Morir un domingo

Por Alejandro Casas, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Inmerso en la soledad

desigual de este domingo

con paciencia intento encontrar

a mi mundo un sentido.

 

Mi mundo es pequeño

pero también es profundo,

la soledad lo habita

más allá de sus muros.

 

Mi mundo está hecho

de recuerdos difusos,

de sombras, de pliegues

y de sueños minúsculos.

 

En él el tiempo

fue consumiendo voraz

aquellos reductos

que a fuerza de ansias

supe encontrar.

 

Parafraseando a Vallejo

no quisiera acabar

mi vida un domingo,

tal vez un viernes

o un sábado, quizás.

 

Morir un domingo

sería una muerte fugaz,

indiferente e incierta

sin fecha ni hogar.

 

Morir un domingo

sería derramar

el último suspiro

en un pozo banal.

 

Por eso un domingo

escribo estos versos,

buscando ahuyentar

el maleficio del destino

para que la muerte se apiade

y no me lleve un domingo.

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Alejandro Casas es Abogado, docente y escritor.