Un argentino en Italia: Treia, un viaje en el tiempo

Por Javier Aringoli, especial para DiariodeCultura.

Treia es una localidad ubicada en la región de Marche, al norte del rio Potenza, en la provincia de Macerata. Toma su nombre de una divinidad de origen greco-siciliana llamada Trea-Jana. Tras varias invasiones, primero por los visigodos en el siglo V y luego por los sarracenos en el siglo IX, los habitantes reconstruyeron la ciudad sobre tres pequeñas colinas, lugar donde hoy se encuentra su centro histórico. El pueblo está completamente amurallado producto de la necesidad de protegerse en aquel tiempo. Aún, sus muros siguen intactos y sus callejones van uniendo con magia todo el lugar.

Al sumergirte en sus calles sientes atravesar una barrera del tiempo y entrar en la historia. Treia nos muestra un mundo hecho de una arquitectura exquisita. La roca tallada con finos detalles, las casas formando una perfecta armonía entre los palacios y las iglesias. En una retrospectiva puedes hasta imaginarte a sus habitantes, quizá entrando por “Porta Cassara”, caminando por Via Bonvecchi, girando hacia la derecha en Via Corso Italia Libera, y dirigiéndose a “Plaza de la Republica”. Desde allí puedes observar colina abajo sus campos adornados en diferentes tonalidades de verdes, los olivos creciendo en casi toda su extensión, y las praderas rebosantes de cultivos. Un paisaje donde tus ojos pueden colmarse, no solo con su colorido, sino también, con el gran santuario del “Santissimo Crocifisso”, alzándose a la vista de todos en el mismo lugar donde se originó la antigua Treia. El santuario es un conjunto arquitectónico formado por dos edificios, una iglesia y un convento, separados por un campanario de 41 metros de altura. Aún se conservan en sus muros fragmentos de piezas romanas, partes de columnas, paredes y artefactos de aquella época. Un perfecto espacio para recordar el tiempo y entender la larga vida que tuvo este lugar.

Seguramente se preguntarán que me movió esta vez a conocer esta hermosa localidad. Treia está ubicada en el territorio en cual nace mi historia, la historia de mis antepasados. Es un lugar que para mí no solo tiene un aire histórico, sino que es parte del relato inconcluso de mi vida. Sobre la Plaza de la República, se encuentra un monumento dedicado a los caídos en combate en la primera guerra mundial. Al ver el apellido de mi familia tallado allí, sentí la sensación de recuperar un poco de aquella historia perdida, de reconectar con ese pasado que no conocía.  La magia de volver a un lugar donde sabes que ha caminado parte de tu familia es desconcertante, porque a uno tal vez le faltan retazos de esa historia y las emociones se vuelven inexplicables. Tu mente se invade más de preguntas que de respuestas. Pero sientes como que una deuda es saldada al retornar a un lugar así. Tal vez, metafóricamente hablando, dar la oportunidad que la sangre vuelva a donde se originó para que el pasado descanse en donde debe estar. Es como si hubiera traído conmigo aquella nostalgia, la de mis antepasados, y haberla dejado por fin allí donde todo comenzó. Ver esto a través de nuestros ojos y sentirlo en nuestro cuerpo, es una experiencia maravillosa.

Al caminar por Treia fue inevitable no llenar mi mente de ideas, imaginarme a mis abuelos haciendo aquel mismo camino que yo. ¿Cómo se verían? ¿Qué sentirían? ¿Dónde se reunían? Toda Treia esta adornada por el recuerdo, de todas las épocas y de todos sus habitantes. Un lugar mantenido en perfectas condiciones, que te hace soñar, viajar. Un lugar que mantiene intacta su memoria.

Se encuentra a muy pocos kilómetros del Adriático lo que le otorga una perfecta conexión con el mar para quienes son amantes de las playas, pero deseosos de descansar en un lugar tranquilo y amistoso. Tiene ese atractivo para poder desconectar, para encontrar calma.

Si te gusta la historia, remontarte a épocas donde la civilización convivía a diario sin distracciones, donde la calidez de las charlas, del saludo en las calles, del silencio al despertar se hacen presentes en todo momento, te invito a que visites Treia. Que penetres los muros de la antigüedad y que te sumerjas en un mundo mágico lleno de historia y fortaleza.

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JAVIER ENRIQUE ARINGOLI: Escritor- Profesor de Yoga- Coach ontológico y mindfulness. Actualmente reside en la ciudad de Biella, Piemonte, Italia.

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