Crucigrama: San Cayetano

Un largo camino de Vicenza a Liniers – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Cayetano de Thiene, en italiano Gaetano, hijo de nobles, nacido en el siglo XV en Vicenza, región del Véneto de Italia, fue un presbítero católico, abogado y diplomático, fundador de la Orden de Clérigos Regulares. Su beatificación ocurrió en 1629, a través del papa Urbano VIII, y por 1671 el papa Clemente X lo proclamó santo, y como tal se lo conoce como el de la Providencia y Patrono del pan, la salud y del trabajo. Los atributos que lo representan son: sotana negra, roquete coral y estola sacerdotal. Su festividad es el 7 de agosto.

Convencido de que la Iglesia necesitaba luchar contra la Reforma y servir a los más pobres, para ayudar en esas necesidades fundó la organización de beneficencia “Monte di Pietà”, luego Banco de Nápoles, una alternativa a los usureros. En Venecia se asoció con un miembro del grupo “Amor Divino” que funcionó en el Hospital de los Incurables. Como carisma apostólico, Gaetano (No parece, entonces, ser un barbarismo sino un “truco” de traducción del Cayetano y San Gayetano, tantas veces escuchado) jugaba con los parroquianos varones, con los que apostaba rosarios de madera, el rezo de oraciones, velas devocionales, o bien servicios y labores manuales en la iglesia. Falleció siendo superior de su orden. Sus reliquias se encuentran en la basílica de San Paolo Maggiore, de la ciudad de Nápoles.

La iglesia y santuario de San Cayetano está situada en el barrio de Liniers, Ciudad de Buenos Aires, Cuzco 150, poco más de una cuadra de las vías del ferrocarril, en el lateral se hallan un convento y un Colegio.

A fin del siglo XIX, las Hermanas del Divino Salvador, llegaron, a pie, desde la Santa Casa de Ejercicios Espirituales de Córdoba al terreno que perteneció, según la documentación, a María Mercedes Córdova, quién los donó en 1830. Así las religiosas, se transformaron en las legítimas dueñas y encararon su labor en la zona: construyeron una pequeña capilla, dedicada a San Cayetano, para servir de asistencia espiritual a los fieles, en otro sector, el convento y un colegio de niñas (actualmente el Colegio de San Cayetano).

La iglesia se inauguró el 30 de septiembre de 1875. El 18 de enero de 1913 monseñor Mariano Antonio Espinoza la erige Parroquia, de estilo románico, y proclama, el Cardenal Juan Carlos Aramburu, Arzobispo de Buenos Aires, la proclamó Santuario de San Cayetano.

Todos los 7 de cada mes recibe a miles de fieles católicos que piden por el pan, la salud y el trabajo. Los 7 de agosto la concurrencia es mucho más alta debido a la fiesta patronal. En los días previos miles de creyentes hacen filas de cientos de metros aguardando el momento de ingresar. Asimismo desde el lugar parte, durante el mes de octubre la tradicional peregrinación juvenil al Santuario de Luján. Además el templo de Liniers es punto de recepción de otras peregrinaciones a pie.

Sólo en La Argentina es considerado “patrono del trabajo”, más allá de que la mención aparezca en estos tiempos con ese carácter para la iglesia toda. Es el santo más popular de nuestro país.

Luego de la canonización de Gaetano, inmigrantes italianos lo trajeron al país. En los albores del siglo XIX un campesino pasó frente a la imagen del santo, camino a su casa y en medio del campo, desconociendo de quién se trataba, volvía tras una muy mala jornada, mala cosecha, sequía, etc. Se bajó de la carreta y le rezó a ese “encuentro inesperado” pidiendo el salvataje de sus tareas y colocando algunas espigas a modo de ofrenda y prometió a Gaetano que si lo ayudaba en su ruego daría a conocer, a todos, quién era. Antes de llegar a su vivienda una tormenta, no habitual, hizo, en principio, se empapara por la bendición a su compromiso.

Entonces, ya se citó, Gaetano se llamó Cayetano, San Cayetano. La importante difusión del milagro de los trigales llevó a sus creyentes seguidores a ofrecerle el origen del pan y pedir estuviera cada día en las mesas de todos. Con el crecimiento de la devoción pasó a ser “el santo de la espiga” y el patrono del pan y el trabajo, como se relataba “sólo” en La Argentina. En otros sitios del mundo el santo del trabajo es San José (carpintero).

Es así que los 7 de agosto, sus seguidores marchan hacía el Santuario de Liniers u otras iglesias a lo largo de la república. Alguien, “jugando” a la historia podría comentar que San Cayetano murió en el siglo XVI y resucitó en el XX. El 29 de octubre de 1929 con el hundimiento de la bolsa en Wall Street, inicio de una terrible década, la economía local siguió el mismo camino, los exportadores quedaron en la quiebra o al borde, la desocupación creció a niveles históricos. La pobreza y la indigencia fueron signo de la época.

En esas circunstancias, tal vez, un “espontáneo” recordó al “santo de la espiga” y lo transmitió. Comienzo de las citas impostergables hasta esa calle Cuzco, casi ferroviaria de Liniers, y en ella, al 150, la parroquia. Parte de las “costumbres porteñas” (pausada por la Pandemia) con el millón de acampantes, previo al 7, para cuidar su lugar que posibilita por unos segundos la intimidad junto a la imagen.

En el mundo San Cayetano, ahora, es sinónimo de La Argentina, pese a su origen itálico. Quizás sea inevitable reforzar, aún más, la predilección por él y, de manera semejante, de él por nosotros.

A un clic de distancia, “Iglesia de San Cayetano, en Liniers. Recorrida”, video realizado por Claudio Antunovich, publicado en YouTube.

Cuídense.

Norberto Tallón