-¿Cómo ves el momento de la Selección? En un proceso que logró grandes cosas, ¿creés que puede mantener la línea, como se ve por ahora?

-Creo que es algo bueno, y debería ser natural. No nos debería llamar la atención. Estamos hablando de jugadores jóvenes, ya obviamente con una Copa del Mundo y una Copa América. Ya lo demostraron: ganaron la Copa América y no se relajaron; fueron por más. Están demostrando que quieren ir por más. Desde afuera, se ve una bajada de línea de sus líderes, que son tranquilos. El entrenador es tranquilo, sus colaboradores son tranquilos. Muestran humildad, trabajo, armonía, trabajo en equipo. Qué lindo ver argentinos así, te da gusto. Estoy seguro de que van a seguir. Hay algo que se repite del ’86 y del ’90: Argentina es campeón del mundo en el ’86, y en el ’90 le sacaron la final, que iba a ser campeón otra vez. Puede ser acá, porque se ve un grupo unido: un grupo que está contento de juntarse, de verse, de jugar junto. Eso hay que disfrutarlo. Muchas veces, la Selección ha sido tan criticada que, ahora, debería ser recontra alabada. Por todos estos motivos. Porque estos chicos y este cuerpo técnico están siendo un ejemplo para nuestros políticos, por ejemplo, para una sociedad que se está destruyendo. Están siendo un ejemplo de que no es todo la plata. No: se juega por amor. Hay un montón de cosas de las que se puede hablar todos los días a favor, como cuando jugaban mal y se hablaba todos los días en contra. Están siendo reconocidos, pero debería ser más. Porque cuando viene mal, se pega. Y cuando viene bien, hay que levantarlo para que se mantenga. Que sigan siendo ese ejemplo deportivo que los que vivimos fútbol, consumimos fútbol, estamos orgullosos de verlos de afuera. Estamos contentos.

-En el ciclo de Scaloni, hubo una evolución en el juego. Empezó siendo un equipo más de ataques rápidos, y ahora hasta ha convertido goles con posesiones larguísimas. Parece uno de los equipos más completos del mundo, en cuanto a manejar diferentes registros. ¿Qué desafíos le presenta eso a un técnico rival?

-Para mí, el fútbol está inventado y ninguno va a hacer nada extraño. De los jugadores, nunca sabemos qué van a hacer. Muchas veces se desprende un volante y decís ‘¿Cómo? Si yo no lo mandé’, y después hizo un gol. A veces, sí lo mandaste. A veces, hay un córner y no se practica tirarla olímpico, o sí, y te define partidos. Hay mucho estudio con respecto a lo que puede hacer un rival, hay mucho estudio con respecto a la parte individual y colectiva de un rival, pero también hay que saber que hay diferentes características entre los jugadores. Obviamente, hay algunos futbolistas que juegan mejor que otros. Vos, como rival, tenés que entender que vos no tenés un Messi, que vos no tenés tantos jugadores que marcan una diferencia. Entonces, es complicado. Cuando estos chicos están bien, cuando están unidos y cuando están juntos, son imbatibles. Fijate cómo arranca Argentina en el Mundial: no arrancó bien, pero fue creciendo. Hay momentos en los que Argentina jugó con el corazón, no con fútbol, y fue y ganó. Hasta que, después, se soltó y empezaron a creer en ellos mismos, que podían. Es lo que se vio de afuera. Pero es fútbol, y por eso las rachas buenas hay que disfrutarlas. Ojalá que dure.

-En este siglo, Scaloni es el primer técnico de la Selección que dirige todo el ciclo mundialista (desde el primer partido después de una edición hasta la siguiente cita global). ¿Cuánto creés que influyó?

-Yo fui jugador, y se modifica todo cuando te cambian al entrenador. Está normalizado en el fútbol decir: ‘Con el cambio de técnico, quizás hay jugadores que se motivan’. ¿De qué te tenés que motivar? No entiendo. Los procesos están para cumplirlos. De repente, se habla mucho de proyectos. Vos sos entrenador y decís ‘No, porque mi proyecto es…’. ¿Cuál es tu proyecto? ¿En qué está basado tu proyecto? Bueno, es así, así y así. Te contratan, supuestamente por ese proyecto. Ahora, puede ser que tu proyecto se realice y termine dentro de cuatro años. Entonces, dame el tiempo que tengo que tener. Cuando el proceso se cumple, el proyecto está más cerca de cumplirse. Que es lo que le pasó a Scaloni. Se aguantó su proceso, y fue, fue, fue, fue y consiguió el objetivo dentro del proyecto. Él dio el ejemplo de que es mejor tener un grupo, que obviamente trabaje, y no tanto cambio. Los cambios son para modificar una vez y mantenerse. Porque nadie hace magia acá. Eso es una gran mentira: la magia no existe en el fútbol. Creo que la magia la tenía Maradona, que era un mago dentro de la cancha. Hacía cosas que otros nunca hicieron y nunca van a hacer. Pero, para mí, en los cuerpos técnicos no existe esa magia. Como está inventado, sí creo en los procesos y en los proyectos. Sí creo en el largo plazo. Sí creo que el jugador necesita de una tranquilidad y una estabilidad de sus referentes. Y se vio reflejado.

-Pasando al AEK, ¿qué análisis hacés de la temporada pasada? Después de un inicio algo irregular, dio la sensación de que el equipo encontró su línea y mostró un gran nivel.

-Al inicio, todavía se notaba que estábamos recién llegados, que conocíamos a un grupo nuevo. Ellos venían de un año muy malo, en el que no habían entrado a ninguna competencia europea. Entonces, venían con presión. En las primeras fechas, jugamos con un sistema con tres atrás, y lo modifiqué al segundo o tercer partido. Desde ahí, el equipo empezó a levantar el nivel, a ser más parejo. Partido a partido, fue creciendo. A mitad del año, creo que nosotros tocamos nuestro techo. Era cuando mejor estábamos. Después, sufrimos una lesión fuerte, que fue la de (Niclas) Eliasson, y ya después empezamos a jugar entre semana con la Copa y el campeonato, que modifica bastante. El Mundial jugó un factor bastante especial para los clubes, porque se paró a la mitad del torneo. Y veníamos bien ahí. Hubo que hacer pretemporada, con 14 jugadores, y fue todo raro. Lo bueno es que fue de menor a mayor, fue creciendo el equipo.

“(La Selección) está siendo reconocida, pero debería ser más. Porque cuando viene mal, se pega. Y cuando viene bien, hay que levantarlo para que se mantenga”

-¿Cómo se vivió la pelea mano a mano, punto a punto, con Panathinaikos?

-A mitad del torneo, que sabíamos que la competición entre nosotros iba a ser fuerte, yo decía que el torneo se iba a definir el último segundo de los playoffs. Porque veía en Panathinaikos un equipo parejo, que jugaba bien y que ganaba. Nosotros ganábamos, pero ellos también ganaban. Y ganaban faltando un minuto, con un penal, con un golazo… Ganaban, de esas (maneras) que decís: ‘Éste tiene la suerte del campeón’. Nosotros fuimos de atrás. En un momento, nos habían sacado nueve puntos. Nosotros seguimos, y también estaba muy parejo con Olympiacos y PAOK, que juega muy bien. Fue hasta entrar a los playoffs. Entramos a playoffs un punto abajo de ellos (Panathinaikos), y la diferencia fue que nosotros no perdimos en los playoffs, pero ellos sí. Hicimos 10 partidos de playoffs, que el torneo acá está bueno, pero es terrible porque hacés todo el torneo, entrás a playoffs y se siguen sumando los puntos. Los que llegan a los playoffs son los que más historia tienen y son todos clásicos. Entonces, vos jugás dos clásicos en el torneo, ya sabés que vas a jugar dos más en los playoffs, y si jugás la Copa podés volver a jugar (contra esos equipos). ¡Una locura!

-Durante los festejos, dijiste que sentiste algo especial cuando pisaste las obras del nuevo estadio del AEK. ¿Cómo fue?

-Siempre que voy a un lugar y lo empiezo a estudiar, es como que comienzo a sentir que puede ser que me vaya bien o más o menos. Me pasó lo mismo en Chivas. Cuando fui a Banfield, también. Lo de San Jose también lo sentí desde otro lugar, porque yo buscaba más vida que fútbol. Acá, no bien llegué sentí que iba a ir bien. Los estudié mucho: estudié al equipo e individualmente a cada jugador. Entonces, yo sabía a qué venía. Y sabía que era la única puerta de Europa que se me había abierto hasta esta altura, y que la iba a aprovechar al máximo. Se daban muchas cosas… La finalización de ese estadio, que tiene una historia muy dramática por cómo fue creado el club, con inmigrantes. Ese estadio hacía 20 años que no se construía, que estaban que lo terminaban, que no. Yo, como entrenador, iba a ser quien debutara en ese estadio. Había muchas cosas por las cuales yo sentía que iba a ser bueno. Es un poco visualizar: el hecho de visualizar muchas veces es importante para mí. Lo tuve en mi mente todos los días.

-¿De qué manera lograste transmitírselo al plantel?

-A los jugadores les dije todos los días la palabra campeón. Cada día les decía: ‘Trabajamos para ser campeones’, ‘trabajamos para ganar la Copa y ser campeones’, ‘trabajamos para llegar y ser campeones’. Trabajo y campeón. Creo que ellos fueron grandes intérpretes de lo que queríamos.

-Una de las claves del equipo campeón me pareció lo bien que atacó por las bandas, por los centros que tiraba y por la manera en la que cargaba el área.

-Nuestro fútbol, o lo que intentamos hacer dentro de la cancha, es primero tener la posesión del balón. ¿Por qué? Porque yo considero que, teniendo la posesión, vas desgastando al rival. Yo veo el fútbol como el boxeo. En el boxeo, tenés al estratega que va pegando, que va bajando la guardia, y que va entrando por un lado y por el otro hasta que noquea. Yo siento que el fútbol es un poco así, porque lo estudio en todos lados. Está la velocidad a la cual ejecutás cada movimiento, o cada acción, y la insistencia por seguir. Porque nosotros llegamos 70.000 veces por derecha y 70.000 por izquierda, pero los números de definición son pocos. Ahora, esos pocos (remates) nos hicieron ganar mucho. Entonces, es insistir. Después, noto que, en la fase defensiva, la gran mayoría de los equipos se cierran, marcan en línea y, entonces, regalan las partes laterales. Que puede ser la estrategia de algunos entrenadores. Ahora, si vos a ese regalo que te dan lo movés de un sector a otro rápidamente y profundizás la acción, seguramente entres y lastimes. Hay que ver con cuánta gente entrás, dónde terminás los centros, los movimientos que hay que hacer… Las características individuales que tiene este equipo se prestan para ese juego, porque por afuera tenemos futbolistas rápidos, hábiles, dinámicos, que llegan a posición de gol desde el sector opuesto, que hacen goles. Creo que uno de los aciertos fue ponerlo a Levi García de ‘9’. Cuando yo llegué acá, García nunca había jugado de ‘9’, él jugaba por las bandas. Lo convertí en ‘9’, porque para mí es ‘9’. Lo hizo muy bien, y fue casi el goleador del torneo.

-¿Se adaptó fácil a jugar de ‘9’? Físicamente, tiene una potencia tremenda.

-Sí. Él es potente y rápido, entonces es de esos jugadores que genéticamente no están para un ida y vuelta porque se ahogan, se cansan. Él está para piques cortos. En esa posición de ‘9’ es mejor, porque le queda más cómodo. Después, el tira muy bien de zurda, de derecha y tiene un muy buen juego aéreo. Que, para mí, todavía no lo hemos encontrado como lo debemos encontrar: él debe hacer más goles todavía de cabeza, y los va a hacer.

-La temporada pasada, dijiste que Sergio Araujo era el alma del equipo. ¿En qué sentido fue? ¿Desde el liderazgo, o desde lo futbolístico?

-Sergio es el liderazgo que tiene que tener un futbolista dentro del terreno. Por su entrega, por la voluntad, por el compañerismo. Esa declaración la hice después de una acción que hizo él, que podría haber hecho el gol. Pero, como no es egoísta, enfrentó al arquero y la tiró a un costado para que defina su compañero. Creo que era el ejemplo de lo que está faltando en el fútbol actual. Veo que hay mucho ego, mucho ‘yo, yo’, mucha foto para uno solo y mucho Instagram. Era una demostración de un fútbol por el que yo lucho para que siga existiendo y no desaparezca. Era juego en equipo. ¿Y cómo es el fútbol? Es un juego en equipo. Todavía no vi que hayan jugado 11 contra 1. Con esas palabras, me refería a un montón de cosas que encerraba ese momento, que ejemplificaban el fútbol por el que luchamos todos los días los que pensamos de una manera como la mía.

-Después de quedar eliminado en la fase previa contra Royal Antwerp, hablaste de que creías que era tu única oportunidad para dirigir la Champions como técnico. ¿Por qué fue? ¿Por lo que comentaste alguna vez de que no te ves dirigiendo por mucho tiempo más?

-Fue un poco y un poco. Llevo 12 años dirigiendo, y yo no voy a dirigir 25 años. Lo tengo muy claro. Porque fui jugador y porque el recambio de los entrenadores tiene que ser con tipos jóvenes. No quiero ser ya un tipo grande que le moleste que los jugadores hablen por el teléfono en la mesa. Van cambiando los chicos, y yo todavía estoy cerca de ellos. Ahora, dentro de 10 años no sé cómo va a venir un pibe de 18 y si realmente me lo voy a aguantar. No quiero ser el típico que decís ‘Uh, qué pesado éste’. También hay una vida. Si bien mi vida es en gran parte el fútbol, tengo una familia y hay momentos en los que voy a tener que disfrutar de lo que he hecho. Disfruto lo que hago, pero es un ritmo fuerte, con mucho estrés, mucha entrega, mucha pasión y mucha dedicación. Todo el tiempo es mirar videos, escribir, mirar videos y escribir. Muchas veces vas dejando cosas de lado, y me voy dejando yo de lado. Y no quiero tampoco. Acá tengo cuatro años más de contrato, si es que va todo bien, que nunca se sabe en el fútbol, y no veo que dirija muchos años más. Haré alguna experiencia más, que me gustaría ir a un Mundial como entrenador, y ahí ver de vivir el fútbol desde otro lugar. Quiero tener energía: no quiero ser un entrenador al que los demás le tengan que hacer todo. Eso es engañar, para mí. No quiero ser ese tipo de entrenador.

-¿Qué balance hacés de la experiencia en la fase previa de la Champions?

-Para entrar a la Champions tenés que ser campeón, que es muy difícil ser campeón en Europa. Entonces, yo le doy valor a lo que hicimos antes, a haber salido campeones. Hemos conseguido jugar la Europa League, que es fuertísimo y no se le da importancia. Es un equipo que en un año ganó dos títulos, y está en Europa. Sí, estuvimos a punto de entrar a la Champions, pero por algo pasan las cosas. Si bien fue un lateral o fue una distracción, quiere decir que no estabas preparado para entrar a la Champions League. Es simple. Yo trato de ser objetivo en los triunfos y en las derrotas. Jugué la Champions en mi época de jugador, entonces sé cómo es ese torneo porque lo vi desde adentro. Sé que hay cosas en las que no te podés equivocar: en ese torneo, te equivocás y sacás del medio. Es simple.

-¿Qué te parece el grupo de la Europa League (contra Brighton, Ajax y Marsella)?

-Es un grupo de Champions League. Creo que va a estar bueno, para medirnos desde algún lugar. Y quién sabe. Los partidos hay que jugarlos. Es verdad que los rivales manejan otro presupuesto, pero es fútbol y nosotros tenemos un buen equipo. Los jugadores que estaban en un nivel más bajo lo están subiendo, y es una posibilidad única que tenemos. El primer partido del grupo se juega entremedio de dos clásicos (contra Olympiacos, el 17/9, y Panathinaikos, el 25/9), lo que nos modifica bastante y nos complica un poco. Pero nos prepararemos de la mejor manera.

“Yo creo mucho en la unión. Porque yo puedo ser un mal o buen entrenador. Ahora, si yo tengo un grupo que uno y al que realmente le soy fiel, y soy creíble, el jugador te va a dar algo más”

-El debut es contra un técnico (Roberto de Zerbi) que tiene una filosofía futbolística similar a la tuya.

-(Brighton) es un equipo muy bien dirigido. Es un técnico que está siendo valorado por muchos. Es de mi época cuando jugaba, que él también jugaba. Su equipo tiene una identidad de juego, tiene dinámica, tiene trabajo y tiene características individuales muy buenas. Entonces, va a ser un lindo partido. Lo vengo estudiando bastante. Tiene jugadores muy buenos y muy rápidos, con el estilo marcado de un fútbol de Inglaterra más moderno. El que implementa él (De Zerbi) es un fútbol mucho más moderno. Pero también noto dónde podemos dañar nosotros.

-¿Por dónde lo imaginás? ¿Sacándole la pelota, o más de contra?

-Nosotros les sacamos la pelota a los dos equipos con los que jugamos (Dinamo Zagreb y Royal Antwerp), que en sus Ligas son los que, en todos los partidos, más posesión de balón tienen. En esos partidos les sacamos la posesión, creando algunas acciones de ataque, no de gol, que es cuando tirás y la mandás a la tribuna, pero llegás dentro del área o ahí cerca. Nos faltó la definición contra estos dos equipos, que la tuvieron ellos con nosotros. Sobre todo, los belgas: tuvieron dos chances y nos hicieron dos goles. Nosotros tuvimos más y no pudimos: hicimos uno. Noto esa diferencia entre esos equipos y nosotros. Creo que le podemos sacar la posesión (a Brighton), pero sí hay que lastimar. Si lastimamos primero, la historia va a ser diferente. Y podemos, creo que podemos. Estoy convencido. Va a estar bueno, va a ser un partidazo. Todos los partidos (de la Europa League) van a ser terribles. Estamos hablando de otra liga (la Premier) en la que el presupuesto es mayor. Por ende, las características individuales están más arriba en muchos casos. Por algo se paga más, por algo se compra más. Hay una realidad. Pero nosotros trabajamos como equipo, y hemos sido fuertes como equipo.

-En tu carrera como entrenador, te destacaste por levantar equipos de situaciones complicadas o de momentos en los que estaban rindiendo por debajo de las expectativas. ¿Cuál es la receta?

-Y, no sé. Creo que todos trabajamos. Yo creo mucho en la unión. Porque yo puedo ser un mal, un buen o un regular entrenador. Ahora, si yo tengo un grupo que uno y al que realmente le soy fiel, y soy creíble con mis palabras y hechos, el jugador te va a dar algo más. Yo no me olvido de que fui jugador. De hecho, una de las cosas que me voy a reprochar siempre es mi mal manejo con respecto a una información que yo di en River, como alguien que recién arrancaba un proceso en un trabajo nuevo, que era ser entrenador, con la definición de lo que eran dos jugadores del club en ese momento. Eso me marcó para siempre. Me marcó con gente que me juzga por eso, pero me marcó en mi carrera: para saber que la información debe ser otra. Y la comunicación es fundamental en la vida. Lo vivimos día a día, en el tema de la comunicación y de la tranquilidad. Todo lo que te pueda decir de una buena manera, lo vas a interpretar. Si yo te apunto, te grito, te insulto, no vas a entender o voy a sacar lo peor de vos. Como entrenador, mi intención es sacar lo mejor de cada jugador. Yo creo en los grupos, y trato a todos por igual. Para mí, no hay estrellas en el fútbol. No existen: las estrellas están arriba, son intocables. Todos los demás somos seres humanos, pecadores, que tenemos virtudes y defectos. Sí hay una parte, que para mí es fundamental, que es reconocer hasta dónde llega cada uno. Reconocer nuestros propios errores es algo que te da una ventaja terrible para mejorar. Eso es lo que trato de hacer con los jugadores que dirijo. De alguna manera, decirles lo que pienso y que ellos también puedan decirme lo que piensan. Soy abierto a que por cualquier inquietud golpeen la puerta de mi lugar y me puedan decir lo que ellos piensan. Con respeto, obviamente, tanto mío hacia ellos como de ellos hacia mí.

-¿El secreto está más en el grupo, en la conexión de cada uno, que en una identidad futbolística o un aspecto más del juego?

-Creo que cada futbolista juega como vive. Dentro de estos años que llevo en el fútbol, he podido identificar al que tiene depresión, al que tiene problemas personales, al que está incómodo, al que está feliz, al que está de novio, al que está casado, al que no durmió porque el hijo lloró y al que no durmió porque salió. Soy un gran observador de la gente. Lo puedo detectar en sus miradas. Soy abierto a todo, y desde ahí nacen un montón de cosas. Si interpreto que vos tuviste un problema y veo que estás haciendo un entrenamiento que a mí no me gusta, te voy a ir a hablar, no te voy a ir a juzgar. Entonces, estoy tratando de ponerme en tu lugar. Porque yo fui jugador y a mí ninguno vino a decirme: ‘Che, ¿estás sufriendo que tenés, no sé, a tu tía que está mal?’. Qué importante es ponerse en el lugarcito del otro, ¿no? Y no solamente decir: ‘Eh, pateá fuerte por allá’, ‘¡Corré!’, ‘¡Ida y vuelta más dinámico!’, ‘¡Más fuerza!’. No. Está todo acá arriba (en la cabeza). Obviamente, hay una gran parte en el profesionalismo y el entrenamiento, pero de acá se maneja todo. Y ésta (la cabeza) tiene que estar bien.

-En ese sentido, ¿creés que el fútbol se está abriendo más en este tiempo con respecto a la salud mental, o sigue bastante cerrado?

-Es muy personal eso. Por ahí, es muy lindo decir: ‘El fútbol tiene psicólogos’. Mentira. Tiene los psicólogos que te pone el club. Y, por ahí, en el trabajo que yo considero que he hecho en clubes, es un trabajo en equipo con psicólogos, no individual. Hay algunas herramientas que se pueden dar. Después, hay gente que cree y gente que no cree. Es bastante personal. El fútbol le ha abierto puertas a mucha gente, y al jugador no le gusta que haya tanta gente dentro del fútbol. Los equipos tienen 60 tipos trabajando. Decís: ‘¿Y éste que hace?’. Es muy amplio todo: tenés cinco que miran jugadores; tenés al chef, al ayudante del chef y al secretario del chef; tenés al nutriólogo y al ayudante del nutriólogo; tenés cinco profesores. ¿Cuántos hay? Se han convertido en empresas. Eso también hace que los jugadores se vayan haciendo cada vez más personales y que se pierda el equipo. Se va perdiendo el equipo, yo creo. Y se necesita el equipo. Es un juego que se tiene que mantener, no deberían modificarlo tanto.

Crédito de la foto de portada: Aris Oikonomou/AFP.

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Lucas Marinelli es Periodista Deportivo. Autor de los libros «La estrategia de Almeyda» y «Palabra de Velasco». Cubrió los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 y 2020, los Juegos Panamericanos 2019 y los postergados Juegos Olímpicos Tokyo 2020.