Un argentino en Brasil: Playa, sol y cerveza

UNA TRADICIÓN BIEN BRASILEÑA – Por Alberto Curia, especial para DiariodeCultura.com.ar.

Playa, arena y mar, son los componentes justos para pasar una buena jornada de cara al sol y, si le agregamos una cerveza, seguraente estará mejor.

La llegada del noble Mauricio de Nassau a Recife, está unida a la primera empresa que fabricó el noble producto en Brasil; Nassau llegó rodeado de sabios, científicos, astrónomos, artistas y principalmente médicos.

Fue unos de los momentos más prósperos de la historia brasileña, tornó a Recife en el principal puerto operativo de la “Companhía das Indias Occidentais”, en Brasil, donde se construyó el primer puente, el primer observatorio astronómico y la primera fábrica de cerveza de América.

Fue el cervecero Dirck Dicx, quien montó la planta cervecera con los componentes para la fabricación del producto. La fábrica cervecera fue montada en 1640 y tardó en llegar a las tierras sobre dominio portugués, debido al temor que estos tenían de perder el dominio del consumo de vino.

De todas maneras, había contrabando en los puertos de Salvador, Recife y Rio de Janeiro y el ingles Lindley tuvo la oportunidad, en 1800, de consumir cerveza en un monasterio de Salvador y acopiar allí gran cantidad de la bebida, pero fabricada en su país. También hay registros de que en 1806, fueron encontradas botellas en inventarios de locales en Porto Alegre.

La familia Imperial ya cultivaba el hábito de apreciar una buena cerveza y, cuando llegó a Brasil, en 1808, entre otros hábitos europeos de la mano de los monarcas portugueses, también trajo el rubio brebaje.

Consta que el “Rey Dom Joao” –gran consumidor de cerveza- ni bien llegó a Brasil, decretó la apertura de los puertos a las naciones amigas y abolió el monopolio comercial Luso, que hasta 1814 beneficiaba exclusivamente a Inglaterra.

La cerveza era normalmente importada en barricas y luego acondicionada en botellas, para ser distribuidas para el consumo, pero era alterada con agua por intermediarios y taberneros.

Según pudo apreciarse, allá por el año 1840, hasta el segundo reinado, los anuncios comerciales en la prensa de entonces, se referían exclusivamente a la venta de cerveza y no a la producción.

Solamente fue una década después que las familias de inmigrantes comenzaron a usar esclavos y trabajadores libres para producir cerveza y venderla en los comercios locales.

En esos momentos, en Rio de Janeiro existía un padrón alto de moradores que socialmente degustaba con placer la bebida de origen europeo; eran militares, oficiales de la industria, profesionales y funcionarios públicos entre otros, que tornaron a la ciudad comparable con similares de Europa Central, por tener un mercado consumidor relevante.

Generalmente, la venta era hecha en los propios mostradores de las cervecerías.
La distribución era realizada en carros en la primera mitad el siglo XIX, por los comercios barriales, luego cobró un auge mayor y se crearon nuevas fábricas.

El período áureo de la cerveza alemana no fue muy largo, porque en 1896 los impuestos de importación fueron cuadruplicados y esta dificultad, sumada al crecimiento de la industria cervecera en Brasil, hizo cesar las importaciones en los inicios del siglo XX.

Río Grande do Sul, San Pablo, Pernambuco, Rio de Janeiro y Santa Catarina, se constituyeron en los principales estados cerveceros del país, muchos de ellos inducidos por las colonias de inmigrantes con cultura de consumo de lo que luego se constituiría en la bebida más consumida de Brasil.

La cerveza es consumida por personas de todas la edades; los brasileños la beben en los “botecos”, restaurantes, bares de alto nivel social, en clubes, estadios de futbol o, simplemente, a la ”Beira do mar”.

En lata o en botellas de vidrio, no importa su envase, eso sí es fundamental que a la hora de consumir tiene que estar bien “gelada”, condición sine que non para poder disfrutarla y, si tiene cerca un plato de camarones empanados, se transforma en ideal para que descienda mas rápido.
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