Crucigrama: Todos los días

Los cafés porteños – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Este pasado martes (26 de octubre), por ley 511 de la legislatura local, en honor a la apertura del Café Tortoni en esa jornada de 1858, se instituyo el Día de los Cafés de Buenos aires. Más allá de lo simbólico de la fecha, en realidad, para los porteños, en el caso específico y para millones en el mundo, es algo cotidiano e insoslayable beber la “poción” y, sin duda, para el espació de una charla o la tranquilidad para reflexionar, leer un libro o repasar un apunte trabajo o estudio. Asimismo, los incontables “¡Mozo!, con el gesto de los dedos para la cantidad y el mayor y el índice que describen, con precisión el pedido, seguido del clásico ¡ya “salen”!

El café, por su parte, tiene una historia no resuelta desde el siglo XIII. Primera parte, los capítulos del “trayecto”: los ancestros etíopes del pueblo oromo (grupo étnico del centro-sur de Etiopía, el norte de Kenia y partes de Somalia) fueron “descubridores” del efecto energizante de la planta. Segunda: De lo anterior no hay señales concluyentes, hasta cuatro siglos después, en que desde Etiopía se extendiera a Egipto y Yemen. Tercera: en tierra árabe los granos fueron tostados y molidos de forma similar al presente. Cuarta: el camino hacia el resto de Oriente Medio, Persia, Turquía (su nombre surgió de la palabra de ese origen: “kahve”, luego con cambios locales), África del Norte, Italia y el resto de Europa, hasta Indonesia y el continente americano.

Hay que sumar las distintas narraciones que adjudican a unos u otros, formas de detectar la acción de esa bebida. El árbol es originario de Abisinia, en el oriente africano. Con la prohibición del Islam del alcohol, el territorio arábigo fue centro de cultivo y propagación. Reprobado, según cada momento, por protestantes y católicos, al llegar a tierras europeas provocó diferencias acerca de él. Londres tuvo su primera cafetería en 1652. Desde allí, los sitios sirvieron, con frecuencia, por la visita de filósofos y letrados encargados de su difusión y la propagación de nuevas ideas.

Pasadas un par de décadas, Berlín y París y luego Viena, también inauguraron cafés. Prohibido en Rusia, cruzó el Atlántico hasta Boston y… Las principales regiones productoras de café están en Sudamérica (Brasil, Colombia y Ecuador, especialmente) Vietnam, Kenia, Costa de Marfil y Hawaii, no por lo cuantitativo sino por su calidad y por la originalidad de sabor.

¿Y aquí? Vale recordar aquel “Café de Marco” en la época revolucionaria de Mayo, y lo ya mencionado para asegurar: ¿Aquí? ¡Estamos! con la persistencia de la costumbre que conlleva la compañía de la charla, por qué no la discusión, la amistad, el compañerismo y la “necesidad” imperiosa de la infusión… Quizás la duda/certeza de cuántos romances se iniciaron con ¿Tomamos un café?

El gran Discepolín escribió “De chiquilín te miraba de afuera, como a esas cosas que nunca se alcanzan…”, pero todos alcanzamos la práctica de ese rito y logramos no mirarlo de “afuera”.

Pero no solo Enrique Santos Discépolo “hizo”, éste, su himno al respecto; la música porteña, el tango, se ocupó de escenografías, personajes y argumentos, con Cátulo Castillo (“El último café”) o Cacho Castaña (“Café La Humedad”), simples ejemplos.

El Tortoni de Avenida de Mayo 825, no es único, sino uno de los puntos históricos de la porteñidad (los turistas eligen conocerlo sí o sí, convirtiéndolo en un punto de difusión cultural por excelencia). Absolutamente representativo de la tradición y espíritu de la avenida, e indudable leyenda ciudadana.

Más allá de la cierta fecha de la apertura, subsisten un par de diferendos con el nombre: un inmigrante francés Jean Touan lo estableció en la esquina de Rivadavia y Esmeralda como “Tortoni”, al igual que un lugar del Boulevard des Italiens, reunión de la cultura parisina del siglo XIX, con una mención del escritor francés Stendhal (Henri Beyle) en su novela “Rojo y negro” (1830). Por otro lado, se afirma que Oreste Tortoni fue quien abrió el café en Defensa al 200. Los últimos propietarios están a favor de la primera versión. En cambio, el historiador Enrique Puccia descubrió que realmente existió una guía en la que aparece el de la calle Defensa y, en sentido contrario, el Gran Mapa Mercantil de la Ciudad de Buenos Aires, de 1870, de Rodolfo Kratzenstein, “confirma” la primera.​

En 1880 fue mudado a la actual ubicación: la planta baja de la residencia de Saturnino Unzué, en la calle Rivadavia, una casa de estilo italiano, planta baja y vivienda en el piso superior, la fachada se conserva muy deteriorada. El fondo de la construcción era lindero con el Templo Escocés de Buenos Aires de la calle Piedras, construido cerca de 1830.​ El intendente Torcuato de Alvear, en 1882, concibió el proyecto de una futura vía (Avenida de Mayo) demoliendo viejas construcciones que se encontraban en su camino, entre ellas el Templo mencionado.

En la bodega, desde 1926, funcionó “La Peña”. Con Benito Quinquela Martín al frente, fomentó la protección de las artes y las letras hasta su conclusión en 1943. ​A ella asistían personalidades, sería largo enumerar, siquiera solo algunos, vinculados con el tema, sumando políticos, figuras populares y visitas internacionales. Habría otra reunión habitual, entre 1962 y 74 (El escarabajo de oro) con una publicación junto a otras dos allí creadas.

Ahora el propietario del café es el Touring Club Argentino. “La Bodega”, en el subsuelo, es escenario de diferentes artistas. El café conserva la decoración de sus primeros años y la salida por la calle Rivadavia. Tiene además una biblioteca y, al fondo, mesas de billar y salones para jugar al dominó y a los dados.

El poeta Baldomero Fernández Moreno también lo “puso” en verso: “A pesar de la lluvia yo he salido/a tomar un café. Estoy sentado/bajo el toldo tirante y empapado/de este viejo Tortoni conocido”.

Además del “pionero”, entre los incontables que “habitan” la ciudad, se puede mencionar algunos en funcionamiento, otros “perdidos”: “Oviedo” y el “Bar del Glorias” en Mataderos; “El Querandí”, “El Colonial”, “Plaza Dorrego”, “El Federal”, “Seddon”, “BarSur”, “Británico”, por la zona de San Telmo y el Bajo; “Varela Varelita” en Palermo, “9 de Julio”, “Petit Colón», “Los 36 Billares”, “La Giralda”, “Florida Garden”, Boston City”, “London”, “Celta Bar”, en el Centro; “Las Violetas” y “El Banderín” en Almagro; “La Biela”, “Tabac”, “El Coleccionista”, “Plaza”, “Bar Bar O”, en Caballito; Retiro, Recoleta y Barrio Norte; “Quintino”, “Homero Manzi”, “Margot” en Boedo; “Miramar”, “Café de los Angelitos”, “La Academia” por Monserrat; “El Café de García” en Villa Devoto y “El Estaño” en La Boca. Son “solo otros”.

A un clic de distancia, el breve documental “Eladia Blázquez. Viejo Tortoni”. Una visita al café con imágenes originales y el fondo del tango de Eladia en su voz. Publicado en su sitio de YouTube por Néstor Ravazza.

¿Falta algo más? Es seguro que sí, porque hay tema para hablar… ¡Mozo! ¡Otra vuelta!

Cuídense, en todo.

Norberto Tallón