En los inicios de los años 30, el modelo de infraestructura implementado en Río de Janeiro, era similar al de las grandes ciudades europeas, con un estilo totalmente elitista. Esta cultura tradicional erudita, comenzó a ser criticada por los intelectuales y artistas paulistas, que se creían modernos y que disputaban un reconocimiento del resto el país como los más importantes.
En ese tiempo, existía una serie de diferencias que dividían a los dos estados. En el censo de 1930, se supo que la ciudad de Río de Janeiro contaba con más de un millón de habitantes y esto hizo que pudiera crear una identidad propia, tomando distancia de los paulistas.
El avance promovido por la municipalidad había ampliado las vías de circulación que interconectaban las diferentes regiones. Se implantaron proyectos de remodelación ciudadana y fueron creados espacios urbanos que embellecían el lugar, dándole un verdadero matiz de ciudad importante. Con el tiempo sería reconocida mundialmente como la “Ciudad Maravillosa”.
Aquella incipiente Villa, que se inició en el “Morro do Castelo” y donde se había erigido la primera capilla, en 1567, en devoción a “San Sebastián”, comenzó a crecer y a mostrar diversas obras que enaltecieron el espacio con variadas construcciones tales como la avenida “Presidente Vargas”, e inversiones inmobiliarias de real cuantía que se expandieron por las áreas recientemente urbanizadas, como los actuales barrios de “Leblón”, “Ipanema” y “Copacabana”.
Ese avance permitió el fácil acceso a los principales barrios de la región central de la ciudad y fue un atractivo importante para la radicación de modernos edificios para las clases más altas de la sociedad carioca de esa época.
Además, permitió el crecimiento del llamado suburbio de la zona sur, donde se expandieron las clases trabajadoras. Ese desarrollo rápido, tuvo como consecuencia con el correr de los años, que diversos edificios sufrieran graves problemas por la falta de infraestructura inicial, ya que las moradas se instalaron a lo largo de las vías férreas.
Se estima que, entre los años 1929 y 1933, fue tal el empobrecimiento de las clases populares, que dio lugar a la mayor evolución de las favelas en los morros.
Dentro de ese perfeccionamiento, la ciudad fue elaborando más progreso y en los inicios del siglo XX aparecieron imponentes ómnibus de dos pisos que comenzaron a circular llenos de pasajeros por las calles de Río de Janeiro.
Allí, nació el clásico humor de los cariocas que lo bautizó como “Chops Dobles”, en clara asociación con la bebida que históricamente se vendió a título de promoción en los bares cariocas pagando un chopp y bebiendo dos.
La similitud con los colectivos de Londres, tiene que ver con que los chasis provenían del Reino Unido y eran equipados con motores, también provistos por la británica Daimler, que ya estaba separada de la homónima alemana. Tiempo después, ingresó en Brasil un cargamento con unidades de tres ejes, todo un avance de vanguardia para la época.
El viaje inaugural fue el día 4 de noviembre de 1937, y los pasajeros fueron periodistas y personalidades de la ciudad. Un día después, los reporteros gráficos llenaron sus páginas con informaciones sobre los beneficios del nuevo medio de locomoción.
La estructura estaba presentada de la siguiente forma: en la parte inferior, estaban ubicados 12 asientos dobles; una lujosa escalera conectaba con la parte superior, donde 17 butacas dobles aguardaban a sus ocupantes. Lo que subrayaron las crónicas, como dato curioso, era la presencia de un extintor para incendios en la unidad.
Tiempo después, ocho unidades más llegaron a Río, fueron asignadas a la avenida Rio Branco –una de las más importantes- y circularon por dos décadas por allí.
Ese servicio tan particular, que transportó a millares de ciudadanos de todas las clases sociales, el 6 de diciembre de 1946 cesó sus actividades y dejó un espacio vacío muy grande. Eso dio lugar a que importantes monopolios nacieran con ómnibus más pequeños que cubrieron todos los barrios ciudadanos con frecuencias más intensas que salían desde sus paradas cada 15 minutos. Atrás quedó la historia de un medio de transporte que fue motivo de progreso en el Rio de Janeiro de la década de los años 30.
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