Crucigrama: sin reemplazo

Federico Manuel Peralta Ramos – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Sin reemplazo… porque nadie transitó, al menos su vida pública, con una personalidad irreverente pero tan coherente de semejar incoherencia, diciendo en un verso de apariencia intrascendente las verdades más profundas, con una presencia sin vergüenza de la vergüenza. Se definía: “Pinté sin saber pintar, escribí sin saber escribir, canté sin saber cantar. La torpeza repetida se transforma en mi estilo”.

Artista plástico, educado en el Newman, estudios abandonados de arquitectura en la UBA, símbolo del dadaísmo (Movimiento artístico-literario iniciado por el rumano Tristan Tzara) y de la vanguardia de los ’60. Personaje original y excéntrico que se destacó, con él mismo, como obra de arte. La crítica María Gainza comentó que era “Una suerte de , porteño que hizo del gesto artístico su marca registrada”. Tataranieto de Patricio Peralta Ramos, fundador de la ciudad de Mar del Plata, donde nació. Trabajó en SEPRA, un prestigioso estudio de arquitectos fundado por su padre con Santiago Sánchez Elía y Alfredo Agostini.

Fue parte de la generación del Di Tella, el instituto de arte de Florida al 900, donde también confluyeron, entre otros muchos, Roberto Mackintosh, Marta Minujín, Edgardo Giménez, Alberto Greco, Dalila Puzzovio y Jorge de la Vega. Ganó el Premio Nacional del Instituto Di Tella, en 1965, con la escultura de un huevo gigante de yeso y madera. En “Nosotros afuera” proponía que el artista fuera la propia obra. En el 67 compró un toro premiado en la Rural para exponerlo como objeto artístico. Su padre lo internó en un neuropsiquiátrico y él organizó el “festival del mate cocido” con todos los pacientes. En su muestra del 64 en la Galería Witcomb, entonces en Florida 760, al comprobar que las obras no pasaban por la puerta, pidió un serrucho y las cortó en dos. Era habitué de clásicos reductos de la época, la Galería del Este, Florida Garden y La Biela.

En 1968 ganó la Beca Guggenheim y la gastó toda, en el Hotel Alvear, con un banquete para sus amigos, al que llamó “La última cena” (Hay quienes aseguran que, en realidad, fue en el Grill del Plaza Hotel). La entidad internacional le solicitó la devolución del dinero, a lo que respondió con una carta al director, el detalle del gasto y la explicación: “me dieron esa plata para que yo hiciera una obra de arte, mi obra de arte fue esa cena. Leonardo pintó La Última Cena, yo la organicé». Esa carta está exhibida en la sede neoyorquina de la Fundación. También creó una religión. La “Gánica”, con los principios de “Hacer siempre lo que uno tiene ganas, creer en el gran despelote universal, no mandar, no endiosar nada, regalar dinero y dejar a Dios tranquilo”.

En 1970 grabó para CBS un disco, 1333 copias vendidas en farmacias y disquerías, con los temas “Soy un pedazo de atmósfera” y “Tengo un algo adentro que se llama coso”. Actuó en cine y televisión; desde comienzo de los 70 aparecía cada semana en el programa de Tato Bores, allí sostenía “Soy un pedazo de atmósfera”, “El que se va de Buenos Aires se atrasa porque es la ciudad del futuro” y “Yo soy una estrella porque salgo de noche”. Hacia el final de su vida, por 1992, actuó en el Café Mozart junto a Laura Rivero y Alberto Favero. A los 53 años lo sorprendió un infarto fulminante. Sus frases fueron coleccionadas y recopiladas. En 2003 se realizó una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

En una ocasión le pregunté cuál era la hora ideal para levantarse de dormir. Su respuesta: “Cuando se te va el sueño”. A un clic de distancia un “Federico Puro”, momentos de su última etapa con el Gran Tato. Cuídense mucho, mucho.

Norberto Tallón

Twitter: @betotallon