Profesor virtual

“Distancias que acercan” – Por la Prof. Elizabeth Otero Llorián, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Si en Enero me hubiesen dicho que este año iba a dictar clases a distancia porque una pandemia paralizaría la educación presencial en el mundo entero, creo que de lo insólito solo hubiera reído. Pero cuando la noticia llegó, luego de paralizarme yo también hasta lograr entender lo que pasaba, creí que, en lo referido a educación, sería una experiencia fría e impersonal.

Qué sorpresa me llevé. Resultó ser, que a través de la cámara, llegué a conocer a mis alumnos de una manera que presencialmente no hubiese sido posible. Ni mejor ni peor, distinta. Vi mamás trayendo cafés y sándwiches. Vi hermanos bailando la canción “el pollito pio”. Vi padres hablando por teléfono. Vi alumnos en piyamas. Una colega, hasta “acompañó” a un alumno en medio de la clase a hacer el check-in en un aeropuerto. Estas situaciones que cuento, entre tantas otras, sucedieron sin ser planeadas. La vida personal de los alumnos traspasó la pantalla y trajo humanidad. No solo de los alumnos, somos muchas las docentes a quienes nos ha sucedido que por nuestros micrófonos se ha escuchado el grito de “mamá, mamá….”.

En el aula sin darnos cuenta, o no, estamos aislados como si fuese una cuarentena. Horas, días y años, entre cuatro paredes y con suerte algún ventanal. La empatía tiende a generarse en base a palabras, a historias que cada persona decide si quiere contar o no. Pero en la distancia obligada, descubrí el poder de las imágenes espontáneas, que con una fuerza superior e indescriptible nos permitió sentirnos cerca o mejor dicho, un poco menos lejos. Pareciera que lo esencial esta vez sí se hace visible ante los ojos. En casas, departamentos, hoteles, con familia o en soledad, son millones de niños, jóvenes y adultos los que continúan estudiando. Y otro tanto, enseñando.

Es la resiliencia la que nos mueve a seguir adelante otorgando importancia y significado al saber. Adaptarnos al cambio es uno de los grandes desafíos que tenemos hoy los educadores. La historia nos ha demostrado reiteradas veces que las épocas de grandes crisis producen y exigen grandes transformaciones.

Al igual que en mi primer publicación, cito el fragmento escrito por Albert Einstein, que perfectamente aplica hoy: “ … La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos… Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar ‘superado’…”