La ciudad y su historia, cuando hablamos de personajes que son difíciles de olvidar no podemos dejar de lado a Guillermo Larregui Ugarte, este vasco nacido el 27 de noviembre de 1885 en el barrio de Arotxapea, en Pamplona y que había llegado a Sudamérica en 1900, con tan solo 15 años.
Uruguay fue la tierra que lo cobijó con su pequeña empresa en la que criaba cerdos, el fallecimiento de su madre lo conmovió de manera notoria y decidió echarse al mar como marinero en barcos mercantes. En uno de esos viajes a la Patagonia austral, llegó a la provincia de Santa Cruz donde la industria del petróleo lo albergó laboralmente y allí trabajó hasta 1935, cuando fue despedido.
Siguió con su vida entre amigos en Cerro Bagual, Santa Cruz; alternaba su vida laboral, con lo social, pero ya no tenía trabajo. Era un desocupado más.
Una tarde reunido con amigos, uno de ellos sacó la conversación de las hazañas de la época, de personas que batían récords en automóviles, aviones, etc. A lo que Arregui aseveró que esos esfuerzos dependían más de las máquinas que de los hombres y que él se animaba a cruzar la Patagonia y llegar a Buenos Aires caminando y arrastrando una carretilla con 100 kilos. Comenzaron las burlas, hasta que apareció una carretilla y tras ella vino la apuesta que no fue por lo material y si por el propio orgullo que el vasco tenía. Por entonces, el nacido en Pamplona tenía 50 años y emprendió su viaje hacia la capital de los argentinos. Fueron 14 meses los que le llevó arribar a Buenos Aires, a pie, con su elemento de una rueda y sus ganas de vencer el desafío emprendido.
Al atravesar los distintos pueblos era reconocido y ayudado, si bien nunca pidió nada, la gente se solidarizaba con la cruzada del Vasco de la Carretilla -así se lo comenzó a conocer-.
Ese viaje fue el puntapié inicial para que le tomara el gustito e iniciase otras travesías; sumó 22 mil kilómetros a lo largo de los años siempre acompañado por su carretilla.
Los caminos andados fueron muchos; desde Coronel Pringles en la Provincia de Buenos Aires hasta la Quiaca; desde Villa Mercedes, San Luís, hasta Santiago de Chile y finalizó su derrotero desde Trenque Lauquen, Buenos Aires, hasta Puerto Iguazú.
Al llegar a la tierra de las cataratas, su encanto lo hizo radicarse en la ciudad y por su historia de vida, consiguió autorización para vivir dentro del parque nacional. Allí con chapas de latas de conserva construyó su morada con la delicadeza de un hombre minucioso y ordenado.
Quienes lo conocieron dan fe de que hablaba cuatro o cinco idiomas y fue uno de los primeros guías virtuales de las cataratas, donde acompañaba a turistas argentinos e internacionales.
Muchos lo consideraron un solitario, por su austera manera de vivir. Todos coinciden en que fue un hombre honesto, de palabra, que decidió encontrarse a sí mismo en la vida y disfrutar su libertad.
Falleció el 5 de julio de 1964. Sus restos descansan en el cementerio de Puerto Iguazú. Se llamó Guillermo Larregui Ugarte, pero si Ud pregunta por ese nombre muy pocos sabrán quien fue. En cambio, si la consulta es por “El Vasco e la Carretilla”, todos le contará quien fue.
Con mucho atino en reconocimiento a su aventura, la municipalidad de Puerto Iguazú, levantó una estatua frente al paseo de la costanera que lleva al Hito de Tres Fronteras.
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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico.