Con los ojos posados
en el follaje frondoso
de un árbol
dejo mi mente en blanco,
escucho el susurro del viento
y el canto de algún pájaro.
El árbol también me observa,
los dos nos estamos mirando,
somos parte de la naturaleza,
pasajeros efímeros
del tiempo que no cesa.
Yo lo miro y le formulo
preguntas sin respuestas:
“¿Adónde va este mundo?”
“¿De dónde vienen mis penas?”
Y si existe un buen refugio
que a mis sueños proteja.
De pronto el árbol responde:
“Tus penas son de este mundo,
piezas de la interminable rueda.
Escucha el canto de los pájaros
y allí encontrarás respuestas”.
“Respecto del buen refugio,
ya lo has encontrado,
lo tienes cerca,
en el follaje de mis brazos,
en el susurro de mis hojas
y en el canto de los pájaros.
Simplemente, sueña”.
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Alejandro Casas es Abogado, docente universitario, escritor.