Cuando un turista visita cualquier ciudad turística internacional, como París, Roma, Londres, Buenos Aires o Río de Janeiro, entre tantas otras, al visitante le encantan los paseos dirigidos a los puntos estratégicos.
En el caso de la ciudad “Maravilhosa”, se destaca la playa de “Copacabana” con sus amplias arenas, el calçadao (rambla que bordea el mar), sus kioscos con bebidas y comidas rápidas que son parte del encanto de esa postal donde se visualiza el Cristo Redentor y el Pao de Açucar, una vista digna de admirar.
De un tiempo a esta parte, un gran problema viene aquejando a esta hermosa ciudad y a las autoridades del gobierno municipal, policía y ciudadanos que residen en el sector. Son los llamados “Moradores de Rua”.
Se trata de ciudadanos indigentes, dependientes de drogas, que tomaron la playa más popular del país como su lugar de residencia y con motivo de la pandemia de Covid-19, la situación se agravó.
En nuestra recorrida por el lugar, observamos desde acumulación de basura, mantas, sofás, sillas y mesas, hasta excrementos humanos o de perros, distribuidos en las esquinas y las principales arterias. Se suman, también, los constantes actos de violencia contra personas o automóviles, que cometen jóvenes, quienes bajo el efecto de estupefacientes o no, convirtieron a este sector ciudadano en una zona de consumo a cielo abierto.
Un caso patético lo presentan los eventos de la Rua “Hilario de Gouveia”, en inmediaciones del colegio “Pinheiro Guimaraes” y al lado del policlínico “Copacabana”. Cuenta una de sus vecinas, una señora que vive en un edificio cercano –quien no quiso dar su nombre-, que la situación es lamentable, ya que acampan día y noche, hacen sus necesidades allí mismo, comen y dejan los residuos en el suelo. Agrega que son muy frecuentes las peleas a toda hora y, en medio de la noche, los griteríos y los conflictos entre ellos hacen imposible el descanso. Enfatiza que son despertados por aullidos y que no tienen descanso.
Y subrayó: «todo esto ante la pasividad de las autoridades municipales».
Otro punto en condición crítica, es la intersección de la Avenida Atlántica y Rodolfo Dantas. Allí, se vende y se consume drogas y cuando llega la policía, habitualmente, no encuentra nada ya que la esconden en postes, árboles o haciendo un pozo en la tierra. Es muy común observar, la comercialización de drogas, sexo al aire libre y es insoportable el mal olor reinante, agrega otro vecino que vive en las cercanías.
En la esquina de la calle “Barão de Ipanema” con la “Avenida Atlántica”, existen varios árboles muy lindos, que en épocas normales sirven para que la gente se siente y disfrute su sombra. Desde el comienzo de la cuarentena, es permanente la reunión de indigentes que duermen y permanecen por largas horas al resguardo del sol.
Muchos propietarios del barrio, de la otrora “Princesinha del Mar”, como se conoce a Copacabana, están asustados, pues sus denuncias son ignoradas y muchos de ellos son amenazados por estos individuos en situación de calle.
Recorriendo esta parte de la ciudad pudimos prestar atención a los comentarios de los propietarios de departamentos. Materia fecal, sofás, colchones, mantas y distintos objetos, como jeringas, están esparcidos en las veredas y, día y noche, deambulan los mismos necesitados bregando por una ayuda.
Es triste ver como un lugar que fue admirado por propios y extraños, fue perdiendo el glamour que supo tener por la belleza de sus postales naturales, sus restaurantes y hoteles de lujo. Las visitas de personajes importantes, que disfrutaban la popular playa de nivel internacional se ven afectadas por este problema que parece ser difícil de resolver.
¿Copacabana, y su gente es una víctima más del flagelo Covid-19?.
No, seguramente no lo es. El virus que afecta al mundo solo acrecentó la inmensa cantidad de “moradores de rúa”, que se adueñaron del sector más popular de Rio de Janeiro, e hicieron que la crisis que golpea a comerciantes y ciudadanos cariocas se vea más agravada por la presencia de drogadependientes que, en muchos casos, atacan a los turistas que recorren Copacabana, la “Princesinha do Mar” que hoy vive su momento más crítico.
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