos.

La historia, por inexistencia en este caso de documentación, no brinda unanimidad de veracidad plena ni opinión sobre los hechos, por contrario produce y amplía fuertes controversias , según sea la versión sobre Rivero: “un asesino y criminal” para los estudiosos anglófilos y un héroe popular, según muchos investigadores argentinos.

Miguel Fitzgerald (Miguel Lawler Fitzgerald) nació en la ciudad de Buenos Aires el 8 de septiembre de 1926, con orígenes irlandeses. Piloto civil y técnico mecánico. Estudios secundarios en la Escuela Técnica Otto Krause. En1942 obtuvo la primera licencia como piloto. En su carrera efectuó vuelos privados, fotografía aérea, taxi aéreo, traslado de aviones desde Estados Unidos, piloto en Aerolíneas Argentinas, vuelos ejecutivos, transporte de cargas, entre otros. En el ‘62, realizó el primer vuelo sin escalas desde Nueva York a Buenos Aires a bordo de un Cessna 210, ese año, a la vez, voló, desde Estados Unidos a Manila en Filipinas, en el mismo aparato, con escalas en Alaska y Tokio (Japón). Su desafío era unir Miami con Manila en menos de 65 horas.

El 27 de noviembre de 2009 fue homenajeado por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. El 10 de junio de 2014, se inauguró el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur en la Ciudad de Buenos Aires, funciona en el predio que ocupaba la Escuela de Mecánica de Armada (ESMA) y allí se expone el histórico Cessna LV-HUA.

Falleció en su departamento de Buenos Aires, a los 84 años de edad, el 25 noviembre de 2010.

A un clic de distancia, el breve cortometraje (3’  19”) “Miguel Fitzgerald”, narración (en off por Pablo Echarri) del vuelo de 1964 que reivindicó el reclamo argentino de la soberanía sobre ese territorio. Realizado con ilustraciones y técnica de animación 2D. Publicado en su sitio en YouTube por el Museo Malvinas e Islas del Atlántico Sur.

Cuídense, en todo y por todo. Mucho, pero muchísimo, más que nunca…

Norberto Tallón