Un argentino en Italia: Torino, la ciudad de la magia

Por Javier Aringoli, desde Italia, especial para DiariodeCultura.

Torino es una ciudad de la región del Piamonte y es su capital. Se encuentra situada en el norte italiano, al margen del río Po y rodeada por los Alpes. Su historia se remonta hasta el siglo I. De la edad media y el renacimiento, esta ciudad aún conserva vestigios. En el año 1280 Torino pasó a ser sede de la casa Saboya, la familia real de Italia. También esta ciudad es conocida por la Capilla de la sábana santa, iglesia construida por el duque de Saboya, lugar de reposo del Santo Sudario, la manta de lino en la que fue envuelto Jesús después de su muerte.

Existe una infinidad de relatos que relacionan la historia de Torino con la magia y el esoterismo. Podemos observarlo en casi toda su arquitectura. Toda ella esta repleta de simbolismos y mitos que involucran deidades y energías ocultas. Podemos encontrarnos, por ejemplo, con la Piazza Castello que -según dicen- representa la línea fronteriza entre las zonas blanca y negra de Torino.

La Piazza Solferino, donde se encuentra la fuente Angélica, también llamada fuente de las cuatro estaciones. En ella encontramos la representación de las fuerzas fundamentales de este mundo. Dos figuras masculinas que simbolizan el otoño y el invierno, representan la entrada al conocimiento y dos figuras femeninas que representan la primavera y el verano, el amor sacro y el amor profano.

Podemos encontrarnos también con el monumento al Túnel de Fréjus. Algunos dicen, que el ángel con una estrella de cinco puntas que se encuentra en lo alto del monumento, representa a lucifer; otros atribuyen su significado a la victoria de la razón sobre la fuerza bruta. Sea lo que sea, Torino está invadida de misticismo e interpretación. De historias que esperan ser contadas.

Ha sido también un lugar por donde han pasado personajes como Nostradamus, del cual se dice que habitó en Torino en el año 1556. En el vestíbulo de entrada de Cascina Morozzo se exhibía una placa que decía: “Nostradamus se quedó aquí, donde hay cielo, infierno y purgatorio”. Cientos de relatos visten de color a esta ciudad que de verdad parece mágica.

Los lugares son vistos con los ojos que en ese preciso momento tenemos. A veces, estos son ojos melancólicos, otras, nostálgicos, otras, de esperanza. Cuando conocemos un nuevo lugar debemos entender con qué ojos hemos amanecido en ese momento, para saber cómo lo estamos mirando. Creo que Torino entiende esa energía y despierta las sensaciones de esos ojos observadores con los que te has despertado hoy.

Muchas veces, los que estamos fuera de lo que ha sido nuestro hogar tras varios años, vamos surcando día tras día emociones que van y vienen, que suben y bajan, que cambian las percepciones de las cosas. Aquello me ha sucedido al conocer Torino. Tal vez, lo fue por ese día en el que las nubes tapaban un poco el sol, las gotas de lluvia tocaban la piel de mi cara como si fueran lágrimas, o tal vez, la encantadora magia de la que todos hablan en Torino propició aquellas sensaciones. O, simplemente, al despertar ese día, yo había decido ponerme los ojos de la nostalgia. Fuera lo fuera, fue mágico y trajo en mí, recuerdos.

Sentía como estar caminando en mi querida Buenos Aires. Solo el escuchar otro idioma salir de la boca de las personas me hizo volver a mi tiempo. Era como romper barreras y estar en dos lugares al mismo instante. Cuánta magia esconde también nuestro cerebro, que es capaz de revivir en un solo lugar todas las cosas, todas las sensaciones, e incluso, las que hemos vivido en algún pasado, en otro lugar, en otro tiempo. Sería posible que tanta magia de la que hablan surtiera algún efecto en mi.

Con aquello vino una idea; no soy solo yo, sino también mi pasado y el pasado de todos los que fueron antes que yo. ¿Sería tal conexión la que me estaba produciendo aquel momento? Los olores, los colores, los ruidos… parecía que mi cerebro los estaba recordando de algún otro yo.

Torino es una ciudad digna de conocer. La naturaleza, el hombre, la historia, la magia en sus edificios, en sus calles, en su arquitectura. Sientes el pasaje del tiempo en cada paso que das. Reinvención, esa sería la palabra para definir esta ciudad. Donde te pierdes en su historia por momentos, y luego, te descubres fresco con su modernidad. No existe una forma única de descubrirla, porque sentirás, que ella te descubre a ti. Te muestra con los ojos que te has despertado hoy.

Los invito, si viajan en algún momento por el norte de Italia, o si viven cerca. Darse un tiempo para conocer las maravillas que la hermosa Torino tiene para ofrecerles. De seguro viajarán en el tiempo tal como lo hice yo.

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JAVIER ENRIQUE ARINGOLI: Escritor- Profesor de Yoga- Coach ontológico y mindfulness. Actualmente reside en la ciudad de Biella, Piemonte, Italia.

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