Hasta principios del siglo XIX, lo que hoy es el barrio de La Boca se mantuvo prácticamente deshabitado, hasta que entre los años 1830 y 1852 comenzaron a instalarse las primeras familias. Al ser la zona de mayor entrada de barcos, a finales del siglo XIX se asentaron allí muchos inmigrantes italianos, principalmente genoveses, que le dieron al barrio su fisonomía actual.
A mediados del siglo XIX comenzó a aumentar el movimiento de barcos, por lo que surgió un barrio marítimo en torno al puerto. Numerosos inmigrantes eligieron este sitio para establecerse, ante las posibilidades laborales que allí existían. Construían sus casas de madera y chapa, sobre pilotes, para hacer frente a las crecidas del Riachuelo y pedían los sobrantes de pinturas en los astilleros para colorear las paredes.
El nombre del barrio se impuso por el hecho de estar ubicado en “La Boca del Riachuelo”, donde primariamente se encontraba la zona portuaria, en la desembocadura del Riachuelo.
La población era pobre, pero los italianos ocupaban las mejores posiciones: eran italianos el 80% de los comerciantes y el 70% de los empleados.
También llegaron bohemios, pintores, escultores, músicos y cantantes. Así surgió este barrio pintoresco, lleno de vida, que inmortalizó la paleta del artista Benito Quinquela Martín.
Debido a las inundaciones frecuentes y a los incendios que solían suceder en los conventillos, un grupo de vecinos en 1884 creó el primer cuerpo de Bomberos Voluntarios de Sudamérica.
Fue gracias a la iniciativa de varios vecinos que, en los años 50, se recuperó el terreno para convertirlo en un paseo peatonal y en una calle museo, en la que de a poco se fueron sumando obras de distintos artistas. Uno de los grandes impulsores de la puesta en valor de la zona fue el mencionado pintor Benito Quinquela Martín, quien ha sido un gran benefactor del barrio.
Fue el propio Quinquela Martín quien, en 1959, impulsó que se lo bautizara con el nombre del célebre tango “Caminito”, compuesto por Juan de Dios Filiberto (música) y Gabino Coria Peñaloza (letra).
La fiebre amarilla azotó al sur de la ciudad entre 1870 y 1871 y ocasionó incontables víctimas. Así, los vecinos adinerados del barrio de San Telmo, decidieron trasladarse hacia el norte, donde había una mayor cantidad de espacios verdes y una menor densidad poblacional.
Los Conventillos (Casas típicas)
En la zona de Caminito se encuentran unas viviendas muy singulares, conocidas como “Conventillos”. Estas casas fueron las viviendas típicas de los inmigrantes italianos que se instalaron en el barrio. Son viviendas colectivas, donde muchas familias viven compartiendo patios, cocinas, etc.
Las condiciones de vida no son muy buenas en el interior de los conventillos. El material utilizado para la construcción fueron las chapas de zinc, que se pintaban con las sobras de las pinturas de los talleres cercanos. Hoy, la tradición de pintar las casas con diferentes colores permanece. Muchos conventillos actualmente se utilizan como lugares de ventas de suvenires.
Calle Caminito – Su Historia-
Caminito en la calle más famosa y colorida de la Ciudad de Buenos Aires. También es la más visitada por los turistas extranjeros.
La Calle Caminito está ubicada en el corazón del Barrio de La Boca, en la zona conocida como Vuelta de Rocha, frente a la orilla del Riachuelo. Caminito se encuentra a 400 metros de “La Bombonera”, el estadio del Club Atlético Boca Juniors.
Caminito es la calle donde algunos pintores del barrio venden sus obras a los visitantes. Nació en 1950 cuando un grupo de vecinos, en el cual estaba el reconocido pintor Quinquela Martín, decidió recuperar un terreno abandonado por donde pasaba el tren.
Limpiaron el lugar y después de algunos arreglos, lo bautizaron con el nombre de Caminito, en homenaje al famoso tango compuesto en 1926 por los argentinos Juan de Dios Filiberto (música) y Gabino Coria Peñaloza (letra).
La Historia del Tango «Caminito»
Nació en un pequeño pueblo de la provincia de La Rioja denominado Olta, pintoresca localidad de Los Llanos, situada a 170 kilómetros de la capital provincial, con poco más de 7000 habitantes, aunque sólo contaba con unos 500 cuando el joven poeta Gabino Coria Peñaloza se deslumbró con una señorita de buena familia.
Corría el año 1902. La joven se llamaba María. Para que sus destinos se cruzaran la naturaleza se involucró. Gabino viajaba desde Chilecito hacia San Luis cuando una gran crecida del río lo dejó varado en Olta por varios días.
Alojado por sus familiares, recibió la invitación para una tertulia en casa de una distinguida familia del lugar. Allí había un piano de cola, el primero de la provincia que llegara desde Chile a lomo de mula. El poeta, sensibilizado ante el majestuoso instrumento, le pidió a la anfitriona que tocara algo.
Y llamó a María, maestra, profesora de música y también integrante de una familia destacada. El encantamiento mutuo fue inevitable y desencadenó en pasión. Transcurrieron unos días y el «caminito amigo» fue testigo de aquel tórrido y furtivo amor. Cuando el río volvió a su cauce, el muchacho siguió viaje y, por cierto, prometió volver.
Al cabo de un año regresó por ella, pero María ya no estaba. Su familia, que se oponía rotundamente a esa relación pues la niña estaba comprometida con un militar de Olta, había decidido mudarla a otro lugar.
Ante la negativa de la gente por develar su paradero, Gabino abandonó Olta rumiando su tristeza. Desgarrado por la pena, su alma de poeta volcó en el mítico poema toda su desdicha y regaló a la humanidad «Caminito», en humildes e imperecederos versos.
El caminito de Coria Peñaloza era un sendero rural de dos kilómetros que nacía en Olta y moría en el pueblo de Loma Blanca. Es el que transitaba Gabino para encontrarse con su amor y el que acunó su ardiente y frustrado romance a la vera de una acequia rumorosa.
Antes de descollar con su talento poético, el joven que amaba la música, la poesía y el periodismo, había sido recaudador de impuestos. A los 15 años, movido por la inquietud de su alma bohemia, decidió dejar su hogar para instalarse en Buenos Aires, donde empezó a trabajar para diversas publicaciones.
En la famosa revista Caras y Caretas publicó sus poesías. Culto y sociable, compartió en ese mundo artístico, cafetines y tangos con Carlos Gardel, Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto y con otros reyes de la noche. Fue Quinquela quien presentó a Gabino y Filiberto en plena calle Florida, haciendo posible el milagro poético-musical.
La famosa callejuela del barrio de La Boca lleva el nombre de Caminito en homenaje al tango. Peñaloza no aprobó el evento, pues el caminito que inspiró sus versos estaba lejos de allí. Aquí nació la confusión. Muchos creen que el poeta se inspiró en esa calle de La Boca.
“Caminito” fue grabada inicialmente por Carlos Gardel, pero logró el éxito con una interpretación de Ignacio Corsini.
Así fue como el 18 de octubre de 1959 se inauguró Caminito.
Después de muchos años de una vida intensa en la gran ciudad, Gabino decidió retirarse a Chilecito junto con su esposa. Allí vivió por más de 40 años. Siempre enamorado del paisaje, al pie de eterno nevado cerro Famatina lo sorprendió la muerte a los 95 años, rodeado de poemas y rosales bajo el cielo azul del octubre chileciteño. «Desde que se fue, nunca más volvió, caminito amigo, yo también me voy».