Un argentino en Brasil: El Jockey Club de Río de Janeiro

El Carnaval de los Ricos – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Los tiempos han cambiado y la crisis económica que afecta a gran parte del planeta, no está ajena a diversos círculos sociales en la capital de los cariocas. Una muestra de esta situación es la exclusiva sala vip del Jockey Club de Río de Janeiro, con una vista magnífica al hipódromo y al Cristo Redentor. Allí la “alta sociedad”, sufre las consecuencias a su manera.

“Acostumbrábamos a tomar champaña, ahora bebemos cerveza”, se lamenta una señora septuagenaria, que viste sombrero de alas largas y luce una enorme gargantilla de perlas, durante el gran Premio de Brasil, el mayor evento del turf brasileño.

A primera vista, el escenario del “Salão das Rosas” -Salón de las Rosas- inmortaliza más a los años 20, cuando el Jockey Club fue construido, que al momento actual del país.

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Puede observarse a la luz de un lujoso candelabro -que sabe de épocas mejores- a la “crema” de la sociedad que se deleita con canapés y bebidas alcohólicas, servidos en bandejas de plata, mientras se añoran las botellas de champagne francés bien frío. Ahora, la opción es la cerveza nacional ofrecida en copas de cristal, bien helada.

De todas maneras, podemos citar que en el Jockey nadie quiere acordarse de que Brasil vive épocas de “vacas flacas” y esto se refleja en el código de vestimenta. De hecho, las actuales nada tienen de austeras; se aprecian sobreros finos, damas con vestidos de marcas internacionales y mucho dinero invertido en cirugías plásticas. Los señores, en tanto, lucen caros relojes y ropas y zapatos de alta gama.

Para acrecentar el “glamour”, a mitad de tarde, varias modelos entran en la sala para realzar el ambiente con un vestuario de nuevas colecciones.

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El contraste entre estos lujos y el resto de la sociedad brasileña de aquellos que luchan diariamente para sobrevivir, no escapa a los socios de este selecto club, porque muchos de los concurrentes al evento, solamente portan nobles apellidos y poco dinero.

La fiesta anual del turf, este encuentro del Gran Premio de Brasil, sobrevive porque es un acontecimiento tan tradicional que reúne gente no solo de Río de Janeiro, sino de gran parte del continente sudamericano.

Esta magnífica carrera de caballos hace recordar –según los críticos de este especialidad-, a la mejor época de la ciudad.

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Ahora si se quiere ver la extravagancia propiamente dicha, el “Salón de las Rosas”, es el escenario exacto y en  lo que se describe como el “Carnaval de los Ricos”, que se realiza solamente una vez al año –al igual que el Carnaval Carioca- y en el que sus concurrente muestran todos sus atractivos.

El Jockey Club brasileño fue fundado en 1932, con la unión de dos clubes promotores de carreras de caballos; el “Derby Club” y el “Jockey Club”.

El Gran Premio de Brasil, tiene un recorrido de 2400 metros y es una de las cinco carreras latinoamericanas que puntúan para la reverenciada “Copa Breeders”, el clásico internacional norteamericano que se disputa cada año en pistas diferentes, incluso en Canadá.

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John Fulton, representante para América del Sur de la “Copa Breeders”, dice que Río de Janeiro tiene uno de los hipódromos más bonitos del mundo. Y agrega: “Brasil no cumple con el potencial que este deporte requiere ya que produce apenas 2 mil caballos de carrera pura sangre por año, muy por debajo de los 3 mil que tenía tiempo atrás y comparando con la Argentina, que produce 8 mil potros anuales, marca la diferencia entre un país y otro dedicados a una misma actividad”.

El Jockey Club de Río de Janeiro, está ubicado en la calle Jardim Botánico 1003, del barrio de la Gavea. Desde allí se aprecia una de las postales clásicas de la capital carioca: el Cerro Corcovado, con el magnífico Cristo Redentor.

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