Un Argentino en la Triple Frontera: Las otras ruinas de San Ignacio

Mito o realidad la casa del Nazi Martin Bormann – Por Alberto Antonio Curia, especial para DiariodeCultura

En la provincia de Misiones se encuentran las Ruinas de San Ignacio Mini, fundadas a comienzos del Siglo XVII para evangelizar a los nativos de la etnia guaraní por los padres jesuitas.

Turisticamente, este pequeño poblado se identifica por las Ruinas, pero existe otro punto que desde hace unos años llamó la atención de investigadores y de este autor: “La Casa de Martín Bormann”. Es por eso que me interioricé por las otras ruinas de San Ignacio, la supuesta casa de Bormann.

Esta construcción despertó mi curiosidad no solo por estar dentro de la selva misionera, en un área de protección que pertenece al Parque Provincial del Teyú Cuaré, sino también por la historia de quien imaginariamente vivió allí.

Aparentemente, las ruinas de una de las casas habrían sido habitadas por uno de los jerarcas nazis más allegados a Hitler, Martín Bormann. la construcción ahora está en escombros, solo son vestigios de lo que otrora seguramente fue una residencia de otro nivel, máxime que, por estar dentro de un bosque sin el confort básico como agua, luz y otros servicios, es muy seguro que los tenía de forma particular para suplir el saneamiento básico necesario.

Se observa que la vivienda tenía dos habitaciones y un sanitario con bañadera, que se proveía del líquido vital desde dos pozos profundos.                                                  

De acuerdo con testimonios de vecinos, ancianos del lugar, en ese sitio vivió un alemán de la alta jerarquía nazi acompañado por terceros de su mismo origen y lo visitaban otros que conversaban en la misma lengua.

Se habla de que por la cercanía con el rio, este refugio era fundamental como vía de escape al Paraguay si fuese necesario.

Es innegable que, por las características de la vivienda y los objetos encontrados, allí vivió Bormann, u otros fugitivos del nazismo, ya que se desenterraron monedas alemanas dentro de una caja de lata, se halló un recorte del diario “La Prensa”, de 1932, que mostraba una foto de un adolescente de la juventud hitleriana, restos de vajilla de porcelana de alta calidad, una caja completa de vacunas Anticoli Croveri, utilizada para enfermedades intestinales, de origen alemán.

El cansancio de muchas horas recorriendo y el calor reinante hicieron su desgaste natural y emprendimos el regreso a la pequeña ciudad de algo más de 6 mil habitantes, la que nos recibió amablemente como un turista más.

El propietario del hotel donde me albergué y con quien dialogué por un tiempo considerable, me comentó que es uno de los pioneros en el lugar y dijo saber por comentarios de hace varios años de personas ancianas nacidas en San Ignacio, que sí, en realidad, el morador de esa construcción fue Martín Bormann, quien luego de su arribo al lugar hacía compras en un charrete y pagaba con monedas de oro, por lo que llamó la atención de muchos que creían que en lugar de piedras semi preciosas en la región, existían minas con el áureo metal.

Agregó, además, que junto al secretario del Führer residieron otros alemanes y entre ellos hubo comentarios de que Josef Méngüele quien se ocultaba entre Bariloche y Asunción del Paraguay, era un asiduo visitante al poblado de las ruinas jesuíticas.

Mito o realidad de las otras ruinas de San Ignacio…

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Alberto Antonio Curia es Periodista y Consultor Turístico

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