Pequeños placeres
que embargan el espíritu.
Instantes felices
como gotas de rocío.
La pureza de la mañana,
el aire que respiro,
la lectura silenciosa
de un buen libro.
Hasta los pájaros parecen
haberse convertido
en cómplices de este momento
sublime y cautivo.
No sé si este elixir
viene de afuera o de mí mismo,
si es de la naturaleza
o del espíritu.
Qué importa eso.
Lo cierto es que este ensamble perfecto
de armonía y de silencio
llegó en este instante
a colmar mis sentimientos.
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Alejandro Casas es Abogado, docente universitario y escritor.