Crucigrama: Más, menos…

Siempre el Canon – Por Norberto Tallón, especial para DiariodeCultura.com.ar.

El cine estadounidense ha tenido cambios de formas, estilos, tendencias a lo largo del tiempo… Quizás, como de tantos puntos posibles de partida, uno puede ser el catalogado como el “cine clásico”, surgido casi al unísono a la aparición del “sonoro”, y las películas que se desprenden desde esa etiqueta y el canon de los cineastas vinculados con él. Existen escritores, especialistas, críticos, que han tratado, en cada época, de realizar el análisis de ellas, por un lado relatando esas variaciones y, por otro, contando los por qué.

La historia puede ayudar al conocimiento del que se toma, este caso, como “Inicial” y los caminos divergentes, en lo descriptivo y prescriptivo en relación con el canon, sumando lo que revela como un debate enriquecedor de refinamiento y otros tópicos, o no, en cada paso.

Se mencionó un par de veces el término “canon”. Vale saber a que refiere en general y en particular.

La definición académica (RAE) puntualiza, en las acepciones vinculadas, su significado como “Regla o precepto. Catálogo o lista. Modelo de características perfectas”. Asimismo puede asociarse aunque señale otras actividades: “Catálogo de autores u obras de un género de la literatura o el pensamiento tenidos como modélicos”.

Qué hace que “algo” sea canon?, la enunciación más habitual es cuando en un producto cinematográfico ocurre algo inesperado que termina ingresando en él, vale decir, en el ámbito de la “historia oficial”, donde nació, abrevó e “indicó” pautas de forma y contenido. Un ejemplo: el periodismo habló de un “Nuevo Hollywood” acerca de un movimiento de fines de los ’60 a mitad de los ’70, con influencias de los estilos europeos que impulsó renovación en la “tradición de la Meca” y alentó la liberación de sus convenciones originales: otra vez, el canon.

El período consagró a muchos directores que tuvieron mayor capacidad de “acción” en la realización y, muy importante, en el “Corte Final (Final Cut)”, pero debieron “anotar” en las pérdidas un mayor condicionamiento generado por los presupuestos y la respuesta de la taquilla. 

El escritor independiente, crítico y narratólogo español Adrián Massanet (Alumno de la ECAM y del Instituto de Cine de Madrid. Graduado en Narrativa Avanzada y Artes Audiovisuales que publicó y publica en distintos medios especializados) en una de sus notas precisa: “Dicen que el tiempo lo pone todo en su lugar, o que no hay mejor crítico que el tiempo” y completa con su desacuerdo con esa afirmación, si bien lo reconoce como ayuda fundamental, cree que “nosotros” (especialistas, estudiosos, cinéfilos) son (somos) quienes deben hacer algo, ya que el tiempo “es solo una idea, una emoción”, para conseguir una distancia y óptica y “ver” la realidad, evitando estéticas relativas, gustos, ni “adhesiones” u “odios” particulares, aún menos las modas pasajeras.

¿Lo mencionado del “Nuevo Hollywood” puede considerarse un cisma en el cine estadounidense? ¿Es válido establecer esa década de los sesenta como un límite divisorio de lo histórico y los modos sobrevinientes de las vanguardias del viejo continente, tales como la Nouvelle Vague, Neorrealismo, Free Cinema, etc. y del desarrollo de las tecnologías en fotografía y sonido? ¿Es posible negar las alturas de quienes formaron parte de la solidificación del canon (John Ford, Billy Wilder, Alfred Hitchcock, por ejemplo), consiguieron nuevos y trascendentes logros narrativos en la “nueva etapa”? 

Establecen, muchos, a Francis Ford Coppola, a partir de “El Padrino” como un “paladín”. Sin embargo, el ya citado Massanet (que define a “El Padrino II” y “Apocalypse Now”, por uno u otro motivo, perfectas) alerta que el “genial y ya casi olvidado cineasta” Orson Welles (realizador, en 1941, de “Citizen Kane o Ciudadano Kane o El Ciudadano”, reconocido durante décadas como el mejor film de la historia) fue un “verdadero gurú” y que es dable encontrar en la cinematografía “coppoliana” citas y reminiscencias que construyen caminos que sin duda “llegan” desde la obra maestra de Welles, obligatoria para todo amante del séptimo arte, un manual de los todos los adelantos, estéticos y narrativos, alcanzados hasta 1940 en el cine estadounidense y europeo. Coppola suma a lo andado las “calles” de Akira Kurosawa, Michelangelo Antonioni, Ingmar Bergman, Luchino Visconti, las vanguardias hasta 1972, incluyendo los propios y, tal vez, define la cima del canon ¿El “viejo”, “el nuevo”, “el de siempre”? cinematográfico estadounidense.

Nuevamente Massanet concluyen que “Welles, a su manera, cristalizó todas las conquistas narrativas y estéticas del cine de su época en una sola película, y lo mismo hizo Coppola treinta y tres años después” y arma un inventario con algunas películas que “cierran” en la idea del canon a décadas de su “aparición”: (Duro de Matar, McTiernan, 1988), (De paseo a la muerte, (Hermanos Coen, 1990), (El silencio de los inocentes, Demme, 1991), (J.F.K., Stone, 1991), (Bajos Instintos, Verhoeven, 1992), (Los imperdonables, Eastwood, 1992), (Dead Man Walking, Robbins, 1995), (Kill Bill, Tarantino, 2003-2004, (El secreto de la montaña, Lee, 2005), (Mad Max: Fury Road, Miller, 2015), con distintas temáticas pero con la artesanía, lo poético, sin defectos de importancia y  “pegan” en el centro o escasa distancia del objetivo.

Una muestra que todo está igual o casi, más allá de las declaraciones y el make-up, continúan en pie premisas “casi” intocables. Uno de los productores de “Mujer Bonita”, Jeffrey Katzenberg, reveló tiempo atrás a The New York Post, detalles de la versión original con un final dramático en que la protagonista muere de una sobredosis y los intentos de convencer a la productora al respecto. Basta ver la película para saber cómo acabó esa pulseada. Por lo que, más allá de cada mirada o posición, no sería equivocado sintetizar: “el Canon vive”…

A un clic de distancia: Un video resumido, doblado al español (17’32”), de “Citizen Kane (Ciudadano Kane)”, la genialidad creada por Orson Welles, además intérprete principal, en su ópera prima. Es el relato del éxito y fracaso que vivió el periodista y magnate Charles Foster Kane (personaje inspirado William Randolph Hearst). Ganó el Oscar de la Academia al Mejor Guión Original en 1941. Como se recomienda en un párrafo anterior, la versión completa es, para los cinéfilos, de visión “obligatoria” con tomas, planos y movimientos de cámara inimaginables en ese entonces. Publicado en su sitio de YouTube por RikiBusterVideo.

Cuídense, en todo y por todo. Más que nunca…

Norberto Tallón