Demás esta decir que a la hora de atravesar una frontera de los más de 70 pasos que nuestra Argentina tiene con cinco países, de los 27 aeropuertos y 10 puertos existentes en nuestro territorio, existe la problemática de controlar la entrada no solo de personas sino también de pertenencias que ingresan o intentan hacerlo, muchas de ellas de carácter ilícitas.
La aduana argentina de Puerto Iguazú es una de las más importantes por el caudal de gente (unas 17 mil personas) que entra diariamente por el puente Tancredo Neves, que une a la ciudad de Foz do Iguaçú en Brasil y por ende es el paso obligado hasta la lindera Ciudad del Este, Paraguay, en la llamada Triple Frontera.
En este paso podemos observar a diario el constante ingreso y egreso de mercaderías que las autoridades aduaneras controlan. Ahora bien, existen aquellos que pretenden traficar distintos elementos desde drogas ilícitas, perfumes o celulares hasta cuanto producto se pueda suponer. Quienes desarrollan práctica esta marginal poseen una imaginación sin límites, ya que transportan esos artículos escondidos en el neumático de auxilio de los automóviles, en el interior de sus puertas, en valijas con doble fondo y en otros innumerables rincones de los vehículos con el fin de burlar los controles aduaneros.
Es ahí donde el conocimiento, dedicación y capacidad de los hombres de la A.F.I P., gendarmería, aduaneros y todos los que realizan esta difícil tarea, descubren a quienes atraviesan la frontera con material prohibido o animales exóticos que en la región los hay. Son producto del tráfico generalmente, animales en carácter de extinción, como crías de yacarés, tucanes, monos, aves varias, etc.
Es aquí donde la participación del mejor amigo del hombre -el perro- es destacable en su trabajo. Estos colaboradores eficaces de los controladores detectan dinero como dólares aún escondidos en el lugar más disimulado.Ellos perciben el olor y de diferentes maneras se lo hacen saber a sus guías. Lo mismo ocurre con las drogas tales como cocaína, heroína o marihuana. Las más difíciles de detectar son las llamadas drogas sintéticas ya que cambian permanentemente su olor, color y hasta formato.
Poco tiempo atrás, se destacó particularmente el perro Floki quien en un procedimiento de control rutinario detectó en un vehículo casi 42 kilogramos de marihuana procedentes de Ciudad el Este, Paraguay. La droga estaba oculta en la parte de abajo del asiento trasero de un vehículo Mercedes Benz C 200. El can luego de recorrer el interior del auto cambió radicalmente su comportamiento en señal de que había estupefacientes y con una expresión característica indico la presencia de anormalidades. Luego se constató que se trataba de una de las drogas más populares de consumo, la marihuana, con un valor varias veces millonario.
Floki es un perro de la raza labrador color chocolate de tan solo dos años, la instructora de Floki, es Omayra Puga, joven guía quien siente orgullo de su instruido quien fuera premiado junto a otros canes por su labor destacada con medalla de honor.
Quienes a diario convivimos yendo y viniendo de un país a otro, vemos la ardua tarea que desarrollan quienes trabajan en el paso fronterizo. Son largas las filas de ómnibus, camiones y autos particulares que circulan durante las 24 horas de cada día. En la época alta del turismo, es decir vacaciones de invierno, verano o fines de semana prolongados, se tarda varias horas en atravesar el control aduanero y allí están los encargados de realizar la fiscalización. Cuando se los requiere allí están los “héroes de cuatro patas”, los canes correctamente adiestrados.
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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico