Hace un año, días más, comentamos que ese viernes que habíamos dejado atrás debieron inaugurarse los Juegos Olímpicos de la XXXII Olimpiada en Tokio. Las razones eran muy conocidas y caóticas para el mundo entero. Luego se reseñaba la historia de los renacidos Juegos Modernos de aquellas justas de la Grecia, 700 a.C,. Finalmente, se abría la espera, con todas las dudas extendidas hasta hace menos de un mes, para el encendido del Pebetero en el Estadio Olímpico, el 23 de julio de este año.
Y lo planeado sucedió puntualmente. Con la Pandemia del Covid-Sars II (Covid-19) y las cepas surgidas, el mayor acontecimiento multidisciplinario del deporte, en su edición de verano (tiempo boreal) se inició hace poco más de un semana, lo que hace apresurado hablar de resultados, medallas, etc. Lo que si puede afirmarse, es que no es aventurado citarlos como los Juegos de la Pandemia, ya que pese a las tribunas totalmente vacías, a excepción de miembros y auxiliares de los equipos participantes, en cada ocasión, con los testeos diarios e infecciones en la Villa Olímpica, y un pico en Japón que superó a los precedentes más importantes, está en marcha, la televisión los pone en las pantallas (hoy ya no solo la clásica sino las de tantos dispositivos móviles), y seguro, también, es la gran responsable de la “indudable” realización.
El tiempo, siempre gran juez, juzgará la oportunidad de su realización, porque si bien los escenarios eran distintos, las dos grandes catástrofes mundiales que coincidieron con competencias llevaron a su total suspensión: la Primera y Segunda Guerra Mundial. Éstas tenían peligros geográficos específicos y, sin dudas, afectaban la concurrencia de competidores, potenciales protagonistas y países en combate. La ocasión ahora permite ver que, con las dificultades de contagio y enfermedad, los deportistas están actuando, aunque el peligro -incluso con mayor o menos progreso en la vacunación-, se halla presente en el planeta entero.
En 2020, con la aparición del Coronavirus, hubo que detener la etapa final de los entrenamientos y, desde allí, ha sido muy desigual, aunque por otras razones siempre lo es, el acceso a las instalaciones, oportunidades y disposición de material para la “puesta a punto”, en disciplinas con mayor intensidad y otras, tal vez, con un grado de dificultad menor.
El lema de los Juegos es “Unidos por la emoción”. Concurren 11.326 atletas de 204 países, sumados la sancionada Rusia con el nombre ROC (Comité Olímpico Ruso) y el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados (EOR). 339 competencias programadas en 33 deportes, y disciplinas derivadas. La mascota oficial es “Miraitowa”. El “Fuego” fue encendido en el Templo de Hera, Grecia, el 12 de marzo de 2020 y trasladado a Fukushima para el recorrido que culminó hace dos viernes, cuando dio luz a la Ceremonia de Apertura.
En el Estadio Olímpico, los gimnasios Nacional Yoyogi y Metropolitano de Tokio, el Nippon Budokan, el Foro Internacional, el Jardín del Palacio Imperial y el Parque Ecuestre en la ciudad, se disputan los deportes más tradicionales. En 20 sedes en la zona de la Bahía, distritos de Ariake y Odaiba e islas artificiales de su entorno: Natación, Polo Acuático, Hockey sobre césped, Voleibol, Ciclismo, Arquería, Gimnasia, Tenis, Canotaje, Triatlón. En la Zona Metropolitana: Tiro, Pentatlón moderno, Bádminton, Rugby 7, Basquetbol, Vela, Surf, Esgrima, Taekwondo, Lucha, Golf, Ciclismo de pista y montaña, Beisbol, Softbol y Fútbol, que a su vez, tiene algunas ubicaciones Off-Tokio.
El domingo 8 de agosto será el último día, con el ceremonial de cierre, que incluirá la presentación y recepción a la próxima ciudad anfitriona: París, desde el viernes 26 de julio de 2024, en el Estadio de Francia, Ille de France, departamento Sena-Saint Denis.
A un clic de distancia, un resumen, los Highlights, de la Ceremonia de Apertura en el Olímpico de Tokio.
Las noticias no son buenas para la Pandemia según la OMS. Cuídense muchísimo.
Norberto Tallón
Twitter: @betotallon