Crucigrama: Star Trek

Viaje a las Estrellas y “Nuestro Presente” – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

“En el Siglo XXIII, el capitán James T. (Tiberius) Kirk y la tripulación del U.S.S. Enterprise exploran la Galaxia y defiende la Federación Unida de Planetas.”

El 8 de septiembre de 1966 se estrenó en la Cadena NBC de Estados Unidos la serie de televisión de aventuras espaciales, creada por el guionista y productor tejano Gene Roddenberry, protagonizada por William Shatner, Leonard Nimoy y De Forest Kelley, que estuvo en aire durante tres temporadas, hasta 1969: “Star Trek” (Conocida en La Argentina como “Viaje a las Estrellas”). En ese trienio, tuvo películas, historietas, libros. Desde allí, una importante cantidad de secuelas (en las mismas plataformas) que llevaron a su denominación actual “Star Trek: la serie original”, homenajes y continuidad que, seguro, proseguirá por los tiempos. Así como una gran cantidad de fans estudiosos, agradecidos y entusiastas de su contenido a lo largo de la Tierra que, a su vez, la convirtieron en un fenómeno de culto.

Se imaginó en ella un universo del futuro con nuestro planeta en armonía completa, en tanto guerras, hambre, enfermedades, pobreza, ya no eran una amenaza y las diferencias políticas, de raza o religión, inexistentes. Allí, el escenario de este grupo multicultural de exploradores y defensores del espacio.

Expresado lo básico de su génesis, es trascendente comentar lo que era posible observar como curiosidades que el espectador, tal vez, pensaba en “ocurrencias” del autor. Profecías, presagios del carácter, como primer ejemplo, de las que el teléfono móvil, quizás sea la más famosa. Como lo reconoció Martin Cooper, su idea surgió de la tele. Kirk se comunicaba con la tripulación con un aparato que se abría y permitía hablar con su interlocutor con tan sólo nombrarlo.

En aquella época del debut de la historia, las computadoras eran enormes, ocupaban oficinas enteras, con precios desorbitados. El escritor creó un mundo en que eran fundamentales en lo cotidiano, estaban en salas de reuniones o donde fueran necesarias, ya que eran las PC o notebooks de hoy. Asimismo, cuando el capitán firmaba asuntos importantes, disponía de un aparato muy similar a lo que ahora es una tableta o tablet, incluso usaba un lápiz plástico que sería el puntero y, obvio, la pantalla era táctil.

¿Y el escáner médico? Un pequeño dispositivo con que el doctor McCoy era capaz de diagnosticar sin necesidad de abrir el cuerpo de una persona. Una especie de resonador portátil, “antecesor” de la Tomografía Axial Computarizada (TAC) y de la resonancia magnética u otros instrumentos análogos. Para viajar estaba un transportador y pese a que todavía no existe la capacidad de desmaterialización y teletransporte, sí se utiliza una tecnología similar en el actual GPS con sistemas de localización muy similares a los de aquella máquina “sesentista”.

Lograr acumular datos en un dispositivo diminuto, tal los pendrive o memorias USB, no podía ser algo más abstracto (¿surrealista?) entonces, pero en el “Enterprise” había pequeños discos cuadrados y planos de 7 centímetros que se insertaban en la computadora central. Los monitores eran pantallas planas de gran tamaño, cuando los televisores hogareños tenían una de tamaño muy reducido y curvado. Por otra parte, ese “derroche” de pulgadas permitía lo que, en este tiempo, llamaríamos videoconferencias.

A un clic de distancia, un breve documental (poco más de cuatro minutos) “La Tecnología que anunció Star Trek”, en que se encontrarán más “inventos” que fueron “reales” 40 ó 50 años más tarde, sin eufemismos: en este presente, por ello la “bajada” o subtítulo “Viaje a las Estrellas y nuestro presente”. Casi tres siglos antes, Miguel de Cervantes Saavedra ponía en boca de su hidalgo “Don Quijote”: “Cosas veredes, Sancho, que non crederes”.

Cuídense mucho, la Pandemia no terminó.

Norberto Tallón

@betotallon