Un argentino en Italia: Basílica de Sant´Andrea, Vercelli

Por Javier Aringoli, desde Italia, especial para Diariodecultura.com.ar

Italia es un país que se caracteriza por su imponente arquitectura. Desde el coliseo hasta las maravillosas fuentes que adornan parques y plazas. En ese basto mundo de palacios, torres y esculturas, lo que más se destaca en cada una de las ciudades y pueblos en los que he andado, son las iglesias. Particularmente, en este caso, quiero hablarles de la Basílica de San Andrés en Vercelli, región del Piemonte.

La basílica de San Andrés es la iglesia más antigua del territorio italiano. Ubicada en Vercelli, ciudad que se encuentra situada en la orilla derecha del río Sesia, en medio de una gran llanura, entre Milán y Turín.

La construcción de la Basílica de San Andrés fue ordenada por el cardenal Guala Bicchieri en el año 1219. Fue la primera en ostentar el antiguo arte barroco. Dedicada a San Andrés, uno de los primeros discípulos consagrados de Jesús, esconde detrás de sus paredes y finos relieves, historia y misticismo.

Puedes o no comulgar con la religión, pero hay algo que nos sucede prácticamente a todos a la hora de entrar en estos grandes templos. Primero, impacta el hecho de la basta historia que guardan sus muros. También, en la mayoría de los casos, existe una energía densa y triste que rodea estos lugares. Es como si los seres humanos hubiéramos necesitado siempre de la atención divina, de algo más grande que nosotros, para ser entendidos o, por lo menos, redimidos por nuestras malas elecciones. Al ver la Basílica de San Andrés, que de sus paredes se desprende la historia. Las oraciones de tantas personas que, abatidas por las necesidades de aquella época, habrán llegado a su refugio. En los momentos más tormentosos de nuestras vidas es cuando abrazamos la fe, cuando dejamos todo en mano de la energía creadora. Esta sensación, fundida con el arte románico, con la sutileza en las líneas de la piedra, con la imponencia de sus torres, de sus techos que parecen emular otro mundo por encima de nosotros. Todo esto, produce en el cuerpo sensaciones, primero de asombro y, luego, de cobijo y entendimiento.

Mientras caminaba frente a esta imponente iglesia, pensaba qué habrán sentido los peregrinos en aquel momento. Porque, casi 800 años más tarde, yo que solo me consideraba un simple turista, estaba parado allí viendo un lugar de refugio y de alivio. La forma en la que los grandes techos se alzan sobre uno, y esa redondes con la que cierran, generan un ambiente que hace desaparecer todo el ruido del afuera. El silencio no es incómodo, sino tranquilizador. La luz penetra el interior de una forma sutil y llega a casi todos los rincones de la galería. Uno encuentra en aquellos detalles la dedicación de quienes construyeron la Basílica de San Andrés. Contando una historia, generando emociones para quien está sentado allí. Quizá lo que uno va a buscar es entendimiento y paz, pero al observar tan maravillosa obra, puedes conectar con el pasado de la humanidad desde un lugar sublime, espiritual.

Más allá de las ideas o religión que uno posea, estos lugares conectan con la esencia, nos integran con el pasado, tal vez, sin bscar entendimiento divino o encontrar el por qué fueron construidos. Nos acercan al arte, a la cultura, que ha sido el refugio de la humanidad desde hace muchos años. Donde se cuenta una historia, un desarrollo, donde puedes sentir la energía de miles de nuestros antepasados, con solo detenerte y observar, escuchar como el silencio te cuenta de dónde venimos y hacia donde podemos ir.

La basílica de San Andrés, en Vercelli, es digna de ser observada, por su historia y permanencia. Pero te invito, si estás lejos de este hermoso lugar, a que recorras los templos que se encuentran cerca tuyo, que te detengas a admirar las obras del pasado, para conectar con todo aquello que, tras décadas y décadas de simplismo, siento que ha terminado con esa pasión, con el detalle, con el hecho de entregar una obra, no solo a la posteridad, sino también a la humanidad entera.

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JAVIER ENRIQUE ARINGOLI: Escritor- Profesor de Yoga- Coach ontológico y mindfulness. Actualmente reside en la ciudad de Biella, Piemonte, Italia.

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