Enfermería: ¿oficio o vocación?

En el mes internacional de la enfermería, un repaso por una de las profesión más longevas del planeta. La vocación y el deseo de quienes la ejercen – Por Javier Aringoli, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Si buscamos su definición, encontramos que la enfermería es la ciencia que se dedica al cuidado y la atención de enfermos y heridos. Pero si nos remitimos a ideas más profundas, advertimos que es una de las profesiones que ha acompañado al ser humano desde los primeros tiempos.

Hubo un momento en la historia, en el que un humano se detuvo por primera vez a asistir a otro. Allí, se generaron los primeros atisbos de empatía. Desde aquellos tiempos, existen personas dedicadas al cuidado de los más indefensos, a proporcionar todo lo que el enfermo o herido pueden necesitar.

A aquella vocación, con el correr de los años, se la denominó enfermería y en nuestros tiempos es una profesión elegida por miles de personas alrededor del mundo.

El 12 de mayo fue el Día Internacional de la Enfermería, por lo que hacemos un pequeño y humilde homenaje a estas personas que le dedican tiempo de sus vidas a otras.

Entrevistamos a varias profesionales para lograr un mejor entendimiento del deseo que las impulsó a dedicarse a lo que hacen y cómo lo que es una vocación indispensable y milenaria, ahora se ve devaluada por el propio sistema que las necesita.

El deseo central de cada una de las personas con las que hablamos, es el servicio al otro, entregar el cuidado, el alivio por lo que se está pasando y, también, el apoyo emocional que se requiere en la mayoría de los casos para lograr una mejoría.

La satisfacción y el placer de lograr un restablecimiento del otro a corto plazo y observar la evolución positiva del paciente, son las premisas fundamentales de la mayoría de las enfermeras y enfermeros.

Está claro que en diversos casos esto no puede lograrse, porque el sistema elige dar prioridad a los objetivos por encima de las necesidades del paciente y del profesional a cargo. Esto puede traducirse en que muchas instituciones carecen de la cantidad necesaria de personal, lo que genera una excesiva carga de pacientes sobre cada enfermera/o.

La falta de la inversión necesaria en el servicio de salud, hace que no haya un incentivo para que gran parte del personal se capacite en otras áreas, lo que hace que el trabajo sea más arduo para los que están.

La retribución está vinculada con un servicio que va más allá del fin económico, un ejercicio de la asistencia del otro. Para la mayoría de las y los profesionales, aquello no tiene un precio determinado, más allá de la satisfacción de haberle entregado al otro un alivio.

Pero vivimos en una sociedad en la que los bienes materiales son necesarios para sobrevivir y en nuestro país esta profesión no está considerada dentro de los trabajadores de la salud. En consecuencia, si el propio sistema desvincula a un porcentaje de los trabajadores del sector, también lo hará la sociedad a la que estos representen.

Si no hay una ley que valore el esfuerzo dentro de la enfermería, tampoco será valorada como corresponde en la sociedad. Así como también sucede con muchas otras profesiones. Esto genera una invisibilización de un grupo dentro de un gran aparato, el cual se reduce a pocos profesionales elegidos por el sistema como esenciales.

Es hora de que podamos replantearnos qué vocaciones son realmente esenciales y a las cuales debería darse un sustento mucho mayor al actual. Eso haría que todo sea más redistribuible y pudiéramos gozar de sistemas mucho más fuertes.

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Javier Aringoli: escritor y novelista.

javieraringoli.blogspot.com