Hay varios motivos para acercarse a esta serie aunque el resultado final podría haber sido superior si se hubieran mejorado ciertas facetas de la producción. Pero vamos por partes…
La serie se plantea como un drama histórico, donde se mezclan personajes reales, como Charles Manson, con personajes ficticios que sirven para crear una ficción pero con diferentes puntos de apoyo en hechos reales, para proporcionar un contexto histórico. La historia nos mete de lleno en los meses anteriores a los famosos asesinatos de Sharon Tate y otras personas el 9 de agosto de 1969 en los que la “familia Manson” se fue gestando.
Es una época cargada de conflictos y la serie se adentra con distinta suerte en diversas historias paralelas mostrándonos distintas aristas de una sociedad en plena ebullición. La confrontación ideológica entre la generación patriótica que lucho en la II Guerra Mundial y Corea, con la gente joven que se negaba a ir a luchar a Vietnam fue el caldo de cultivo de innumerables conflictos, que influyen mucho en el desarrollo de la serie. También aparecen casos diversos, en forma de asesinatos o delitos graves que se resuelven en medio de una enorme tensión racial y que sirven para hacer una crónica de la época y de los diferentes colectivos afectados, entre los cuales aparece la incorporación de las primeras mujeres al cuerpo de policía.
Con todos estos anzuelos es difícil que la serie no capture la atención y el resultado en general es bueno aunque en la columna del debe se puede poner que en la ambición de tocar tantos temas que construyen desde lo secundario la trama, muchos terminan pareciendo superficiales. En cuanto a las actuaciones podemos decir que a David Duchovny le sobra paño para ponerse en la piel de este policía de la ciudad de Los Angeles que es el catalizador de todas las historias que cruzan la serie.
También compone de manera sólida a Charles Manson, el actor británico Gethin Anthony (Renly Baratheon en Game of Thrones) que nos muestra la personalidad, histriónica, retorcida y mesiánica del que iba a ser uno de los asesinos más famosos de la época. También es destacable la ambientación que nos sumerge en la agonía de los ’60 apoyada en una gran banda sonora y contextualizando a la perfección la revolución hippie que se vivía.
Hechas las salvedades, “Aquarius” es un buen producto que se queda un escalón debajo de sus posibilidades pero que vale la pena verse. Son 26 capítulos (de aproximadamente 45 minutos) que atrapan y nos dejan pegados al sillón con ganas de maratón.
° Hernán Pablo Méndez es periodista y columnista de “Bravo Punto Continental”, en Radio Continental.