Un argentino en Brasil en la Triple Frontera: Doña Julia y Don Ramón

Vecinos de Puerto Iguazú, ella enfermera, él guardaespaldas. Por Alberto Antonio Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

En estos días se cumplieron 42 años de un hecho que conmovió al mundo. Recordamos el asesinato del exdictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle, “Tachito”, que fue ejecutado por un comando dirigido por Enrique Gorriaran Merlo.

El 17 de septiembre de 1980, a las 10:10 hs , acompañaban al dictador, su chofer, César Gallardo y Jou Baittiner, asesor financiero, quienes también sufrieron los impactos del fusil M-16 en el segundo intento -el primero falló-, del lanzacohetes que  impactó de lleno sobre el Mercedes Benz color blanco, destruyendo el vehículo en su totalidad.

Detrás del auto de Somoza, viajaba la unidad de escolta del dictador exiliado, en la que se encontraba el Sub Oficial Inspector de la policía de Asunción, asignado al cuidado del nicaragüense, Don Ramón Adalberto González Coronel.

Este hombre había servido, en primera instancia, en la armada paraguaya y, luego de su retiro de la fuerza, se radicó en Buenos Aires donde conoció a doña Julia, quien  luego del casamiento incorporó a su nombre los apellidos, González Coronel, de su esposo.

Ella, era enfermera profesional y de esa unión nacieron dos retoños Jorge y Marcelo Roberto.

El matrimonio, después de ir y venir, se radicó en Asunción del Paraguay donde a Don Ramón le reconocieron los años servido en la marina y lo incorporaron con el grado de Sub Oficial Inspector a la policía de Asunción.

Doña Julia nació el 2 de marzo de 1942, en la ciudad de Ruinas de San Ignacio y se había formado en una profesión, tan noble, como la enfermería, en la ciudad de Buenos Aires.

Se había recibido en Posadas, en la filial de la Cruz Roja Argentina y allí, fue becada para perfeccionarse en el Hospital Fernández de Buenos Aires, como instrumentadora quirúrgica. Luego de su perfeccionamiento  regresó a la capital misionera para trabajar durante dos años y de esa manera solventar su tiempo como becada.

De nuevo en Buenos Aires trabajó en la Sociedad Española de Socorros Mutuos, luego en el Sindicato Gráfico, siempre como enfermera.

Cuando estalló el conflicto bélico por las islas Malvinas con Gran Bretaña, doña Julia, fue convocada a unirse como voluntaria. tarea que aceptó con agrado sabiendo que serviría a la patria desde su formación profesional.  Se desempeñó en Campo de Mayo por poco más de un año.

Nos comentó que, en sus años de profesión, nunca vio tanto mutilado, hombres heridos con perdida de miembros superiores  y otras lesiones importantes. A esto se sumaban las arduas horas de trabajo intentando socorrer a esos jovencitos que llegaban destrozados por las heridas – manifestó-, destacó en ese tiempo la contención recibida por parte del grupo militar.

También, recordó la cantidad de donaciones que llegaban a Campo de Mayo, que no siempre eran distribuidas entre las tropas que luchaban en el frente y, con gran tristeza observó cómo hacían usufructo de estas, los propios militares. Entre los objetos, había joyas y dinero.

Como veterana de Malvinas, el único reconocimiento recibido fue un documento emitido por el Ministerio de Defensa de la Nación que dice lo siguiente: “En nombre del gobierno de la nación agradezco a Ud. el ofrecimiento espontáneo de sus servicios para cooperar como voluntaria con motivo del conflicto de las Islas Malvinas” Sic.

Don Ramón y Doña Julia, una historia familiar asociada a dos hechos de trascendencia mundial, ella Misionera, el paraguayo, gente de honor y respeto por los valores humanos.

Quienes conocieron al Sr González Coronel resaltan su don de buena persona, con una esposa, veterana de Malvinas, respetada por la sociedad con la que juntos formaron un hogar donde criaron a sus hijos siendo ellos un ejemplo de respeto y honestidad al servicio de los otros.

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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico
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